El Próximo Viernes.

II

2. El mismo viernes en donde Lezza conoce a Paul.

En blanco             

En blanco. Así se quedó Lezza al escuchar a esa voz proveniente del celular. Su voz sonaba varonil, fuerte y clara, como la voz que salía en los comerciales de Hyper Dreams, lo cual la distrajo mientras la línea quedada en completo silencio.

—¿Sigues ahí?

Saliendo de sus cavilaciones, Lezza tomó el teléfono mientras se preguntaba mentalmente qué diablos estaba haciendo. Con manos temblorosas colocó el aparato cerca de su oído y afinó su garganta para despedirse del desconocido, aunque cambió sus pensamientos a último minuto.

—Hola

Su voz tembló un poco en la primera sílaba. Se sentía idiota porque cualquiera pudiera identificar que no estaba bien con tan solo analizar su tono cansino.

—Hola. ¿Me responderás a lo que te pregunté o quieres dejar el tema?

—Tantas llamadas comenzaban a abrumarme.

Mintió. Una de las cosas que no se permitía hacer nunca. Pero tampoco le diría a un chico cualquiera que tenía problemas con su autoestima y menos le diría que tuvo un mal día en su colegio porque eran detalles que simplemente no le importaban ni a él, ni a nadie.

—Sí. Pero pensé que amabas las charlas en grupo. Frankie y Teddie creen que todo lo que dices debe escribirse en la biblia.

—Bueno... He tenido problemas con ellas.

—En el grupo ya no se siente lo mismo.

—Frankie era la más graciosa, nadie sentirá nuestras diferencias.

—Me refería a ti.

En la soledad de su habitación, Lezzandra se sonrojó. El color carmesí no era tan visible pero su tez blanca era la culpable de que hasta su más tenue rubor fuera notable.

—Será lo mismo.

—No lo será. Por ello también salí del grupo.

— ¿Nos conocemos? De algún grupo, quiero decir.

—Tal vez tú no me conoces, pero comencé a prestarte mucha atención recientemente.

Por poco y se le caía el teléfono a Lezza, quien a pesar de la seguridad que el chico misterioso manifestaba en su tono de voz, no hacía que ella le creyera ni en la más pequeña letra. Para ella, él se sumaba a una lista de chicos que le habían hablado por privado para "conquistarla" pero Lezza siempre tuvo sus propósitos claros y sus pies en la tierra.

— ¿Cómo te llamas?

—Soy Paul. Es un gusto hablar contigo Lezza.

Su nombre, al parecer de Lezzandra, sonó más bonito de lo que creía. Era una combinación entre Lezlie, y Alexandra . Por un error al momento de su registro su nombre fue "Lezzandra" en vez de "Alezzandra" una importante diferencia, que ella admitía, era estúpida.

Se quedó en silencio por unos segundos. Aún se sentía cansada por lo poco (o sea nada) que había descansado y no se encontraba de humor para lidiar con desconocidos, aunque el chico ya había dicho su nombre, seguía siendo un ser humano de los siete mil millones que no le importaban.

— ¿Paul? No recuerdo a nadie con ese nombre.

—No hablé casi nada. Mi hermana utiliza mi celular porque el suyo carece de espacio entre tantas canciones de ese dúo de pacotilla. Entonces...

— ¿Disculpa? ¿Dúo de pacotilla?

—Exactamente. Sus canciones son terribles y ni digamos de sus letras, son puramente banales. Lo único que los mantiene como uno de los más reconocidos dúos es el tener buen físico. Aunque ni tanto en verdad.

—Perdona "Señor me gusta los clásicos de Beethoven y su no se cual sinfonía", apuesto lo que quieras a que estás celoso porque nunca igualarás su nivel de encanto.

Algo que nunca, escucha bien, nunca debías hacer, era discutir con Lezza acerca de BorderTwins. Para ella, eran los mejores músicos de este planeta, con canciones de otro mundo y cuerpos de distintas galaxias. Había muchos detractores de este "dúo" entre comillas ya que estaban a punto de separarse pero ese era un tema sensible para Lezzandra. Más sensible que la noticia de que Jaston, uno de los gemelos, sería padre a su corta edad de veinte años.




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