El reflejo de mi alma

Estupefacta

Un nuevo año llego. Ella, tenía 21 años y la perspectiva de su vida se veía un poco más alentadora. Volvió a la universidad y su matrimonio parecía avanzar. Se sentía a veces tan tonta de ser como era. Por dejarse ahogar en los cambios de la vida, para lo que no se sentía preparada. Al final no era tan madura como solía pensar. Le había comentado su situación a uno de los profesores de la universidad y al cual también consideraba su amigo, él le había dado algunos consejos que le habían servido de mucho.

Volvió a encontrarse con Él y ninguno de los dos mencione la conversación que habían tenido por chat, Ella pensó que él no quería ser imprudente o lo había olvidado, cualquier de las dos opciones eran válidas, en el tiempo que llevaban de amistad, había notado que era olvidadizo, pero también respetuoso. No era “metido” como solían decir coloquialmente. El respeto y la amabilidad con la que la trataba, era algo que le gustaba mucho de él, pensaba que en eso también se parecían. Y se daba cuenta que se parecían en varias cosas, ambos eran inteligentes, les gustaba leer y aprender, les gustaba la música y el anime, les gustaba la naturaleza. Él era la clase de amigo, que siempre quiso tener. Se sentía agradecida de que estuviera en su vida.

Los meses siguieron pasado y aparte de las subidas y bajadas en su vida sentimental, vivía con el estrés de la universidad y de sus otras ocupaciones personales. Los recesos y las charlas que mantenían los dos, resultaban un momento de alivio en el día. De hecho los días que por alguna razón no lo veía, le echaba de menos. También conversaba con otros compañeros, a algunos los consideraba amigos, pero no sentía la misma afinidad que con Él.

Era casi el término de ese año, cuando hubo unos donativos por parte del gobierno en la universidad. Eran Tablets, ese día no tuvieron clases Ella y Él pasaron casi todo el día conversando, era la primera vez que pasaban tanto tiempo juntos y resulto de lo más grato. Sobre todo porque resulto que él sabía leer firmas y como tenían las cedulas de identidad a mano, se pusieron a detallar fotos y firmas.

Mientras caminaban por uno de los corredores que bordeaban el estacionamiento de la universidad. Ella por probarlo le dijo:

—Lee la mía y dime como soy

—Bueno… te diré lo que no sé, o sea de lo que he tratado con vos y conozco, eso no. Te diré lo que no he visto. —respondió él.

—Dale —lo alentó Ella expectante.

—Eres maternal, metódica, ordenada, te saca un poco de tus casillas la ropa en el suelo… eres sensible, indulgente con las fallas de los demás.

Ella se quedó un poco pasmada y no era algo que le pasara muy a menudo. Todo eso era verdad y mucho más. Y como él dijo solo era el tipo de cosas que se descubrían en la convivencia con la persona. Debía aplicarse mucho o tener muy buen “ojo”, fuera el caso, Él se hacía cada vez más interesante.



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En el texto hay: amor, dolor, diario intimo

Editado: 08.09.2025

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