La tormenta duró hasta entrada la noche, el día siguiente, veinticuatro de diciembre amaneció con un cielo sorprendentemente despejado, el Sol brillaba entre los tejados y los pocos pájaros que permanecieron en el pueblo volaban alegrando el lugar con sus cantos .
Lucille no se consideraba una persona religiosa, la Navidad era un día para compartir con su familia, los Small siempre se reunían, la casa se llenaba de familiares que llegaban de todos lados. Reinaba una sensación de calidez hogareña en el lugar: cocinaban, brindaban, cenaban y cantaban. Los regalos nunca fueron lo más importante, ni el festín que se preparaba cada año, lo más importante era la familia . En la pared de la sala se veían las fotos navideñas, todos sonreían, incluso Eddy que prefería pasar las fiestas con ellos.
Eddy... ¿Tendría planes para la cena? En los últimos años Lucille se había acostumbrado a pasar esas fechas sola (a veces ayudaba a Karla en la cafetería, siempre estaba llena en Navidad), pero nunca en la casa que contenía tantos recuerdos alegres, ahora inundados de nostalgia. Invitar a Eddy sería bueno. Con esto en mente salió de la casa cerca del medio día, caminó muy segura de sus intenciones hasta llegar a la puerta de la cafetería.
- Hola Eddy.- Lo saludó al entrar.
- Hola, ¿Está todo bien? Luces nerviosa.
- Mathew fue a la casa anoche, sigue molesto porque no quiero hablar con él.
-¿ De qué quiere hablar?
- ¿Sabías que él sospecha de tí? Cree que tú fuiste quien mató a mis padres.- Susurró ella, corroborando que nadie en la cafetería escuchaba su conversación, no quería provocarle problemas a su amigo .- Es una locura, prácticamente eras parte de la familia, ¿Cómo se atreve a insinuar algo así?
- ¿Solo veniste a eso?
- No, quería invitarte a cenar en mi casa, entiendo que tal vez ya tienes planes y bueno... es algo de último minuto, no quisiera presionarte o...
- No tengo planes, ¿Esta bien si llego a las nueve?- Ella asintió sonriendo.- Excelente, te veré entonces. ¿Quieres un café?
- Por favor.
Bebió su café y después salió en busca de la única tienda de abarrotes del lugar, necesitaba hacer algo para la cena y considerando su falta de habilidades culinarias sería excelente conseguir algo ya preparado. Compró un par de comidas para recalentar y una lasagna congelada (si bien los Small siempre cocinaban un enorme pavo, su madre insistía en hacer una lasagna para quienes no quisiera pavo, además a Eddy le encantaba). Se sentía extrañamente nerviosa, era Eddy, lo conocía de toda la vida... Lo conocía pero apenas notó lo importante que era para ella y lo que pudieron ser si no hubiera salido con Mathew.
Por encima de todas las cosas temía volver a ilusionarse y terminar lastimada. Un corazón roto no puede evitar ser precavido por el resto de su vida, duda, teme, no puede confiar aunque en verdad desea hacerlo, anhela la calidez del amor mientras se aferra a la fría soledad que lo protege. Lucille no era la excepción, tuvo un par de citas en la Universidad, nunca fue algo serio y encontraba excusas para terminar a la primera señal de compromiso. Eddy era diferente, era esa persona especial que consideraba incapaz de lastimarla.
De camino a la caja pasó por la sección de libros, casi por impulso compró dos ejemplares idénticos de una novela policíaca de moda, le daría uno a Eddy y leería ella el otro como en los viejos timpos. Solían comentar sus teorías, desde las más obvias a las más alocadas, reían, discutían, volvía a reír. Al recordar su infancia y adolescencia no le sorprendía que todos creyeran que ella y Eddy serían novios...
El arrepentimiento fue una constante en su vida desde que tomó la apresurada decisión de dejar su hogar y mudarse a la ciudad, sin nada más que su coche y un par de billetes. Lamentaba muchas cosas, a veces se quedaba despierta preguntandose ¿Y si? ¿Y si hubiera hecho algo diferente? ¿Qué tan diferente sería mi vida? No la melinterpreten, no se arrepentía de irse, estudiar y trabajar, se arrepentía de la forma en que lo hizo todo.
- No puedo arruinar las cosas otra vez.- Dijo a su reflejo después de bañarse, nada como un buen baño caliente para olvidar el frío de la calle y las emociones negativas. Se vistió con unos sencillos jeans y un sueter verde.
Sin importar que sucediera con ese extraño, cálido sentimiento invadiendo su corazón, recuperaría a uno de sus amigos más importantes. No había forma de que el pasado o Mathew pudieran arruinarlo, ¿Verdad?
Cuando Lucille recibió la llamada se encontraba en el metro, camino a su primera entrevista de trabajo. El frenético ritmo de la ciudad apenas le permitía escuchar la voz entrecortada de su hermana.
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Editado: 17.04.2021