MI PRIMERA NOCHE EN De Dharma Veda y para mi sorpresa, dormí espléndidamente. Quizás mi cuerpo anhelaba descansar en un cama amplia, cómoda y aireada. Decidí no bajar para la cena, Arudhita hizo mandar a mi habitación a Sunitta con una generosa bandeja con ensalada de fruta y zumo de mango para amainar el calor. Algo que agradecí, ya que el almuerzo fue rico en sabor he intenso en variedad, toda una fuente de sabores para mi paladar.
Quedé impresionada por los suculentos platos que Sunitta junto con otras dos muchachas, que aún no conocía, trajeron a la mesa. Desde Naan un pan fino y plano hecho con masa de harina de trigo sin levadura, creando una textura suave y húmeda, seguido de un picante pollo de mantequilla Masala para devorar junto con Naan. Mi porción de este delicioso plato fue suficiente para satisfacer mis papilas gustativas y dejarme con ganas de más.
El almuerzo desafortunadamente para Aruditha no fue tan extendido como a ella le hubiera gustado, mientras que, para otras sería evadirse de incomodidades. Y no tardó mucho en que las miradas apuntasen hacia mí. Era obvio, yo era la sensación, la novedad y aunque fuese por unos minutos, sería el nuevo tema en la mesa. Las gemelas fueron directas con sus preguntas sobre moda, maquillaje y peinados londinense.
Rania, fue más conservadora, mencionando algún que otro libro leído por un escritor inglés. Sin embargo, hubo un detalle que captó mi atención desde el primer momento en que todos se sentaron a la mesa, y debo decir que aquí, cada uno tenía su sitio, no como en la casa de cualquier buen vecino, donde cada uno se sentaría en la primera silla desocupada.
Como mandaba la tradición, en la casa de los Yogananda, Kamal, como patriarca encabezaba la mesa, a su izquierda se sentó Arudhita, junto a ella Indira y Navani, y junto a las gemelas, Priya y Rania. Al lado derecho se sentó Sashi y aquí viene lo más elocuente. Una silla vacía; con cubiertos, plato y servilleta. Como si estuviera esperando a su comensal, el cual nunca llegó, y después estaba yo, como invitada y profesora de las gemelas. Me daba por así decirlo, un privilegio de estar cerca de Kamal.
Aquella silla vacía, me hizo preguntarme quién sería ¿quizás un familiar al que esperaban? ¿un familiar al que nunca más verían, pero mantenían su recuerdo con aquel pequeño gesto? ¿o era un lugar especial para el candidato elegido? Esas preguntas me rondaron durante todo el almuerzo y parte de la tarde.
Aprendí palabras nuevas, que no dudé en apuntar en mi libretilla que llevaba siempre conmigo, me gustaba recopilar anotaciones para después estudiarlas en la intimidad de mi habitación. Supe entonces que Mummy y Papa, era como se les llamaba cariñosamente y por respeto a Arudhita y Kamal, al hermano mayor en este caso Sashi, le llamaban Bhai, hermana Didi y cuñada Devrani…Y así, fue como empezó mi lista de palabras nuevas, y a las que mis oídos tendrían que familiarizarme.
***
A la mañana siguiente, inclinada sobre mi escritorio en la clase de estudio cuando una sombra pasó por la ventana. Curiosa me acerqué, para comprobar que un par de tórtolas se acomodaban sobre el alfeizar de mármol. La mañana amaneció con un sol radiante y dispuesto a brillar con intensidad durante todo el día. Tras un suculento desayuno y con mi segunda taza de té aun por terminar, me sentía enérgica, dispuesta más que nunca en ser la perfecta profesora que la familia Yogananda veían en mí. Las nueve campanadas prominentes del estudio de Kamal, desde el segundo piso, anunciaban un día prometedor. Sin saber cómo, a mi mente volvió a la escena del día anterior, en el almuerzo. La silla vacía.
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Editado: 25.08.2024