7. Entre cortesías, champaña y promesas realizables.
Michael Hawkings no era precisamente un fantasma, o un señor que vendía dulces en la calle cercana al colegio de Lezza, era uno de los chicos más populares en todo Sandersfields debido a su familia: Los señores Hawkings. Dueños de las cadenas televisivas de importancia en el país y una de las más conocidas en el mundo. Ahí es donde radicaba la relación entre la familia Hyper y los Hawkings, los primeros producían los comerciales que los segundos transmitían, era un negocio cerrado, no existía nadie más en ese intercambio que producía mayores cantidades de dinero del que se consigue en un año ganando el salario mínimo. Y eso solo por semana.
Entonces, Michael era una pieza más, al igual que Lezza si los queríamos comparar con objetos inanimados. Ambos eran partes esenciales del juego, en donde la imagen era lo importante. Ambos lo conocían, sus familias suponían ser perfectas, y en todas las fotos sonreían falsamente, vendiéndose al mundo y ellos aceptándolo. La única diferencia era que Lezzandra deseaba salirse del juego cuanto antes, pero Michael no, el deseaba seguir los pasos de su padre y ser el magnate empresarial multimillonario que podría ser si seguía sus reglas y preceptos.
Pero nuestra protagonista siempre vio a Michael como un chico falso de los que abundaban, aunque, es necesario aclarar, eso no decía que fuera feo y tonto, al contrario, encabezaba las listas con los mejores resultados en su colegio y que decir de su físico. Un chico de ojos avellana, cabello rizado color rojizo y un porte atlético adquirido por largas sesiones de ejercicio intensivo, no era un chico para nada despreciable, y eso Lezza lo sabía a la perfección.
Pero en esta historia, nuestra protagonista no temía por cometer un error en la cena y tomar el tenedor que no era, sino, porque Michael era un chico que rondaba a su alrededor y la confundía sobremanera. Algunas veces se acercaba y hablaban del colegio, las materias más difíciles y las fiestas a las que debían asistir, pero otras veces, más bien dicho la mayoría, Lezza debía soportar los acosos del hijo de los socios de sus padres. Era difícil, porque el chico era insistente: le llevaba las bebidas, pedía su mano para bailar una pieza, la sacaba balcón para tratar de besarla (aunque este punto nunca había pasado más allá de un intento, ya que nuestra protagonista portaba siempre un bolso y no temía utilizarlo contra chicos que se sobrepasaban). En fin, lo que a Lezza le preocupó y meditó a la hora de que Marline le tendiera un vestido turquesa largo con pedrería incrustada alrededor de la cintura, fue lo que posiblemente hiciera el mayor de los hijos de los Hawkings; sabía, por experiencia, que Michael no era de los chicos que se conformaban con ser ignorados, sino, que buscaban la manera de encantarte, aunque eso supusiera un enorme reto.
Después de que se colocara el vestido, Marline le aplicó un poco de maquillaje y arregló su cabello en un bonito moño que la hacía lucir elegante y sobria. Lezzandra observó los tacones con desprecio, queriendo taladrar con la mirada a sus enemigos por tantos momentos incómodos que la hacían pasar, mas al final tuvo que ponérselos.
Caminó un rato por la habitación en busca de relajación pero ésta no llegó a su cuerpo y cuando su madre llegó para colocarle unos finos aretes de oro se encontraba cohibida y desesperada.
—Compórtate Lezzandra. Eres una Hyper, demuestra que lo eres.
Bajaron ambas por las escaleras, Rosette caminaba con un porte que destilaba soberbia mientras Lezza simplemente agarraba la parte media del vestido para no pisar la tela al bajar. Samuel y su padre las esperaban al final de las escaleras, sin embargo, Lezzandra decidió caminar sola hasta la entrada de su casa en donde siempre se esperaban a las visitas, dejando sorprendidos a sus padres quienes no dijeron nada debido a que tres automóviles llegaron y se estacionaron en la entrada que daba frente a la casa de los Hyper. Los hombres que venían en el primer automóvil se bajaron para abrir las dos puertas traseras de los autos que se encontraban atrás dejando lucir a la familia Hawkings quienes caminaron lentamente hasta el recibidor.
David y Florence Hawkings llegaron primero, saludando a los mayores mientras Michael y Samarie abrazaron a los hermanos Hyper, en especial Michael, quién le brindó un beso a la mano de Lezza, quien a su vez, se sonrojó.
—Buenas noches Lezzandra, permítame decirle que luce muy hermosa en esta noche.
—Buenas noches Michael, te agradezco por el cumplido.
Su madre la reprendió con la mirada por tratar al hijo de sus socios de esa manera tan descortés pero el incidente quedó en el olvido cuando el señor Hyper los invitó a entrar; algunas sirvientas ofrecían copas con champaña a los invitados y a los dueños de la casa. Lezza se acercó al ventanal y observó con concentración los mosaicos.
—Sigo pensando que te ves magnífica.
Michael se posicionó frente a ella mientras no perdía tiempo en detallarlo. Vestía un traje negro clásico, con la típica camisa blanca y corbata roja a la que estaba acostumbrada a ver. No había nada excepcional ni en su vestimenta, ni en su persona, según el parecer de Lezza, quien sonrió fingidamente ante el comentario.