Mis días eran mas silenciosos. La ausencia de Hiroshi marcaba el inicio de una constante soledad de la que antes podía decidir si vivir o no, ahora tengo que aferrarme a ella ya que no tengo otro amigo mas que esta fría soledad.
Ya una semana desde que aquel buen amigo cambio de institución. Yo aun seguía sentado solo, y no hacia mas que leer y estar sentado en mi escritorio estudiantil.
—Akihiko ¿Tienes un momento después de clases? Me gustaría conversar sobre algo con usted— Se dirigió hacia mi la profesora guía de mi salón, la profesora Shizuka.
Después de todo, yo no hago mas nada que hacer mas que ir a mi casa a estudiar, leer o ver anime. Pero todo dentro de mi cuarto claro esta.
—Si.— Respondí subiendo la vista de mi libro.
No podía predecir realmente que era lo que buscaba conversar conmigo, la cabeza no me estaba dando para hacer las constantes perdiciones clichés que siempre hago, algo extraño dentro de mi ocurría.
Terminó el horario de clases y me quede esperando a la profesora Shizuka, no estaba del todo intrigado mas que con la necesidad básica de entender la razón por la que llamarían a alguien tan introvertido como yo.
—Si te quedaste después de todo — Exclama sorprendida la profesora deteniéndose en la entrada al salón mientras me veía —Bueno, ya que estas. Ven, acompáñame. Te mostraré algo.
Me levante de mi mesa, subí la correa de mi bolso sobre mi hombro derecho y me aproxime a la profesora.
Camine por los corredores del edificio escolar mientras observaba por la ventana. Podía verse el patio deportivo del colegio y a los estudiantes haciendo deportes como fútbol o atletismo, ver a esas personas divertirse me revolvía el estomago.
—Es aquí— Señala la profesora.
Nos detuvimos frente las puertas de un salón normal de clases, solo que en la parte de arriba del marco de la puerta decía en un tablón dorado "Cuarto de reuniones"
—¿Qué hacemos aquí?— Pregunté mientras leía el oxidado letrero.
—Te inscribí en un club.
Espera ¿Qué carajos?
—Un club... ¿Por qué usted haría eso?— Pregunte con una expresión fría e indiferente.
—Debido al cambio de colegio de tu único amigo Hiroshi Yamada. Él personalmente me pidió que hiciera algo para que tu lograras conseguir nuevos amigos, ya que tu no tendrías el valor para hacerlo por tu propia cuenta, yo opte en inscribirte en un club donde él estuvo desde inicio de la secundaria.— Responde acercándose a mi rostro como si hablara de algún secreto.
Es asombroso que me inscriba a un club donde el estuvo, realmente no esperaba nada mas de esta profesora... ¿Se nota mucho la ironía? Que buena maldita idea.
—¿Y que pasaría si desisto?
—Realmente no pasaría nada, mas que hacer caso omiso a la solicitud y preocupación de tu amigo Hiroshi y de tu profesora Shizuku. Lo hizo porque se preocupaba por ti. Deberías aunque sea darle una probada ya que si él mismo dijo que harás buen uso de este club no puedo dejar pasar esta opción.
Me encontraba en el punto medio de mis pensamientos, realmente seria capaz de hacerlo ya que Hiroshi se preocupaba por mi... Pero hablamos de que es un club donde tendré que hacer relaciones. No quiero hacer relaciones.
—¿No hay mas ninguna otra alternativa?—Pregunté.
—¿Qué otra alternativa hay para socializar en el colegio que en los recreos y en los clubes? Y yo no veo que lo hagas ni en los recreos. Ademas, es un club cuyo trabajo se basa en el lenguaje ¿O acaso quieres entrar en un club deportivo?
Si eso es contraproducente imagínate esta idea final. Esto es como el dilema del tranvía, no existe una buena decisión mas que escoger el mal moralmente mejor... En este caso... Socialmente mas aceptable si se puede decir.
—¿Cuanto tiempo debo estar en el club?
—Hiroshi dice que te de una semana. Y después, tienes toda la libertad de desistir.
¿Una semana? Cualquiera esperaría un mes o algo así. No sé que planea Hiroshi, pero para darme una semana debe haber algo detrás de esto.
—Ya llevamos mucho tiempo hablando y dentro de quince minutos empezarán las actividades del club ¿Entras?
Tome aire y apreté las manos fuertemente para tener disposición y confianza a donde me adentraría aparir de cada una de las tardes después de clases.
Abrí la puerta lentamente y una luz del horizonte cegó mi campo de visión. El atardecer afecto en mis ojos, y solo se podía ver la imagen de una chica cabello marrón escuchando música en sus auriculares frente a la ventana.
—Ella también esta aquí en este club por imposición mas que por decisión propia.
La chica que posaba en la ventana giro para mirar a mi dirección dejando a relucir sus ojos color jade reflejando justo con el naranja de la puesta solar.