Capítulo 4

     Te sorprendería saber dónde me encuentro el día de hoy, creo. Es un sitio el cual no muchas personas se atreverían a acceder, pues el miedo infundado les impide descubrir que se trata de los lugares más pacíficos del planeta, si no es que el primero: un cementerio.

     Compré margaritas frescas en una florería cercana. La tienda se encontraba abarrotada de personas, que, sin muchos ánimos, buscaban rosas de diversos colores. A mi memoria llegó el recuerdo de tu disgusto por esa clase de flores, argumentando siempre que ellas habían sido impregnadas con el olor desagradable a cadáveres en descomposición, o, al menos, eso asociaba tu cerebro al verlas en San Valentín.

     El sentimiento de lugubridad no ocurre por el sitio en sí mismo, sino que son quienes concurren a él los que provocan el aire pesado, la tristeza, el dejo de nostalgia que se esparce cual alma en pena. Hoy lo noto, por ejemplo, cuando llego al panteón que poco te gusta visitar: el de una familia desconocida que, podría decirse, decidí "adoptar".

     Extraigo una tela de mi bolso para limpiar las tumbas que allí yacen. Leo sus nombres. Suspiro, fingiendo haberlos conocido alguna vez.

     Me acompañabas cada mes a llevar a cabo esta pequeña rutina, aunque este sitio no te gustase siquiera un poco. Solías hablar de no tenerles miedo pero sí respetarlos, y yo, paciente, retrucaba que mantener limpio el lugar donde se hallan los muertos es una forma de demostrar respeto, sin importar si interactuaste con ellos cuando aún se mantenían con vida o no.

     Quito las flores marchitas del viejo florero y coloco las nuevas. Luego me dirijo a la canilla más cercana para llenarlas con agua, aunque debo hacer filas debido a la alta densidad de personas que buscan lo mismo que yo.

     Vuelvo a suspirar y observo el cielo gris.

     Las personas no son quienes me traen así, triste, nostálgica, sino que la causante de ello es tu ausencia; si te hallaras presente ahora, a mi lado, sería inmune a los sentimientos más oscuros y colorearías de rosa pastel las nubes que se hallan sobre mi cabeza. Como cada vez.