Ella había comenzado a tener dificultades con sus compañeros de Proyecto, eran muy lindas personas, pero parecían demasiado ensimismados en sus vidas y no le prestaban suficiente atención a lo que debían hacer. Eso la sacaba un poco de sus casillas, todos tenían dificultades. Sobre todo cuando la situación económica del país iba de mal en peor, había escases de la mayoría de alimentos de la canasta básica. Pero, aun así Ella quería terminar su carrera universitaria y sentía que no avanzaba con sus compañeros. Habían reprobado ya tres veces. Decidió que tal vez lo mejor fuera quedarse trabajando sola, para eso necesitaba configurar su pc con todas las herramientas necesarias para hacer el trabajo, el gran problema vivía en una zona rural donde la señal de internet era detestable. Así qué como sabía que Él vendía internet en su casa, le pidió el gran favor de que la dejara ir un día a su casa y hacer lo que necesitaba. Él dijo sí y le dio su dirección, Ella conocía más o menos el sector, porque había vivido un tiempo por allí, recién había comenzado la universidad, de hecho fue para la época en la que ellos dos se conocieron. También lo había visto bajarse de la ruta o el bus cuando regresaban de la universidad. Así que creía que se ubicaba. Pero no, solo comenzó a dar vueltas en el taxi que la llevo al barrio. Hasta que al fin logro que le dieran la dirección exacta, era mediodía cuando abrió la puerta del taxi para confirmar que era la casa, salió una señora bajita y gordita. Y le dijo que allí era, era su mamá. La hizo pasar y cuando estaba en la entrada de la casa, la señora le gritó a su hijo que lo buscaba.
—Es… ¿Cómo te llamáis? —le preguntó la señora.
Ella le respondió y Él salió como si no hubiera escuchado quien era. Al verla se dio la vuelta rápidamente a buscar algo, probablemente un sueter. Solo llevaba unos short corto, y estaba descalzo.
Su mamá rio y le dijo a Ella:
—Le dio pena que lo viste sin sostén ja, ja, ja.
—Ya te vi —le grito Ella con risa.
A los pocos minutos salió Él, ya vestido. Se saludaron con un beso de mejilla y le ayudo a cargar el pesado case que llevaba Ella llevaba en las manos.
—Pensé que ya no vendrías —le comento Él.
—Me perdí…
Y comenzó a detallarle lo que le había costado encontrar la casa.
Después de eso, se dispusieron a trabajar en la pc. Él tenía un espacio de trabajo en la esquina de la sala de su mamá, el internet era mucho mejor de lo que esperaba. Y mientras conversaban, quizás era por el ambiente de hogar, o que era el lugar donde Él donde se sentía cómodo, pero por primera vez, comenzaron a bromear. Siempre eran tan “formales” en sus conversaciones. Ella se rio mucho ese día, incluso a carcajadas cuando las bromas versearon sobre la escases de papel y desodorante que por ese tiempo era tan común. O como el futuro de Él como pornstar se vio truncado por haberse dedicado a la música, era divertido y parecía que le complacía verla reír, más de una vez noto que mientras ella miraba la pantalla y reía, él la miraba.
La ventaja de ser medio bizca es que la gente no nota si los miran.
En uno de esos momentos Ella se sintió tan cómoda que se quitó los zapatos, eso sí primero pregunto si podía, como la buena niña que había educado su mamá.
Fue un día muy grato, ya en la tarde Ella pregunto por la esposa de Él, este le dijo que trabajaba hasta tarde.
Ya eran más de la seis de la tarde y Ella debía irse, vivía bastante lejos de allí, pero el último programa no terminaba de descargar, él tenía también un compromiso en la iglesia. Así que mientras esperaba que finalizara la descarga, Él se fue a bañar.
Cuando salió de su cuarto recién bañado, Ella sintió como si fuera la primera vez que lo viera, tal vez era porque tenía el pelo húmedo, la piel limpia y se había quitado la barba de varios días. Por primera vez noto los ángulos de su cara, su barbilla, el realce de sus pómulos y sobre todo el marco de sus intensos ojos negros. No se consideraba una “mirona” en el sentido que esa palabra tenia, pero hubiera podido mirarlo el resto de la noche, si él no le hubiera preguntado si ya había terminado.
Ella tardo un segundo en entender que le había preguntado, para luego reírse y decir que sí.
Que extraño. No era de las que solía mirar embocadamente. Ojala que él no lo hubiera notado. Pensó, después.