Ella sus dilemas, parecía que nunca paraban. Era casi el fin de semestre y le tocaba decidir si iba a trabajar proyecto sola o iba a aceptar una de las dos propuestas, que tenía para trabajar de un par de compañeros, uno era Él y Cortez, un compañero con el cual apenas hablaba, pero que parecía un buen prospecto. Tenía las habilidades que a Ella le faltaba.
Aunque ni de cerca, se la llevaba tan bien, como con Él, ni sentía la misma comodidad, ni afinidad, pero había una ventaja “estratégica” con Cortez. Quería con todo su corazón trabajar con Él, pero sabía que no era el más entregado, ni comprometido de los compañeros de trabajo, prácticamente iba contra su naturaleza relajada y tranquila y a Ella eso no le convenía, sentía que se le cerraban las posibilidades de terminar la carrera, las cosas en el país eran cada vez más difíciles y debido a la lejanía de la universidad se le hacía cada vez más cuesta arriba.
Vivía una lucha interna entre hacerle caso a su corazón o a su razón. Sabía que al trabajar con Él, pasarían mucho más tiempo juntos y eso sería muy grato, pero también temía que entre la tranquilidad de Él y las dificultades personales de ella los “estancaran”. De cierta forma, también veía como alta traición decirle que sí a Cortez sin comentárselo antes a Él. Ya que él y Bracho, habían sido compañeros de proyectos.
Estaba hecha un 8 así que hizo lo que mejor podía: pedir consejo a tres personas adultas y a las cuales respetaba, les planteó la situación y le aconsejaron que escogiera a Cortez como compañero, pero antes en bien de su amistad hablara con su amigo y le explicara las razones por las cuales tomaba esa decisión.
Y con un poco de dolor en su corazón, le dijo a Él que quería conversar algo importante. Así una vez más quedaron de hablar en la universidad.