Después de beber un trago en el despacho con su suegro, Uriel se dirige a su habitación. Mientras sube las escaleras, todo se siente sumamente tranquilo, pero al llegar al piso de arriba, siente como un diluvio de café le caía directo en el rostro, haciendo que se tambaleara. El aroma a espresso quemado le llenó la nariz mientras un reguero marrón se esparcía por el impecable piso de mármol."
—¿Qué demonios? ¿Quién anda ahí? —Él sabía perfectamente que se trataba de Nyra y Olga, quienes discutían porque Nyra quería obligar a Olga a tomar una taza de café cargado para que se le bajara la borrachera. Pero esta se negaba, así que en medio del forcejeo entre ambas, la taza de café salió volando con la mala suerte de que aterrizó en Uriel.
—"—¡Perdón, cuñado! —gritó Nyra con una sonrisa nerviosa—. La taza... la taza se rebeló. No le gusta mi hermana. Es un café con personalidad, Le juro que mañana la pondré en un corral para que no escape —Con toda la fuerza que le quedaba, Nyra empujó a su hermana dentro de la habitación y la cerró con seguro.
—¿Qué fue eso? —preguntó Uriel. Desde el pasillo, el sonido del golpe de Olga fue tan fuerte que parecía que un mueble de caoba se había suicidado arrojándose desde el balcón
—Eeeh, nada. Hay ratones en el ático, mañana vendrán los especialistas a encargarse de ellos, así que no hay nada de qué preocuparse. Mejor ve a tomar una ducha y límpiate todo ese café que te derramé encima. De nuevo, perdón por lo torpe que soy; esta mañana te embarré de dulce y finalicé la noche dándote un baño de café —Nyra estaba apenada con su cuñado, sin embargo, le echaba toda la culpa a su hermana mayor, quien se resistía a su boda con Uriel, algo que Nyra no entendía porque el prometido de su hermana era super guapo. Su único defecto: la ceguera.
—Sí, bueno. A partir de mañana saldré de mi habitación con un casco de fútbol americano por protección —Nyra sonríe con vergüenza, ya que el hecho de que su cuñado pensara en proteger su cabeza significaba que ya le tenía miedo a estar cerca de ella.
—Lo siento, mejor vete a descansar antes de que me tropiece y te embarre de algo más —Nyra estaba triste porque ese día no fue lo que planeó, no pudo lograr que su hermana siquiera hablara con su cuñado.
—Sí, será lo mejor. Feliz noche —Uriel se marchó y Nyra, con pesar, entró a la habitación de su hermana y la encontró dormida en el piso, donde cayó tras el empujón de Nyra.
—Vamos a la cama. Eres un gran dolor de cabeza, Olga, pero aun así te quiero, hermana —Nyra usó toda su fuerza para ayudar a su hermana a acostarse en la cama. Mientras, en su habitación, Uriel se quita la ropa recordando la cara apenada de Nyra en cada acontecimiento del día.
—Si supieras que puedo ver cada una de tus hermosas expresiones, Nyra, y cada vez que intentas matarme con un café o un dulce, solo me divierte más —pensó Uriel, antes de entrar al baño, riéndose por lo bajo. Mañana tendría que considerar usar un protector bucal para el desayuno o un casco.
Nyra, con el orgullo por los suelos, se arrastró hasta su cama como un caracol herido. A pesar de que su cuñado era un auténtico "bombón con bíceps", sus planes de casamentera habían sido un rotundo fracaso. Había intentado unir a su hermana con Uriel, el espécimen perfecto, pero el resultado fue un desastre de proporciones épicas. Había sido un día tan malo que la única solución era hibernar.
—Mejor me quedo en coma hasta la siguiente Navidad —murmuró Nyra, cerrando los ojos. Cayó en un sueño tan profundo que ni un terremoto la habría despertado, O eso creía, hasta que la despertó el Huracán Olga en la mañana, una fuerza de la naturaleza en pijama.
—¿Qué le hiciste a mi ojo? —bramó Olga, dándole un empujón tan violento que Nyra salió volando de la cama y aterrizó con un golpe seco en el trasero.
—¿De qué hablas? ¡Yo no te hice nada! —exclamó Nyra, frotándose la zona afectada. Al levantar la mirada, tuvo que morderse la lengua para no estallar en carcajadas.
Olga parecía que se había peleado con una máquina de boxeo. Tenía una mancha negra alrededor del ojo que la hacía ver como un mapache con mala resaca. Estaba tan furiosa que le salía humo por las orejas, convencida de que su hermana era la responsable, aunque Nyra juraba que solo la había lanzado "con cariño" a la habitación.
—No te rías, ¡Esto es tu culpa! ¿Cómo se supone que voy a salir a conquistar a alguien con esta cara de bandido de película muda? —chilló Olga.
—Con esa cara de mapache, lo único que vas a conquistar es... un mapache. Jajaja. Además, ¿no estás comprometida? ¡Deja de andar buscando novio! —soltó Nyra. La cara de Olga se puso del color de un tomate maduro.
—Uriel me da igual, ¡No me caso con él, ni que fuera el último hombre de la Tierra! Voy a usar todo el maquillaje de la ciudad para tapar esta cosa, ¡y voy a conquistar a quien me dé la gana —declaró Olga, saliendo de la habitación como un torbellino, dejando a Nyra riendo a carcajadas en el suelo.