Después de que Mathew se fue Lucille se dió a la tarea de seguir sus huellas, no las frescas sino las que dejó de camino al terreno y guiaban justo al lugar donde estuvo antes de su encuentro, no creía que Mathew fuera tan tonto como para guiarla, aunque antes de ese día no lo creía capaz de muchas cosas. Siguió las huellas con cuidado, dando pasos seguros a través de los nevados árboles. Metió las manos en sus bolsillos y miró el cielo, lucía despejado, solo necesitaba encontrar a Eddy antes del anochecer.
Sentía su corazón palpitando a gran velocidad, el miedo se acumulaba en su alma. No podía perder a Eddy, no cuando apenas lo había recuperado, no cuando tenía tantas cosas por decirle. Las huellas llevaban a la reserva natural, a esas alturas del año debía estar cerrada, antes solía abrir en invierno (era una gran atracción turística con sus nevados árboles y el lago congelado) pero una misteriosa desaparición hizo que las autoridades prohibieran el acceso tras la primera nevada, segun el informe oficial Rose Hannah de quince años perdió el camino en el bosque casi venticinco años atrás, el único evento remotamente aterrador de que el tranquilo pueblo fue testigo aparte del accidente de los Small en el puente a varios kilómetros de las afueras.
La nieve brillaba reflejando la luz del Sol, volviendo más complicado seguir las huellas, definitivamente su vista no se lo agradecería. Una parte de su mente quería marcar a emergencias y dejar que los profesionales se encargaran, el resto le recordaba que Eddy no estaría en esa situación de no ser por ella. Necesitaba encontrarlo.
Ellos solían jugar por ahí, ahora lo recordaba, justo afuera del parque había una pequeña cabaña abandonada, perteneció al anterior guardabosques quien renunció por problemas de salud. A los dos niños les pareció la guarida perfecta, se sentaban en la modesta casucha a leer historietas y libros. Creían que nadie más conocía su lugar especial, ahora notaba lo equivocados que estuvieron. Vio a la distancia la cabaña, el tejado cubierto por una gruesa capa de nieve y las ventanas tan sucias que sería imposible ver el interior.
Abrió la puerta con la llave oculta en uno de los postes del pequeño porche. El primer piso estaba vacío, una casa fantasma cuyos muebles solo poseen polvo. Subió los escalones, escuchando atentamente el crujido de la madera. Arriba estaba Eddy, atado a una silla metálica, una tira de cinta tapaba sus labios y su ojo izquierdo lucía hinchado.
- Eddy, yo... lo lamento tanto, te sacaré de aquí...
Su amigo asintió, había cierta resignación en su postura, quizás no creía que alguien lo buscaría. Lucille comenzó a desatar sus manos, Mathew había apretado mucho los nudos, ahora habían rojas marcas en las muñecas de su amigo. Le quitó la cinta con lágrimas en los ojos.
- De verdad lo lamento, jamás pensé que...
- Él dijo que tú se lo pediste... justicia por tus padres.- Su voz sonaba rota, derrotada.- Debí saberlo.
- ¿Le crees a él?
- Pero si es la verdad, tú me suplicaste que te trajera al verdadero asesino de tus padres. Pues aquí está.- Dijo Mathew desde las escaleras, lucía muy satisfecho con su plan ¿De verdad pensaba que funcionaría?.- ¿Por qué no se lo cuentas, Eddy ? Dile cómo siempre quisiste ser mucho más que solo su amigo, ¡Envenenaste nuestro amor y pusiste al señor Small en mi contra! Y cuando no funcionó... lo mataste.
- Él no...
- No fue así.- Respondió Eddy, su ojo sano fijo en su regazo.- Yo no hice nada.
- Aja, claro, ¿Niegas haber estado en la escena? ¿Niegas haberte opuesto a nuestra relacipon? - Interrogó Mathew, Lucille se colocó entre ambos hombres, tenía la sensación de que si no lo hacía eran capaces de hacer algo muy malo, en especial Mathew .- ¿Niegas desear a MI NOVIA?
- Esto no es un interrogatorio, deja que se vaya, por favor .- Suplicó ella, nada tenía sentido. Eddy no negaba haber estado enamorado de ella... tampoco negaba saber lo que pasó aquella noche, en un puente helado .- Yo volveré a la ciudad, no tiene sentido arruinar tu vida por recuperarme. Eres feliz, tienes un buen trabajo y una esposa que te ama, Matt, sólo déjalo irse.
La noche del accidente la señora Carol fue a la casa para cuidar a los dos pequeños Small mientras sus padres no estaban, ella fue la primera en enterarse de la noticia: El señor y la señora Small habían fallecido en lo que parecía ser un accidente de tránsito. Se sintió muy conmocionada, aun así se mantuvo entera hasta que los niños cenaron, entonces les dio la noticia. "No se debe recibir malas noticias con el estómago vacío" le decía a quien le preguntara.
El incidente conmocionó al pueblo entero, sabían que encontrar al culpable sería casi imposible, aun así exigían justicia por dos personas que nunca actuaron de manera injusta, el señor Small siempre ayudaba a sus vecinos, donaba dinero para la caridad mientras que la señora Small era la mujer a quien todos querían conocer, preparaba una cacerola para quien se enfermara y jamás negó ayuda a nadie. Por eso era difícil creer que todo fuera intencional. La señora Carol se negaba a creer los rumores de que la pareja tuviera un enemigo oculto y oscuros secretos capaces de erizar la piel.
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Editado: 17.04.2021