—Tiene que irse, —dije, lentamente, abriéndole más la puerta para que saliera de mi habitación. Porque mientras viviera bajo el techo de la familia Yogananda, esta habitación era mía. Me pertenece mientras decidiera quedarme. —Ahora, por favor, señora Patel, no lo hagamos más incómodo de lo que ya es. Pero asegúrese de que no vuelva a suceder, porque me aseguraré de que sus cuñados sepan de esta desagradable visita.
Priya avanza unos pasos, su mirada bruscamente atenta.
—Es muy interesante lo que dice. ¿Cree que me asusta, con sus altos estándares de modales británicos y todo su comportamiento encantador? ¿A quién quiere engañar, señorita Sherwood?
Inclino la cabeza hacia atrás contra la madera de la puerta y aprieto los dientes. No sabía por qué estaba aquí, y por qué actuaba de forma tan rara contra mí. No hice más que ser cortés con ella y, por supuesto hacer todo lo posible por evitar este tipo de situaciones.
—¿Sabes que si... Los Yogananda... especialmente ella, su cuñada supiera que está aquí, Estoy segura no se alegrará para nada.
—Oh, sí. Más bien le darías alguna motivación, ¿no? ¿Crees que me echará…que nos echará de aquí?
La voz de Priya tenía un tono extraño, no me daba buenas vibraciones y ella debería salir de mi habitación... dejarme en paz. Me sentía un poco asustada. Aquella mujer estaba perturbada por algo o arrastraba un oscuro pasado del que estaba dispuesta hacerme culpable, de algo quien sabe quién. Y parecía ser que yo era como responsable de sus desgracias.
—¿Dígame qué quiere, señora?
Las pestañas de Priya cayeron; su sonrisa se volvió más seca. Pasó una mano lentamente por un pliegue de su arrugado sari.
—Es muy sencillo, señorita Sherwood. Aléjese del futuro de mi hija.
—¡Disculpe! —Eso fue ridículo. Pensé ¿Qué futuro? ¿Desde cuándo yo era un peligro para el futuro de Rania Patel?
La sonrisa de Priya se ensanchó brevemente, y luego desapareció. Sus dedos se movían de un lado a otro, jugando con los pliegues de su sari. Y yo solo creía estar viviendo una pesadilla y bastante despierta.
—¿Por qué se ciega al creer qué no lo ve, señorita Sherwood? —dijo con una voz, entre pena, y muy muy enojada.
—¡Ella es mala! —volvió a decir. —Me lo quitó…yo los vi, con mis propios ojos. —añadió cubriéndoselos con las manos, para después bajarlos. —¿Como se sentiría al saber que su marido…no es el hombre con quien se casó? Que la deseó por un corto periodo de tiempo por culpa de ella… ¡La maldigo! Y hare que lo page. Y ahora usted está aquí, tan bonita, tan perfecta… ¿Es que no lo ve? No puedo permitir que la historia se repita con mi hija. No lo permitiré. ¿Me entendió?
No supe que decir. Solo supe asentir de algo que ignoraba.
—Bien, me alegra que lo entienda, porque arrebataré torres si es necesario por parar cualquier obstáculo que impida la felicidad de mi hija. Ella lo merece. Yo lo merezco. Lo merecemos y con él todo volverá como debió ser desde un principio.
Y sin más, Priya Patel abandona la estancia de la misma manera que la encontré. Sorprendentemente. Amargadamente una mujer sedienta de venganza, ¿pero de quién? Cerré de un portazo la puerta de mi habitación sin importar que los muros De Dhama Veda temblasen.
Nerviosa, decidí eliminar ese episodio de mi mente, al menos de momento. Quería concentrarme y disfrutar en la carta que le escribiría a Eleonor. Tras dos vasos de zumo de frutas y media hora de lectura y algunos minutos en escribir unas letras, leía por segunda vez la carta que mandaría a Eleonor.
Mi Querida Eleonor,
Esta será mi segunda carta desde que llegase a De Dhama Veda… Aun sigo esperando respuesta tuya, aunque se también que todo parece estar a millones de kilómetros de este país. Entré en la India casi cuatro semanas atras y parece que llevo aquí una letanía. La cocina india me parece bastante rica he intensa en sabor, pero, aun así, disfruto cada bocado. El té es simplemente delicioso y el dulce una tentación... irresistible de ignorar. Sin embargo, sigo adaptándome al clima. Mis alumnas dicen que India crecerá dentro de mí y me acostumbrare como una más de la zona. Espero que ocurra pronto, puede ser un poco difícil soportar el calor, sobre todo por las noches... Prefiero las mañanas, el amanecer es maravilloso. Quizá pienses que exagero, pero aquí el sol es tan brillante y grande que a veces siento que podría tocarlo. Me gustaría ir a la ciudad, visitar Mumbai ya que aún no he tenido la oportunidad de ir. He oído que allí hay una tienda llevada por una pareja de hermanos ingleses… Mark y Henrietta Smith. Tienen empleados nativos y mercancía de Londres. Definitivamente me gustaría hacer una visita, tal vez me haga sentir más cerca de casa. Cerca de ti. Y de todo lo que dejé atrás.
¿Como llevas la vida de casada, señora Hamilton? Estoy segura que te adaptas magníficamente. Y espero ansiosa buenas nuevas. Saludos a Richard y a tía Gertrudis.
Con cariño, Bev.
Sin poder reprimirlo, una sensación de tristeza me invadió. Estaba tan lejos de todo y tan cerca de nada…por que aún no sabía que haría con mi vida. Con mi futuro. Solo sabia una simple verdad. Creo que me estaba enamorando de él. Devdas me había hipnotizado con su mirada y su aura de misterio.
***
El reloj de pared anunciaba las once de la mañana, decidida a no dejarme amainar por el estado mental de Priya Patel y su drama familiar, decidid salir a dar un paseo. No había mucho que hacer. No había clases que atender, aún seguíamos en la resaca del gran evento que ocupó los días de un calendario para un día consumado de celebración.
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Editado: 25.08.2024