El Próximo Viernes.

Segunda Parte:

Eran cientos, miles, millones de razones por las que había pensado que su vida no tenía sentido        

Eran cientos, miles, millones de razones por las que había pensado que su vida no tenía sentido.

 Todos lo tomaban como una persona rara, sin ninguna importancia, pero eso nadie lo refutaba. Se había acostumbrado a seguir una rutina, y ese día no fue la excepción; caminó hasta su cama y se sentó en lo que esperaba que el despertador sonara. Otra vez se había quedado despierto toda la madrugada y todo por culpa de su afición a la composición de melodías. Se le había ocurrido una nueva en la noche y ahí es donde comenzaba la división de su vida en varias partes que se interconectaban. Estaba durmiéndose, pero de repente, las notas musicales inundaron su mente como lluvia en el desierto que era recibida con agradecimiento. Se levantó y comenzó a escribir mientras se colocaba sus audífonos grandes favoritos y comenzaba a reproducir una y mil veces la misma melodía hasta que estaba convencido de que era aceptable. Más de cinco horas componiendo el ritmo y sonido perfecto, que se quedaría almacenado en una carpeta que había titulado como "Trabajos de matemáticas" solamente para que nadie se acercara ni estropeara sus composiciones.

Música que jamás saldría de ahí, pues él se rehusaba a aceptar que daría todo por los sonidos y notas musicales que actuaban en el de manera parsimoniosa y calmaban todo su interior. Pensando en lo que había hecho, se sorprendió cuando la alarma sonó con esa canción tonta de BorderTwins que su hermana le había colocado sencillamente para molestarlo, aunque podría haberla cambiado, era la manera más eficaz para que se levantara y apagara el terrible sonido que salía de su teléfono. Como compositor que era, tenía conocimiento sobre ritmos, pausas, melodías agradables pero sobretodo, conocía de sobra los sintetizadores. Su sueño era comprarse un equipo completo, pero tras la crisis familiar, decidió darle ese dinero a su madre quien lo utilizó para lo básico hasta que solucionaron su situación y pudieron vivir más tranquilos. Sus sueños se habían relegado a un séptimo o noveno lugar, ya que primero estaba, su familia, sus hermanos, sus amigos y su música, pero sus sueños...Sus sueños eran para el "Inalcanzables y estúpidos" según sus propias palabras.

De camino a la regadera que estaba a unos pasos de su habitación, consideró la idea de su hermana, era la cuarta en orden de nacimiento, después de él, de que necesitaba una mejor vida social y que ella lo ayudaría, pero desde hace unos días, le tomo mayor importancia a su sugerencia cuando la espió y observó que conversaba con su teléfono, que era costumbre que se lo tomara sin permiso, pero lo mantenía en altavoz. Estaba a punto de quitarle el celular que le pertenecía y dejarla en ridículo con quien sea que estuviese hablando cuando escuchó su voz.

De una tonalidad dulce y grave a la vez, como ese sonido que se venía colando por su mente desde hace días. Esa fue su primera impresión, y la segunda fue que tenía una risa muy melodiosa, de esas que te hacen creer en la felicidad.

Fue ahí donde hubo una parte de él que se inquietó al escuchar un sonido casi perfecto que pertenecía a una persona real, fue ahí cuando descubrió que había sonidos que necesariamente eran perfectos solo con un número reducido de personas.

Fue ahí donde sintió añoranza por volver a escuchar ese sonido majestuoso que para el había dejado de ser una voz y se había convertido en su nota musical preferida.

Sonrió al recordarlo. A partir de ese día no había vuelto a escucharla y le había prohibido a Samie, su hermana, que volviera a tomar su teléfono de nuevo. Dejó la toalla en el pequeño metal que estaba incrustado en la pared y giró el grifo para dejar que el agua cayera primeramente sobre su rostro, porque debía despertarse aunque sea por las malas. Cerró los ojos y volvió a reproducir el sonido que lo tenía tan mal esos días, volvió a escuchar en su mente la voz que se convertía de a poco en algo melifluo, que cobraba sentido solo al recordarlo.

Y es que Paul McCarter, nunca había sentido la necesidad de reproducir de nuevo sus composiciones, pero esta vez quería que el sonido de su voz se inmortalizara en su mente... Y también en su ser.

Y también en su ser        

 




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