El prometido discapacitado de mi hermana

CAPÍTULO 9 —Miedo

Uriel estuvo encerrado largo rato en el baño, riéndose a carcajadas, con el sonido de la risa rebotando en los azulejos como un terremoto sordo. Cuando por fin se detuvo, sintió que le dolía la barriga como si hubiera hecho cien abdominales fallidos.

—Estas chicas van a matarme de la risa o directamente con los platos de la comida. Definitivamente, voy a necesitar un seguro de vida y uno contra la indigestión —comentó para sí mismo Uriel mientras tomaba una ducha para poder recomponerse físicamente y psicológicamente tras el desayuno.

Mientras tanto, en la planta baja, Nyra discutía con su hermana por su último intento de asesinato matutino en contra de Uriel.

—¡¿Estás completamente desquiciada? Lo pudiste haber matado si no llego a tiempo y desvío el proyectil! —Nyra no podía creer que su hermana estuviera a punto de lanzarle el jarrón de porcelana fina a Uriel como si fuera una granada.

—No seas tan dramática, yo simplemente quería que perdiera la memoria, que olvidara que existo, o herirlo de gravedad, así no se casaría conmigo —Olga habló con la calma de quien pide un café, restándole toda importancia al hecho de que intentó causar una lesión cerebral.

—Definitivamente, a ti te faltan todos los tornillos de la cabeza, la tuerca de la razón y el manual de instrucciones. O mamá te dejó caer de chiquita y el golpe lo absorbió tu sentido común —Nyra no podía con tanto descaro de parte de su hermana mayor.

—Nyra, ya déjame en paz, soy mayor que tú, no necesito que me digas qué puedo o no hacer. Ya pareces mi madre con un megáfono —Olga se dio media vuelta y subió las escaleras, lista para tomar todo su maquillaje y convertir su ojo morado en una obra de arte abstracto que solo ella entendería.

Nyra, por supuesto, estaba muy molesta con su hermana, pero ya estaba cansándose de pelear con ella. Parecía un deporte olímpico con cero medallas de oro para ella. Así que decidió que sería mejor calmarse y pensar qué podía hacer para unir a esos dos, aunque le doliera hasta el alma.

Mientras Nyra descansaba y se relajaba, a la mansión volvió a llegar Serguéi. Este abrió la puerta lentamente y asomó solo el ojo izquierdo, como un ladrón de caricatura, para asegurarse de que no anduviera ningún fantasma o criatura que le escupiera orina por ahí. Luego de mirar para todos lados y darse cuenta de que no había absolutamente nadie, entró por completo y se acomodó el traje para caminar con la frente en alto hasta la habitación de su jefe. Esta vez, nadie detendría lo inevitable: dimitir o decirle a su jefe que se buscara otro tonto para sus absurdas órdenes.

Aunque tuvo una mañana difícil con lo del espanto y la orina, ya fue a su departamento, tomó una ducha rápida, recuperó su dignidad (o lo que quedaba de ella) y regresó para enfrentar a su jefe.

Serguéi, aunque estaba decidido a enfrentar a su jefe, aún sentía miedo por el espanto, así que al subir las escaleras se asomó al pasillo gateando un poco, como si estuviera a punto de un ataque aéreo, para asegurarse de que ahí tampoco hubiera nadie.

—Menos mal, de seguro fue a espantar a otro tonto más fácil de impresionar —Serguéi comenzó a caminar hacia la habitación de su jefe, pero se detuvo en seco cuando Olga abrió la puerta de su habitación y lo dejó sin respiración, matándolo del susto por segunda vez en el día.

—Señorita, ¿a usted qué le pasó? ¿La contrataron de muro para un grafiti o se metió a nadar en una piscina llena de concreto? —Serguéi casi se vuelve a hacer encima al ver que el rostro de Olga tenía más maquillaje que una tienda de cosméticos entera.

—¿Qué demonios estás diciendo? Me veo espectacular —Olga se enojó con el hombre que, aunque le gustaba, ya la estaba comenzando a irritar más que un mosquito zumbando.

—Perdón, señorita, pero mi querida madre me enseñó a nunca decir mentiras, y debo decirle que usted parece un piso mal retocado en un mal día. Es demasiado maquillaje el que está usando, se le va a caer a pedazos —Serguéi no midió el daño que podían hacer sus palabras a Olga, y menos a su puño.

—¡Eres un patán! ¡El peor que he conocido! —Olga no lo dudó y le dio una fuerte bofetada al hombre, con la fuerza de un luchador de sumo. Serguéi tuvo que sujetarse de la pared para no caer al suelo tras el fuerte golpe que recibió de la mujer.

—Vaya, debe ser luchadora o alza pesas, porque sí que sabe golpear. ¡Tengo la marca de su anillo en la mejilla! —Olga regresó a su habitación, molesta, mientras Serguéi iba acariciándose la mejilla como si estuviera masajeando una sandía y caminaba a la habitación de su jefe.

—Creí que no regresarías —comentó Uriel mientras terminaba de colocarse la corbata con una calma perturbadora.

—Para mí sería un placer no regresar a esta mansión, jefecito, pero por desgracia este es el único trabajo que tengo. A pesar de los golpes de la vida, las mordidas y las bofetadas con potencia, aquí sigo, listo ahora para trabajar, pero de una vez le advierto que si comienza con sus locuras me iré de aquí y pediré al psicólogo que venga por usted con una camisa de fuerza —Serguéi se apoyó de lado contra la pared porque, gracias a la mordida del perro, no podía sentarse sin sentir dolor, o lo haría gritando como un niño.

—Deja de decir tonterías, no estoy loco, y tú cumplirás todas mis órdenes o terminarás en el cementerio acompañando a tus ancestros. ¡Y me aseguraré de que tu lápida sea horrible! —Uriel no podía creer que su asistente fuera tan estúpido.

—Jefe, yo soy un simple mortal; para cumplir sus órdenes necesita a una persona con superpoderes y sin miedo a nada. Yo le temo hasta a mi propia sombra, ¡y a su prometida, que es peor que una sombra! Por favor, busque a otro para que enamore a su prometida —Serguéi de verdad ya no quería tener encuentros con Olga, esa mujer lo asustaba, en especial cuando estaba enojada. Además, él no creía correcto enamorar a una mujer solo porque su jefe se lo ordenaba, era totalmente antihigiénico emocionalmente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.