El Que No Pude Tener

Capítulo Cuarenta

Bradma dejó la cama, mientras se hacía con su churidar que yacía en el suelo, a los pies de la cama. Kamal observaba cada pequeño movimiento de su hermano, mientras en su mente intentaba asimilar todo lo ocurrido. La decepción y el sentirse defraudado por el ser tan cercano, como lo era su hermano.

¿Como controlar los sentimientos de odio, rabia y venganza en tan breve periodo? Tenía que hacer algo al respecto… ¿A que más se atrevería Bradma hacerle en el futuro? Pensó. Él, era el primogénito con todo el derecho sobre De Dhama Veda y de todos los que vivían bajo su techo.

Después de pensarlo con frialdad, Kamal llegó a la conclusión de que solo había una salida. Y daba por sentado que el lugar de su hermano estaba de más.

—Creo que deberías de dejar tu arma sobre la mesa, Kamal. Deberías saber que las carga el diablo en momentos de ceguera, —dijo Bradma, pasando a su lado, con la intención de abandonar la habitación.

—Tu, no vas a ningún sitio, hasta que yo lo decida. —estalló Kamal, empujándolo, haciéndolo tambalear, pero sin lograr derribarlo.

—Peléame si quieres, hermano. Usa tu arma contra mi si eso te reconforta. Pero que sepas que mis ideas siguen intachables.

—Maldito seas, desgraciado despreciable. Nunca debí aceptarte ni a tu familia bajo mi techo. Mordiste la mano que te da de comer. —escupió Kamal, con la mirada rebozándole de ira.

—No me intimidan tus palabras y mucho menos que cargues un arma, —replicó Bradma, devolviendo el empuje, pero esta vez con un fuerte derechazo en la mandíbula. Cogiéndolo desprevenido, Kamal cayó sobre la cama.

Ante el ataque, el impulso intuitivo de Kamal fue brutal. En un arrebato de consternación y rabia. Apuntó con su arma a su hermano, disparando dos veces;

El primer disparo atravesó el muslo derecho, Bradma aulló como un animal herido, pero no vencido. Arrastrando la pierna herida y maldiciéndolo a la vez, se dirigió hacia entrada con la intensión de atraer la atención de Suhan o de cualquier sirviente que aun estuvieran despierto a esas horas temprana de la mañana. Kamal lo seguía empuñándole con el arma.

El segundo ataque, fue el decisivo para acabar con la vida de su hermano.

Bradma consiguió llegar hasta el exterior y caminar varios metros hacia el camino. Kamal lo seguía a corta distancia, se paró y disparó. Esta vez supo que su tiro seria letal, alcanzándole por la espalda, rozándole el corazón y perforando su pulmón derecho. Bradma se giró sorprendido. Jamás creyó que su hermano pudiera llegar tan lejos, como para querer matarlo.

La realidad le golpeaba allí mismo. Con los ojos abiertos por la sorpresa y el dolor, Bradma se llevó una mano al pecho cubriendo la herida abierta, la sangre emanaba sin control. Miró a su hermano como si lo viera por primera vez. Como sino reconociera al hombre que tenía delante él. El hombre que le robaba su vida. Su hermano.

Girándose sobre sus talones, con la respiración entrecortada y la vida yéndosele entre sus manos, Bradma dio varios pasos hasta adentrase en el camino que guiaba hacía De Dhama VedaUn poco más, se dijo. Tenía que verla por última vez antes de morir... y ante el apareció, bajo la luz de la luna, De Dhama Veda apareció ante el en la distancia. Espléndidamente erguida y hermosa, como la mujer y dueña que vivía en ella, a la que nunca más vería ni tendría en sus brazos. Arudhita como De Dhama Veda nunca le pertenecerían.

Kamal caminó hacia el cuerpo inerte de su hermano. Descansando su arma sobre el suelo y arrodillándose, se inclinó sobre Bradma colocando una mano sobre su cabello. Manteniendo la misma postura por largos segundos he intentando asimilar lo ocurrido y la razón justificada que lo había llevado hacerlo.

Espero que, en la otra vida, seas más respetuoso como hermano y hombre. —Y sin más se levantó, se sacudió el polvo de su atuendo y con su arma una vez mas sobre su hombro se alejó hacia su casa, donde tenía otra crisis que resolver.

***

El sonido de disparos la hizo saltar de su cama, apretándose con las manos el pecho, donde su corazón no había dejado de danzar despavoridamente desde que dejara a los dos hermanos a solas. Un escalofrió recorrido su cuerpo. No, no podía ser… Kamal nunca se atrevería… Sintió el impulso de correr hacia ellos, pero sabía que su presencia la pondría en una situación desfavorable. Decidiendo quedarse en sus habitaciones, con la mirada fija en la oscura noche, y rezando por un milagro.

***

Los días siguientes fueron un completo caos lleno de misterios por quien pudo llegar tan lejos…y culpabilidad imposible de comprobar, aunque Arudhita sabia quien había sido el responsable de tal indeseable perdida.

El cuerpo de Bradma Yogananda fue encontrado en el mismo lugar donde yació, por dos criados. Su cuerpo fue llevado hacia la capilla, donde fue lavado y ceremoniosamente vestido para su funeral. Kamal no quería el cuerpo de su hermano en las habitaciones de De Dhama Veda, Este solo había traído vergüenza al manchar el nombre de la familia, y también evitaría que Arudhita tuviese la oportunidad de despedirse de su amante.

Arudhita Yoganada lloró la perdida en silencio en la soledad de la capilla cuando dos horas antes, el cuerpo de su único gran amor, fue transportado en carruaje esa misma tarde hacia la ciudad de Varanasi para su incineración en el rio Ganges.

Pero ella sabia quien había sido responsable de tan desoladora perdida, sin importarle que dejaba atrás a una viuda y a una hija huérfana… Y arrancándole a ella parte de su corazón.

Sabía que entre su marido y ella había mil preguntas pendientes por contestar. Audhiata tenía mucho que perder y quizás, y solo con la ayuda de los dioses y la misericordia de marido, quizás, tal vez quizás, ella podría ser perdonada. Pero conocía muy bien a Kamal, él podría mil veces perdonarla, pero nunca olvidaría.




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