El Que No Pude Tener

Capitulo Cuarenta y Cinco

TOMÓ MI MANO. JURO QUE VI ESTRELLAS A SU ALREDEDOR, un nimbo plateado brillante. Su toque era suave y firme. Supe entonces que Devdas estaba informado de lo que pasó en el estudio de su tío... y con su medio hermano. Y cómo este trató de protegerme a toda costa contra la lluvia de balas de su propio padre.

Me dejé llevar al mundo de la inconciencia, donde me sentía a salvo, creí estar en la gruta, con Devdas, en sus brazos, haciéndome el amor, bebiendo de sus labios y comiendo de su mano... Y luego la visión de Sashi apareció también en la gruta.

Sangre y músculo. Músculo y sangre.

Sashi estaba allí de pie al otro lado de la orilla, observándonos a ambos mientras su brazo goteaba un charco lento y resbaladizo a lo largo de la arena.

No me gustó este sueño. Se que no era real, porque sentí la suave presión de la mano de Devda sobre mi frente... susurrándome al oído cuánto me amaba. De que no debería de preocuparme por nada, que estaba a salvo y estaba en su cama...

Suhan, junto con dos jóvenes sirvientes ayudaban a Sashi, estaba perdiendo mucha sangre, su rostro, que antes era oscuro y brillante, se veía pálido y su brazo en ese punto era solo carne.

—Agua, —recordé haberle escuchado preguntar a Suhan. Tenía la boca tan seca. Pensar en agua, vino o té o cualquier otra cosa no iba a ayudar, pero parecía agudizar un poco su mente. —Agua—, dijo de nuevo con voz ronca, tratando de aclararse la gargante...

Sashi se desplomó de costado, con un brazo todavía estirado fuera de su cuerpo. Suhan, con la ayuda de uno de los sirvientes, lo tomó del hombro y lo hizo rodar hasta quedar boca arriba.

Estaba tan soleado ahí afuera, que el cielo parecía más brillante que nunca... Pero para Sashi se estaba volviendo más oscuro. O tal vez era solo que sus ojos aún no se habían adaptado a la situación en la que se encontraba.

—¡Sared!! ¡Sashi, despierta!

Sashii movió levemente la cabeza, un Suhan agradecido, dejó escapar el aire de sus pulmones como un alivio, sabiendo que el joven Yogananda estaba vivo. Sus ojos todavía estaban cerrados. Sashi sonrió. Sus ojos nunca se abrieron...

***

El funeral de Kamal Yogananda y su único hijo Sashi Yogananda fue el más honorable posible. Toda la familia estuvo allí para ambos. Algunos amigos ingleses cercanos y los vecinos más cercanos. Debido a las circunstancias del estado político, hubo muchos que decidieron no asistir al servicio en la capilla ni a la despedida…la partida de ambos cuerpos a la ciudad sagrada de Varanasi.

Yo, no asistí o quizás no tenía fuerzas o quizás no me lo permitieron... sin embargo, no me molestó demasiado. Solo quería quedarme en la habitación, en la cama. Me levanté para ir a ver a Devdas, eso fue todo…

Como me contaron después las gemelas. Ellas dos permanecieron siempre al lde pie, entre Devdas y otras personas, que nunca habían visto antes en De Dhama Veda. Varios miembros del bufete de abogados en Munbai, así como todos los demás empleados de la casa...

Navani me dijo que Devdas, ahora el nuevo sared, estuvo todo el tiempo de pie como una figura solemne de blanco. Muchos de ellos lo miraban fijamente. No había forma de ocultar lo que Kamal Yogananda había hecho esa noche, o lo que había pensado hacer antes de decidir quitarse la vida en su propia habitación. Nada les simpedia pesar que Kamal Yogananda había matado a su único hijo a balazos[AP1] .

***

Durante los días siguientes, Navani e Indira habían venido tantas veces que yo sabía qué chismes circulaban por toda la comunidad sobre lo que había sucedido bajo el techo de De Dhama Veda.

Que Sashi y yo éramos amantes, y que su padre nos había descubierto en su estudio.

Que Sashi y Devdas eran eternos enemigos y contrincantes que luchaban por quedarse con mis apreciados encantos.

Que Sashi y yo intentamos escapar, pero nos descubrieron y su padre tenía la intención de impedir que lo hiciéramos...

Pero Devdas les contó a todos la versión correcta. La verdad y la única que el conocía y existía.

Que Kamal Yogananda, el hombre que él creía que era su padre, era en verdad su tío. Que Sashi Yogananda era su medio hermano. Y que Arudhita Yogananda, ella no era su tía. Ella era su madre... y él, el fruto de dos personas locamente enamoradas. Bradma Yogananda era su padre. Haciéndolo el nuevo sared de De Dhama Veda, por ley y tradición. Él era el primogénito.

***

A la mañana siguiente del funeral de padre e hijo, Priya junto con su hija Rania, abandonaban De Dhama Veda, horas antes de que rompiera el alba. La casa seguía tranquila. Los sirvientes aun seguían en sus camas, apurando las escasas horas, antes de comenzar otro día de larga jornada. Madre e hija habían hecho uso de sus escuetos privilegios. Aunque siempre se sintieron como parte menos favorecedora de una familia rica, con poder y de buen nombre.

Ellas eran la clase que se mantenían entre las sombras. Calladas. Sumisas y sin nunca olvidar que eran unas privilegiadas al vivir en tan honorable hogar.

Juntas, las dos se hicieron con un surtido de joyas, asegurándose así, un futuro seguro para ambas. El arca, creado a base de perlas, diamantes y piedras preciosas, que Arudhita Yogananda solía aladear, les servirían para que ellas pudieran vivir cómodamente.

La idea de dirigirse hacia Jaipur era la mas certera, tentadora y nunca visitada. Allí, venderían parte de las joyas para no alentar sospechas sobre su economía. Sería un nuevo comienzo, alejadas De Dhama Veda, De todo lo que la hicieron infeliz. Allí, quedaban años de sufrimientos. Años de resentimientos hacia Bradma por engañarla tan miserablemente y Arudhita, quien mereció su propia y bien merecido final.

Priya sabía que no viviría muchos años, pero quizás los pocos que les quedase los viviría con una paz interior al saber, que su hija y ella no serían un obstáculo de vergüenza para nadie. Ahora serian libre…vivirían libres, Sin dar explicaciones. Sin miedo. Sin resentimientos.




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