El Que No Pude Tener

Capítulo Treinta y Dos

 

                  

UN LENTO Y PUNTO PALTANTE EMPEZÓ A inundar la palma de mi mano. Con la misma lentitud, Sashi acercó su rostro al mío. Allí estaba la huella de mi mano, roja sobre marrón, como los rasguños a lo largo de mis piernas.

—No tienes idea de lo que puedes crear, —le espeté. —No estás pensando. Estás actuando como un niño.

—En realidad, —murmuró Devdas, irónico, —está actuando como un adulto mimado.

Ambos nos movimos para mirarlo.

—¿Qué dijiste? —Dijo Sashi, con un sonido ahogado.

—¿Qué? —Dije, en voz alta, aun sabiendo que era verdad,

—Díselo, Beverly, o lo haré yo. —Devdas puso una mano en mi hombro. —Tarde o temprano lo descubrirá.

Negué con la cabeza. Lo miré fijamente, diciéndole con mi mirada que debía estar bromeando... ¿cómo podría decirle eso? Cuando eso no estaba en mi mente. Cuando yo era una intrusa en la casa de los Yogananda. En mi mente estaba cómo hacerles saber a ambos que eran medio hermanos. Y siento el decirle a Sashi que debería respetar a su hermano, Devdas era el primogénito y Dios sabe que ese era el mejor secreto que vivía entre ellos.

—Beverly. es importante.—dijo Devdas,

—Sashi no nos delatará. Estoy seguro de que no lo hará.—Añadí.

—Pareces muy segura de eso, —interrumpió Sashi, todavía muy furioso.

—No permitiré que hagas eso, Sashi. —Dijo Devdas dándole una mirada autoritaria y mirándome. Sobrio y decidido, amor y luz detrás de su mirada. —Mantendras la boca cerrada.

Sashi apretó los puños. Miró de mí a Devdas y luego a mí, y la furia que lo envolvía ahora era fuerte como un hedor.

—Estáis los dos locos. No escucharé nada de esto...

—Oh— dije en voz baja. —Oh.

Porque en ese momento, con la pesades de la fresca gruta, con el río subterráneo, la luna y las paredes centelleantes, entendí que Devdas me estaba diciendo lo que en realidad no me había dicho. Observé el rostro agudo e infeliz de Sashi y vi la huella de mi mano nuevamente.

Entendí su confusión, su malestar, su ira y su miedo sofocante.

Devdas estaba confirmando todo lo que había sospechado desde que Sashi me dijera la verdad en el estudio de su padre.

¿No sería más sencillo comprender toda la situación?

—Creo que hay algunas cosas que aclarar entre ustedes dos... y también creo que conocéis la mitad de la historia. No tienes que estar enojados molestos o incluso decepcionados, —dije, mirando más allá de Devdas hacia Sashi.

Traté de sonreírle, pero sentí los labios entumecidos y no sé si lo logré; Sashi me devolvió la mirada con arrogancia.  

Los dedos de Devdas apretaron mi hombro con suavidad, un silencioso mensaje de tranquilidad.

—Espero que puedas perdonarme por golpearte—dije, y lo dije en serio. Noté que Devdas atrapó el chaleco largo antes de que llegara al suelo.

                                                                                   ***

Nos reunimos esa noche en las habitaciones de Devdas. Sashi había querido que los tres fuéramos al estudio de su padre ya que solia estar desierto a ciertas horas, especialmente después de las diez de la noche.

Pero Devdas, no estuvo de acuerdo. Era mucho menos riesgoso para Sashi y para mí ir a donde él vivía, que para mí y Devdas entrar en De Dhama Veda.

—No podemos arriesgarnos a que nos vea cualquier sirviente. —dijo Devdas, —y Beverly no puede ser vista sola con ninguno de nosotros en la casa. Por lo que mi lugar es el más idóneo y seguro para esta ocasión.

Por nada quería arriesgarme a ser vista. No me importaba lo que estos dos tontos pudieran pensar. Mi invisibilidad era prioritaria, así que no dije nada.

Y fue como acabamos, los tres nos sentamos uno frente al otro en la mesa de Devdas, quien se decidió por preparar unos refrigerios a base de mango y piña y trajo algo de comida. Y debo decir que no sabía de dónde lo sacó.

Devdas pensó que podríamos hablar de todo mientras comíamos. Puso en medio de la mesa unas samosas, Desi Bhutta y un poco de Pav bhaji.

La habitación estaba tranquila, los sonidos de las pequeñas criaturas de la noche, sonaban reconfortante de escuchar y agradecí que esta noche tuviera una luna brillante.

Me sorprendió ver a Sashi en el entorno de Devdas. Su cabello oscuro, sus intensos ojos negros. Su postura desafiante, sin estar dispuesto a aceptar nada que no viniera de él.

Y luego miré a un Devdas, no se parecía en absoluto a su medio hermano. Él era magnífico, era humilde, y parecía brillar más que cualquiera de nosotros. Quizás eso es lo que significa haber nacido con una fortuna que nunca recibió. Pero púlelo hasta que brille, he iluminará el mundo, sin importar adónde vaya.

Incluso en la penumbra de las velas, Devdas parecía inadecuado para aquellas humildes habitaciones. Pero él lo apaciguaba todo muy bien, con su carisma, su belleza masculina.

No sabía qué decir... No quería ser la primera en comenzar con lo que podría ser una larga noche de conversación por delante. Sentí que ese no era mi lugar en absoluto. Tienen mucho que decirse y mucho que aclarar y la parte más importante era que Sashi entendiera que Devdas era el verdadero heredero. El primogénito. El señor y dueño De Dhama Veda, en un futuro cercano.

Una vez que Devdas sirvió la bebida, tomó asiento a mi lado. entrelazó sus dedos con los míos y puso nuestras manos unidas sobre la mesa, a simple vista.

La felicidad comenzó a extenderse por mi brazo con su tacto. No fue sutil, pero estaba claro

—¿Cuánto tiempo hace que ambos...? —preguntó Sashi.

—Desde siempre, creo. Puede que te resulte difícil entenderlo, Sashi. Pero la he estado esperando... esperando a mi alma gemela durante todos estos años de mi edad adulta.

—Nunca pensé que pudieras tener tanto talento, Bervely. Dulce e inocente... y la realidad fue bastante inesperada.




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