Es más para mis hermanas. Ellas son las estrellas esta noche. Eso nos hace únicos e importantes y.… necesitamos que los demás sepan que los Yogananda son una familia que no deben extrañar en absoluto.
—¿Por qué?
—Es bastante simple. Porque somos fuertes. Soy duro, fuerte como mi madre.
Él se paró. Caminó hasta el escritorio de su padre, luego hacia la ventana. La expresión de su rostro era la de un joven orgulloso y arrogante, un hombre que piensa que debe tener cualquier cosa que desee. Un hombre sin límites y dispuesto a no permitir que nadie ni nada se interponga en su camino.
—Ahí abajo está el poder, señorita Sherwood. —Fijó su atención más allá del cristal, más allá del toque de luces de los farolillos chinos de la fiesta de sus padres, hasta la parte más negra de la noche. —Tal es el poder de tener los oídos de aquellos que pueden aportarte lo que deseas… Soy el único heredero. El que algún día dirigirá este lugar... De Dharma Veda. Ellos lo saben y sé cómo hacer que se lo susurren a todas las personas que nos interesa. La sangre de mi madre fluye con demasiada libertad por mis venas.
Le contaré un pequeño secreto, Beverly... un pequeño secretito familiar, pero muy conocido dentro de estas paredes. Sin embargo, nunca salió y nunca lo hará. Confío en su inteligencia como mujer... algo que no hago muy a menudo... como una extensión de mi madre, por supuesto.
Pero le diré que oficialmente son soy el primogénito. Hay un heredero. Pero para todas mis cuentas él no cuenta para nada... es como si no existiera a pesar de que está muy vivo. Y nadie le da crédito a una persona que no existe. Y también sé que nos escucha. Puede vernos, pero, aun así, él no existe para nosotros.
Sashi se giró para verme.
—Prácticamente murió en vida, consumiéndose con el poder impotente de saber que no puede hacer nada. No puede quitarnos nada. No puede quitarme nada.
Guardé silencio, pero mis ojos volvieron a los suyos. Supe en ese momento quién podría ser esa persona. Ese hombre que con su tranquilidad irrumpía constantemente en sus vidas. El heredero. El merecedor de todo y por derecho. Ese hombre cuya única presencia hacía que todos se sintieran incómodos.
Y creí saber en este simple momento que ese hombre era Devdas, y tenía un trabajo que hacer aquí. Amo a Devdas y él también me ama. Conozco mi posición privilegiada en la casa y pensé en la posición de Devdas, en lo que le quitaron por años. Tan injustamente. Con tanta crueldad.
Sentí las lágrimas quemando mis ojos... por un segundo me permito sentir por el hombre que realmente amo. Por el hombre sin un futuro incierto. Enfoqué mi mirada en Sashi. Una sonrisa amarga se dibujó de nuevo en su rostro.
—Al menos sé que al final no perderé. —terminó.
—Sashi—dije, haciendo de su nombre un sonido terrible, un sonido espantoso y encantador que lo traspasó hasta lo más profundo.
Apretó sus labios, se quedó en el lugar sin moverse, mirándome, dispuesto a entregarse a mí con un simple movimiento de cabeza.
—Sashi—repetí y bajé el brazo. —¿Lo viste? ¿El heredero?
—No, —respondió al instante, mirándome directamente. Sabía lo que podría hacer... si alguien subestimaba a la familia de Yogananda. A él.
Pero no le creí, ya que aquel frío, arrogante con aires de príncipe, era un hombre asustado de lo que pudiera pensar el verdadero heredero. Lo que podría hacerles en el momento adecuado.
Sabía que las mentiras, los rumores, las máscaras; Ahora me di cuenta de que estaba compuesto de poco más. He hizo lo único sensato que podía hacer: alejarse. Fue demasiado lo hablado por una noche. Sashi salió del estudio y regresó a la fiesta.
No volvió a buscarme durante la noche.
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Editado: 25.08.2024