El Que No Pude Tener

Capítulo Treinta y Tres

                             

 

SOLO UNA NOCHE MÁS —dijo Priya una vez más después de que la luz se desvaneciera y su hija recibiera su plan de visión.

Se había alejado de la mesa sin darse cuenta, su silla ahora estaba apoyada sobre sus pies. Priya ya no tenía esa mirada horrible que la había asustado, que parecía hervirle la sangre hasta convertirla en un guisante y enviar su mente a un balbuceo feroz y frenético; No puede ser, no puede, no puede ser.

Y como un deslumbrante recordatorio de los imposibles hechos que se harían posibles, la blanca luna llena apareció afuera, bajo una noche oscura, el parpadeo de las estrellas en el cielo. Priya parecía no poder dejar de mirarla.

En la lejanía del exterior sonó el cantó de una canción placida que tintineaba suavemente como campanillas de hadas debajo de nuestra conversación.

—Debes saber que nunca quise que esto acabase así. Jamás pensé en acabaría el resto de mi vida… Nuestras vidas, como dos recogidas, y así, —decía su madre. —Pero tengo que hacerlo por mí, por ti, y lo más importante de todo... para hacer justicia. Arudhita ha estado haciendo su voluntad sin remordimientos por todo lo que nos ha causado. Y a tu futuro.

Están disfrutando de una vida que no les pertenecen, que no merecen... La vida que tú deberías tener... La que te pertenece. Esta será la tercera o cuarta generación de los Yogananda. Y cada generación han pasado por la línea matriarcal o por la paterna. Es sorprendente cómo esta generación de Yoganandas, ha salido podrida por la avaricia y el poder.

—Estoy de acuerdo contigo, madre. Sólo espero que el plan para esta noche no tenga ninguna clase de contradicciones. —agregó Rania, pensando en lo mucho que les cambiara la vida. En como cambiará la de ella.

—Sé cómo sucederá, hija mía. Desgraciadamente he tenido demasiados años para planificarlo a la perfección. He estudiado todos sus movimientos. Sus rutinas diarias, desde el día después de que los pillé a ambos...

Priya dejó caer la cabeza entre las manos y emitió un sonido parecido a un gemido. —Se que no estoy loca, aunque a veces creo que lo estaré. Por eso tengo que terminar este asunto pendiente que me consume desde mis entrañas. No viviré para siempre y no fingiré lo contrario. Pero como prometí a los pies de la tumba de tu padre, me la llevaré conmigo. El Karma se lo llevó a él. La bruja de Kumari se la llevará. Ya lo verás. —dijo bruscamente.

Priya volvió a negar con la cabeza como si con ese gesto simplemente sacudiera a los demonios de su mente.

Rania notó que su madre tenía profundas ojeras debajo de los ojos. Falta de sueño y de descanso inadecuado.

Fue hacia su madre y la rodeó con sus brazos. La sintió tan frágil y fuerte a la misma vez. No podía esperar hasta que todo terminara. No podía esperar a que comenzara su nueva vida.

—La bruja Kumari conseguirá su propósito. —añadió Priya, hundida en los brazos de su hija. —No hay duda de eso. Estará en su naturaleza. Le divertirá muchísimo reclamarla, y no dejará de intentarlo como lo ha estado haciendo durante décadas. Y cuando eso suceda...

—Espero que sea pronto y rápido.

—Cuando eso pase, —repitió resueltamente—, quiero que recuerdes dos cosas. Una: Te traje a este mundo con un gran propósito. Y la segunda: Hazlo lo mejor que puedas, hija mía. Usa tu cerebro y usa mano dura con aquellos que no fueron respetuosos contigo... Con nosotras.

 

                                                                    ***

ACORTÉ LA DISTANCIA Y FUI A DEVDAS, lo rodeé con mis brazos. Después de sólo un segundo de vacilación, sus brazos se levantaron para abrazarme a mí también.

—No quiero vernos separados, —susurré. Sentí su pecho expandirse debajo de mi mejilla.

—Esta situación puede ser mucho más difícil de lo que anticipé.

—¿Qué parte?

—Todo. —dijo Devdas llevando una mano a mi cabello, sus dedos jugueteando con un mechón. —Las cosas están a punto de cambiar rápidamente en cuestión de días, Bev.

Le fruncí el ceño.

—¿Qué quieres decir?

Devdas metió un mechón detrás de la oreja, sus ojos color esmeralda oscuro, sus pestañas iluminadas por la luz de las velas.

Supo recientemente que los asesinatos en Bagh ocurridos hacia apenas unos días marcaron el comienzo de la resistencia contra las leyes excepcionales del gobierno colonial. Y supo que era el comienzo de algo más grande. Más peligroso. Los hindúes y los británicos estaban de sobra cuando el gobierno de una nación estaba en peligro.

—Te mantendré conmigo hasta mi último aliento...Pero si pasa algo, —dijo besando mi sien... —Quiero que recuerdes dos cosas. Una: Te amo desde antes de saber que vivías. Y dos: debemos estar preparados para cualquier cosa que nos pueda sobrevenir.

—Mi corazón ya está reclamado, querido. Y estoy dispuesta a sobrellevar cualquier obstáculo que pueda interponerse en contra de nuestra felicidad y el permanecer juntos—Respondí. Y para demostrarlo, agarré su blusa de algodón, me puse de puntillas y acerqué mis labios a los suyos.

Dulce como la miel, más cálida que la llama de una vela, más suave que el pan.

La gente a menudo hablaba con el éxtasis religioso de la leche y la miel, pero si no tuviera nada más que Devdas para consumir durante el resto de mis días, moriría como una bestia pagana, contenta.




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