El Que No Pude Tener

Capítulo Veintiséis   

 

 

BAJO UNA LUNA CRECIENTE, el terreno se abría en una extensión de pastos ondulantes y escaleras de mármol, miradores y árboles. Invitados elegantemente vestidos se arremolinaban como pétalos de flores sueltos al viento.

Las antorchas ardían a lo largo de los senderos más alejados, brillantes puntos de color naranja contra el cielo cada vez más negro; Las linternas chinas de la tienda más exquisita de Mumbai, brillando en rojo, verde y turquesa, se balanceaban plácidamente en los árboles.

Una orquesta tradicional india, tocaba a forma de bienvenida unos valses ingleses desde el rincón del jardín justo enfrente de nosotros, en un espacio abierto reconvertido en pista de baile, para aquellos que fueran más aventureros para bailar cuando el licor y el pudor les desapareciera. El resto de los jardines estaba ocupado por mesas de comida elaboradamente decoradas, vino local, lo mejor de la comarca y champán.

Este parecía ser el evento más trascendental que dar la bienvenida a la sociedad a dos adolescentes.

Bajé las escaleras desde la casa hasta los jardines, con el satén apretado en ambas manos, me dirigí hacia la línea de recepción donde los Yogananda recibían sus invitados, justo al lado de la entrada.

Sashi estaba de pie junto a su padre, ambos lucían tan impecablemente perfectos que parecían sacados de una revista de moda india, en verde y cobre, una combinación deslumbrante.

Saludé a algunas parejas a las que reconocí en Holy celebración. Los patriarcas Kamal y Arudhita Yogananda estaban parados en medio de la gloriosa entrada con maravillosos atuendos, joyas y perlas de pies a cabeza. Y listos para asombrar una vez más.

Una pareja joven llegó junto con sus padres mayores buscando el mejor lugar desde donde observar todo el evento.

Los hermanos Smith, fueron los segundos en llegar. Henrietta Smith llevaba unos brillantes pendientes de rubies, haciéndolos mover con su giro de cabeza a un ritmo que parecía una marcha de Sousa, lo que parecía exquisitamente apropiado.

Y su voz adquirió un tono cantarín cuando dijo.

—Es maravilloso, qué bonito se ve todo con las lamparás ardiendo.

—Para vernos mejor, querida señorita Smith, —dijo kamal. Para después dirigir su mirada a la oreja de su esposa, donde un impresionante diamante colgaba de su lóbulo elegantemente. Arudhita se veía deslumbrante, y ella lo sabía, mientras se abanicaba graciosamente con un elegante abanico de plumas de pavo real, elaboradamente creado.

—Señorita Smith, Confío en que el viaje desde la ciudad no haya sido demasiado agotador.

—En absoluto. Usted es, como siempre, el anfitrión más amable...

Me moví ligeramente hacia un lado y Sashi apareció directamente frente a mí. Nuestros ojos se cruzaron. Él no habló. Yo tampoco hablé.

—... ¡sin duda se ha superado este año! Qué transformación más bonita de los jardines, realmente inspirado....

Arudhita afirmó, orgullosa de su entorno.

El teniente Bradford, inclinándose detrás de mí, puso una mano en mi codo.

—Qué reconfortante verla señorita Sherwood entre nosotros una vez más. Me atrevería a decir que la India le está ganando cariño, no debemos decepcionar a nuestros anfitriones, ¿qué opina, señorita Sherwood? Aquí hay demasiados invitados deseosos de hablar con ellos.

—Qué placer volver a verlo teniente Bradford.

—¡Tom, por favor! Ya nos conocemos un poco.

—Por supuesto…Tom.

Por el rabillo del ojo, pude ver a Sashi mirándonos directamente mientras cortaba la distancia con pasos cortos y firmes… y no parecía nada contento de ver que Tom tenía mi atención. Y Dios sabe lo contenta que me sentí por ello.

—Buenas noches teniente Bradford, —lo saludó Sashi, luciéndolo como si fuera el dueño de la casa.  Y pudiera quizás que algún día llegaría a serlo, me dije.  Pero no hoy, no esta noche.

—Igualmente, joven Yogananda. Y por favor permítanme agradecerle a toda su familia por esta espléndida invitación. —Esto último lo dijo mirándome.

—Me alegra oír eso teniente. y si ambos me disculpáis, tengo algunos invitados a quien saludar. Que lo pasen genial, —logró decir Sashi, sonriéndonos a ambos y se alejó.

—Me pregunto, ¿qué hizo que el joven Sashi huyera tan rápido?

—¡Invitados! —dije. Con una sonrisa de satisfacción, sintiéndose libre de su cercana presencia.

                                                                     ***

Quince minutos más tarde Indira y Navani hacían su espectacular entrada en el jardín principal, bajo una dorada carpa cargada por cuatro sirviente inmaculadamente ataviados, que las cubría mientras caminaban como dos verdaderas princesas hacia sus padres, quienes satisfechos la observaban con gran orgullo…y con ambición.

Las gemelas Yogananda eran dos piezas de un juego que podría elevar el estatus del nombre familiar a otro nivel. Un lugar nunca imaginado y mucho menos posible de concebir.

Pero algo era bastante obvio para este matrimonio tan peculiar. Se presentaban a sí mismos como un matrimonio perfecto. Como una pareja unida. Como una familia inquebrantable.

Tom se quedó conmigo. Por acuerdo tácito, nos dirigimos a las mesas más cercanas, a nuestro paso un sirviente elegantemente vestido para un evento tan pomposo, nos saludó y nos entregó una copa de champán francés.

El vals pasó a música más tradicional. y nos quedamos allí, asimilando todo.

Ostras en bandejas de hielo picado, patas de ternera esperando a ser cortadas, bandejas con delicioso arroz aromático cocinado de diferentes maneras, el aroma de pollo korma, y pollo al curry sazonado con ricas especies. Bandejas de cordero glaseado, alcachofas asadas, chapatis humeantes aromatizadas con salsa de limón. Diferentes tipos de quesos de cabra y uvas. Kulfi o helado indio de coco, pistachos y mango, servidos en pequeños moldes de metal. Y Barfi, un dulce que no podía faltar en ocasiones especiales, con forma de diamante hecho a base de leche condensada, frutos secos y cubiertos con una capa fina de azúcar caramelizada dándole un color dorado de increíble sabor.    




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