Tras varios días de frustrantes conversaciones con la policía Lucille logró convencerlos de que no había cometido ningún crimen, algo difícil ya que parecían determinados a considerarla culpable sin importar que no hubiera rastros de pólvora en sus dedos o el arma no estuviera presente ni en su auto ni en la casa o que al despertar Eddy les asegurara una y otra vez que ella era inocente.
Aun había un par de enfermeras que la miraban con recelo desde el pasillo, sus curiosos ojos fijos en ella cuando pasaban ante la puerta abierta. Sentía la mitad de su cuerpo adolorida y la otra mitad adormecida, según los policías sufrieron un accidente en el puente, por pura suerte una paramedico visitaba la zona y presenció el choque. Fueron afortunados. Eddy estaba bien, ambos se recuperaría por completo, el otro auto había desaparecido como por arte de magia.
- ¿Puedo ver a Eddy? .- Le preguntó ella a su doctora, ya podía sentarse sin doblarse de dolor y lograba dar pequeños pasos aunque tardaba diez minutos en ir de su cama a la puerta . La doctora era una mujer de mediana estatura, cabello oscuro y usaba una florecita de plástico en el cabello para "alegrar un poco el lugar". - ¿Sabe si recibe visitas?
- Lo lamento, él no puede recibir visitas por el momento, creo que la enfermera Vazquez intenta convencerlo de reunirse con su padre.
- ¿El señor Markson está aquí?
- Así es, le he dicho un millón de veces que no se involucre en los problemas de los pacientes. Probablemente no me recuerde, pero asistí a la misma escuela primaria que ustedes.- Le contó la doctora, Lucille la miró, intentando reconocerla, la verdad ella y Eddy rara vez se juntaban con los demás niños .- Mis padres me han hablado sobre el señor Markson y creo que Vazquez no debería interferir, no debería molestar a un paciente que requiere un poco de paz para sanar.
- ¿No se puede hacer nada al respecto?
- Su padre es el jefe de cirugía...
Eso explicaba muchas cosas, Lucille creía saber de quien se trataba, las enfermeras tenían una cabecilla, la abeja reina, una mujer blanca y peliroja (teñida obviamente), era la que la miraba como si hubiera pateado a su cachorrito, tenía un aire de arrogancia que la volvía imposible de olvidar. Aun así necesitaba ver a Eddy, su doctora se fue, dejandola sola. Agradecía no haber recibido visitas por que ¿Quién la visitaría? ¿Laura? No, gracias.
En la tarde salió a caminar por el piso, con una andadera que le estorbaba más de lo que le ayudaba, se detenía de la pared, si ponía su mano contra la pálida superficie podía avanzar a velocidad tortuga. Eddy estaba a dos habitaciones de distancia, nunca esperó que estuviera tan cerca de ella, estaba dormido en ese momento así que no entró, se conformó con mirarlo desde el umbral de la puerta, no había objetos personales ahí, ni flores ni tarjetas. Sus cuartos estaban vacíos. Era raro verlo así, tan pequeño y pálido.
- ¿Lucille? ¿Eres tú? .- Murmuró él, entreabriendo sus ojos.
- Si, aquí estoy Eddy.
- La enfermera dijo que la policía...
- Ya se arregló el asunto, oficialmente ya no soy sospechosa. Entonces... el corsage...
- Vamos Lucille, ya te lo dije una vez ¿Quieres que lo repita? Siempre fuiste tú.
Ella sonrió, sonrojandose un poco, nunca se atrevió a imaginar que Eddy pudiera sentir algo más por ella, algo mucho más profundo que la amistad. Amaba haberlo recuperado, cuando se fue sólo pensó en alejarse de Mathew y el dolor. Nunca pensó en todo lo demás que abandonaba: su familia, su hogar, sus amigos, Eddy. Sentía una calidez sin nombre cada vez que sus ojos se topaban con los de él. Había tanto afecto reflejado en esos claros ojos...
-Disculpe, no puede estar ahí.. - Dijo una voz dulzona y cargada de condescendencia. - Debe retirarse, no es hora de visitas y nada más se permiten familiares aquí.
- De acuerdo, ya me voy. - Compartió una última mirada con Eddy antes de darse la vuelta e iniciar su camino por el pasillo. Se alejaba y aun así sentía como si una parte de su corazón se hubiera quedado con él.
No me permití amar en tanto tiempo que ahora mi corazón se volvió loco, pensó.
Estaba en el corazón del bosque, su lugar preferido durante las vacaciones, cuando tenía la oportunidad de alejarse más de lo usual de su padre y su hermano, aquel año fue especialmente malo, Zack había ganado el orgullo de su padre (una vez más) al encontrar una nueva manera de enviar cargamentos a la ciudad. El señor Small no lo sabía aún pero cada cargamento de libros que enviaba su empresa llevaba consigo el contrabando del señor Markson. Eddy no sabía qué hacer... si su padre sospechaba de él su vida se volvería más difícil, por el otro lado, si no decía nada su conciencia lo atormentaría cada vez que el señor Small hiciera algo bueno por él como regalarle libros o un uniforme nuevo cuando vió lo grandes que le quedaban los uniformes heredados de su hermano.
#29441 en Novela romántica
#3263 en Novela contemporánea
navidad y romance, familia complicada secretos, amor reencuentro familia secretos
Editado: 17.04.2021