El Que No Pude Tener

Capítulo Veintidós

 

 

                              

SASHI YOGANANDA ESTABA SENTADO EN EL salón, donde semanas atrás me sentara por primera vez y conociera a su madre Arudhita, y su mundo fantástico y deslumbrante…con el que ya, comenzaba a familiarizarme.

Se sentía muy incómodo, pero no podía dejar a los hermanos Smith y dueños de la tienda The Little Brittain en la ciudad de Bombay a la merced de los sirvientes.

Sabía que su madre pondría el grito en el cielo si se enterase de que no había sido el anfitrión que ella esperaba. Por lo que en un estado de puro aburrimiento miró fijamente el líquido humeante en su taza, de color amarillo pálido con dibujos de hojas de cerezo en el fondo, y concluyendo que era más de lo que podía soportar, estar ahí y beber té, cuando prefería estar en otro lugar.

Pero nada ayudó. Debía quedarse, esperar y entretenerlos con una conversación trivial. Para su suerte, la señorita Henrietta Smith estuvo muy involucrada hablando sobre cuán productiva y cuánta mercancía llegó hacia apenas unos días.

Para Sashi, el té era como los hermanos Smith. Sencillos y sin apenas gusto, pensó. De gente lúgubre y civilizada. Personas que nunca mentirían sin culpa. Personas que nunca robarían sin razón. Personas que nunca fornicarían en ningún otro lugar excepto en sus propias camas, con las cortinas cerradas. En la oscuridad.

No debería haber aceptado la petición hecha por su madre. Pensó por decima vez. Debería haberse ido después de salir de su reunión esa mañana. Y no aquí, atrapado con los hermanos Smith. Fingiendo escuchar a la señorita Henrietta parlotear sobre vestidos o sombreros o sobre lo orgullosos que estaban.

Y una persona le vino a la mente. ¿Dónde estaría la señorita Sherwood? Es ella quien debería estar aquí, y quien debería entretenerlos. o al menos podrían hacerlo juntos. Entonces, en el borde mismo de su percepción, algo cambió.

Sashi levantó la mirada por encima de los hombros de sus invitados.

Y fue cuando la vio, pasaba por la puerta, caminando con esa gracia fluida, casi angelical, que nadie más en la casa parecía captar o siquiera notar.

Y notó algunas cosas en ella.

Uno: Beverly pasó de las sombras del pasillo a la luz proyectada desde el patio interior. La vio iluminada, sus colores algo apagados de su indumentaria matinal se volvieron brillantes; su piel de alabastro, reflectante, su cabello dorado, más hermoso de lo que recordaba.

Dos: Su mirada se encontró con él, más allá de las otras dos personas dentro de la elegante habitación con espejos y tapices, muriendo por centímetros y tomando su té.

Tres: Sashi quedó paralizado. No podía sonreír, no podía asentir. Estaba atrapado en el color violeta de sus ojos, prisionero de su penetrante claridad. Por un instante, Sashi sintió que su corazón explotaba como un fuego artificial, y su futuro pareció no estar escrito.

Y cuatro: Beverly miró hacia otro lado y pasó de largo, hacia las escaleras. Hacia la intimidad de sus habitaciones. Una vez más Sashi se vio atrapado entre el té, sombreros y vestidos.

                                                                        ***

Estaba pensando en el beso... el beso de Devdas, el que no tuve hoy pero seguro que podría ser tan asombroso como lo fue la primera vez. Pero me desanimó descubrir con la rapidez como me había afectado el vino dulce y especias de Devdas, pero al menos conocía la cura y no podía arriesgarme a que me notaran que podía sentirme un poco embriagada… y no solo por el vino. especialmente después de haber vislumbrado a Sashi allí, con sus ojos oscuros como llamas, clavados en mí. Por lo que me retiré a mis habitaciones para descansar.

A la hora de cenar, aparte de un dolor sordo en la frente y una leve languidez en la lengua, estaba más o menos fresca otra vez. Pero sedienta por volver a verlo.

Tuya.

Se lo susurré a mi yo—espejo que observaba mi rostro, mis pupilas negras y redondas, reducidas en anillos deslumbrantes por el vívido color violeta.

Tuya. —Dije en voz alta, y la mujer del espejo sonrió lentamente.

Incluso ahora no creo que ninguna consecuencia persistente del vino haya sido responsable de lo que pasó hoy. Creo que era algo que estaba destinado a ser: el omnisciente conocimiento de Devdas sobre el pasado. Sobre nuestras vidas paralelas. Sobre nuestro futuro.

                                                                             ***

Sentada frente a mi ventana abierta, podía deslumbrar una luna reluciente, enorme y redonda como un queso, me dediqué a leer y a saber más sobre De Dhama Veda. La gruta original fue construida por los descendientes Yogananda y nunca fue utilizada por los conquistadores británicos. Gracias a Dios, pensé, hubiera sido una pena y un desastre.

Lo bueno es que siempre estuvo gobernado por los Yogananda, la riqueza de la familia y las tierras fértiles cercanas. Este fue el hogar de un señor poderoso y próspero y su familia. También habría sido el hogar de todos sus hombres, sirvientes y sus familias. Un edificio de este tamaño podría haber tenido varias docenas de personas viviendo en su interior, y eso es incluso antes de que comencemos a considerar el actual De Dhama Veda.

Qué primitivo, pensé. pero necesario. Me imaginé a ese poderoso señor que controlaba esta propiedad y acres y acres de tierra. ¿A dónde iría para tener privacidad? ¿Dónde se retiraría con su familia para escapar de los eternos ruidos, olores y demandas que su poder exigía en general?

Me vino a la mente un lugar. ¿Podrían haber usado el lugar maravilloso donde pasé ese momento mágico con Devdas?

Y nadie ha estado allí desde… durante muchos años… solo Suhan y Devdas, los que aparentemente decidieron usar ese lugar como un consuelo, un lugar donde estar solo sin ser juzgado, un lugar donde podrías estar. rodeado de belleza y un lugar tranquilo donde conectarte contigo mismo cuando nadie más te quiere cerca




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