Hoy es el cuarto aniversario de tu partida. Me encuentro en un fino restaurante, digno de película de Hollywood, celebrando mi mayor logro respecto al último año que ha transcurrido: cumplo 60 días consecutivos sin consumir ni una gota de alcohol.
El camino recorrido hasta este preciso momento no ha sido sencillo. Tropecé una y otra vez, recayendo en aquel veneno embotellado que fue mi única compañía luego de verte marchar a otro país.
Mi lengua se enamora del salmón ahumado que pedí como cena en este lujoso sitio. Un nuevo sabor se adhiere al catálogo de mi paladar. Percibo las sustancias químicas de la felicidad expandiéndose por todo mi sistema nervioso. ¿Hace cuánto tiempo no experimentaba niveles altos de placer y alegría por otros medios ajenos al alcohol?
Aunque sé que repercutirá en mi bolsillo a finales de mes, decido agregar un postre para finalizar esta velada solitaria del modo más dulce posible.