Ya van alrededor de dos meses que Sandra está en mi casa, los días que no trabaja. La convivencia es muy agradable, algún que otro ruido se escucha en el patio, pero yo no digo nada y ella tampoco.
-¿Adivina corazón?- ¡corazón!... como me llamó desde un comienzo...
- Contame Sandra, ¿Que tengo que adivinar?
-Desde hoy ya hace tres meses que nos conocemos y estamos juntos, que tal si salimos algún lugar esta noche, quiero conocer el bar de tu pueblo.
-Pero ese bar es muy chico, porque mejor no vamos a cenar a la ciudad.
-Mejor vayamos al bar, quiero conocer un poco el pueblo, dale.
-No hay problema como vos digas linda.
Tomamos unos tragos en el bar, presento a Sandra a algunos vecinos. Veo a Ángela, me da vuelta la cara y se va del bar.
Pasamos la noche en el bar hasta que casi amaneció, bailando rancheras. Como pudimos volvimos a mi casa, la noche fue fantástica y memorable.
Nos despertamos bien tarde y terminamos almorzando, un pollo con papas en el horno de barro, un manjar.
Sandra había salido a marcar territorio, la veo muy decidida a mudarse conmigo a mi pueblo, lo que es una muy buena noticia ya que juntos estamos los dos muy felices. Pero todo lleva su tiempo… y como dice la frase. Y cada cosa tiene su hora...
El ruido de las campanitas, un cliente entro al local. Veo entrar a... Ángela...
-Hola Ángela, que raro verte en mi local, ¿cómo andáis?
-Solo vine para preguntarte si este jarrón tiene algún valor, era de mi abuela.
Miro el jarrón detenidamente...
-¿Por qué nunca me hablas en el bar?
-¿Cómo?
-Nada... míralo tranquilo, si le encontráis algún valor me avisas.
-Si dale Ángela.
-Cuídate Juan...
Nunca la hable a Ángela en el bar. Si en el almacén, o el mercado, pero en el bar nunca pude. Ahora venía a mi local, la primera vez después de mucho tiempo. Después de que éramos niños...
El cuadro ya está casi restaurado, un día mas y estará terminado. Sandra sigue corrigiendo tareas. Mañana vuelve a la ciudad, y en tres días regresara a mi casa. Eso a éstas alturas ya era un hecho.
Esa noche el ruido en el patio fue fuertísimo, como un grito de un animal extraño, claramente no era un gato o algún tipo de felino.
Los dos nos hicimos los dormidos. No podíamos arruinar esto.
A la otra semana ambos fuimos a juntarnos con nuestras amistades, aun no nos habíamos presentado ante ellas.
Walter parece que tiene una buena mano. Ya le he llegado a reconocer algunos movimientos involuntarios, y el típico chiste de distracción.
-¿Juan, vas a igualar la apuesta?- Me pregunta el colorado.
-No mejor paso.
Walter, contando algún que otro chiste, decide subir la apuesta.-Igualo y duplico- se escucha en coro -yo paso- Somos cinco los que estamos en la mesa.
El colorado iguala y muestra las cartas -¡Full!, ¡dos cuatros y tres, cincos!
-Que lástima colo pero tengo poker de Ases!- Muestra las cartas Walter.-Otra vez será colo-, les vamos diciendo todos, que ya sabíamos como terminaba la mano.
-Bueno, me pelaron, me voy-. Dice el colo. Julián se duerme en la mesa, y decidimos quedarnos hablando.
El gordo Quique me dice-. Che Juan, Ángela anda preguntando mucho por vos- y se ríen todos. Hasta Julián entre ronquido y ronquido se ríe. Ya era el chiste clásico de las reuniones, el que nunca le hablaba a Ángela. En mi defensa empiezo hablarles de Sandra.
Empezamos hablar de mujeres, las que iban a la escuela, todos éramos compañeros de la misma escuela, la única que había en el pueblo. De cómo todas o casi todas se habían ido a la ciudad, algunas se habían casado, otras juntado y la mayoría ya tenían hijos, de nosotros solo Julián tenía hijos, dos niños, él vivía con su nueva novia y sus dos hijos con su ex esposa. Hasta que uno a uno, nos fuimos yendo de la casa de Walter.
Solo tenía que caminar cinco kilómetros para volver a mí casa, ya era de noche alrededor de las dos de la mañana.
Emprendo la caminata. La noche estrellada me permitía ver bastante bien, a lo lejos en el bosque se ven algunas luces, podría ser que haya gente en el bosque buscando algún perdido... En unos minutos, estoy poniendo la llave en la puerta de mi casa.
Un ruido en el patio...
No le hago ningún caso, entro a mi casa por el local. Prendo la luz, y otra vez la estampillas en el suelo, miro el ventiluz y dos ojos rojos me miran. Voy al comedor corriendo tranco todas las puertas. Esa noche prácticamente no dormí. Los ruidos de esa cosa en el patio eran cada vez más fuertes.