Ella suspiró de alivio al no ver ningún auto cuando salió a la calle, la idea de que el doctor Marín le hubiese enviado un taxi a recogerla le parecía exagerada. Él se lo había planteado a modo de broma en aquella reunión y ella lo había negado con efusividad. No dudaba de que el director ganaba bien pero era un lujo para los alcaldes o ministros, a lo cuál a ella le parecía imposible y de desmesurada atención.
Laurel sabe donde está el Colegio Secundaria Mixto de Imerán, así que se apresuró allí para llegar a su primera jornada. Mientras tanto, pensaba en qué les diría a los padres y a sus alumnos cuando tuviera oportunidad de conocerlos. Antes había trabajado en un colegio de secundaria de mujeres en Lima, debía demostrar que estaba capacitada para hacer aprender a los alumnos y que sabía de su materia.
El cielo aquel día estaba despejado, el sol aun no se veía directamente pero la claridad del entorno hacía que el ambiente fuera agradable a la vista porque empezaba a sentirse la leve calidez del día. Las casas de un solo piso o las poquísimas de dos pisos eran de colores claros en contraste con la acera gris junto a las casas y el camino de tierra. Había vegetación detrás de las casas y más atrás se veían los campos llenos de cultivos y los andenes puestos ordenadamente según iban bajando las pendientes.
Ver al doctor sacó de sus pensamientos a la mujer, apareció en la esquina después de que ella fuera dos cuadras rectas. Estaba caminando con un traje elegante de color beige que combinaba con sus ojos azules. Ella pensó en alcanzarlo para saludar pero vio que detrás estaba Nassim.
—Buenos días —saludó llegando primero a él—, Nassim, ¿cómo has amanecido?
—Buenos días, señora Laurel —saludó entrecerrando los ojos mientras seguían caminando—. Eh... bien. ¿usted vive cerca del colegio?
—Sí, y veo que ustedes también —contestó—. Disculpa, he estado pensando en tu trabajo, ¿desde cuando eres secretario?
—Desde el año pasado estoy en el colegio, pero soy el secretario personal del doctor desde hace diez años —explicó.
—Ya veo... ¿y cómo se conocieron? —cuestionó interesada.
—Soy su ahijado —respondió mirando por donde él iba—, él me enseñó todo lo que sé.
—Mira, qué interesante —acertó con una sonrisa—. ¿Y te gusta trabajar así?
—Se podría decir que sí, servir es algo que aprendí a hacer desde que recuerdo, y la verdad es que aveces creo que es lo que me hace sentir útil y bueno, ayudar a la gente también es agradable —explicó, Laurel echó un vistazo al final de la nueva calle por donde iban, apenas habían andado otras dos cuadras y observó las rejas azul acero del colegio frente a ellos—. Organizar también es una cualidad que adquirí de él, creo que por eso tampoco suelo aburrirme con planificar las actividades y demás cosas.
—Me parece muy bien Nassim, eres alguien servicial, como yo.
—¿Usted por qué decidió ser profesora? —preguntó con curiosidad debido a la última respuesta.
—¿Yo? Bueno, diría que es fácil, pero haber recibido una educación superior me hizo conocer más a las personas, me hizo ver que puedo hacer un cambio en los jóvenes...
—Nassim —llamó desde varios metros el doctor e interrumpió sin intención a Laurel. El director acababa de abrir las rejas y las puertas con una llave plateada.
—Director Linares —extendió la mano ella para saludar y se acercó a él—, es un gusto encontrarlo esta mañana.
—Señorita Laurel, veo que ha estado en una conversación con mi secretario. ¿Qué tal la ha tratado?
—Bueno, estábamos hablando agradablemente —contestó haciendo una seña para que Nassim se acerque—. Podemos seguir hablando en otro momento —le dijo al joven.
—Si usted desea —asintió al llegar con Laurel. Luego, se volteó hacia el doctor y se acercó más—. Dígame que necesita, doctor.
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El sol se imponía con su calidez en todo el patio principal de color gris claro. El aire se sentía un poco frío, el primer día de formación se llevó a cabo en la institución educativa donde los estudiantes tenían uniformes azul acero.
Se realizó una marcha de una escolta de seis alumnos, se dio la oración y después el himno nacional. El director les dio la bienvenida a los nuevos alumnos y profesores, expresó sus buenos deseos de destacar en distintas áreas y fortalecer el sentido de unidad de la escuela.
La presentación de los profesores, administrativos, y principales cargos de la asociación de padres de familia se dieron. El director que era conocido por Laurel, era el Dr. Marín Linares; la profesora de Historia universal y del Perú era ella misma, la Lic. Laurel Asunción; y como ya tenía de antes conocimiento la mujer, Nassim Torres era el secretario de la institución, además de ser el secretario personal del doctor.
—Así que este año también será el secretario ese joven —comentó alguien en voz baja, sin querer, ella alcanzó a oír apenas. Estaban a espaldas de ella.
—Tenemos a la profesora de lenguaje y comunicación, la Lic. Viera Ranieri. También al de matemáticas... —dijo el Director Marín, su voz le impedía un poco a Laurel escuchar la conversación.
—¿Es verdad que el secretario está ahí por influencias del director? —preguntó alguien junto a la primera voz desconocida.
Laurel estuvo de espaldas a ellos, así que no podía intentar leerles los labios. Negó con la cabeza suavemente y pensó en una amiga, "Ella sí que sabría cómo leer los labios". Cerró los ojos para concentrarse, le daba curiosidad lo que se diría.
—Creo que todos pensamos que por su inexperiencia no merece tener el puesto de secretario —mencionó la primera voz, era femenina y algo mayor, como alguien de aproximadamente cincuenta años. Esa voz expresó disgusto—. Pero el director insiste en que hace bien el trabajo, aunque su actitud complaciente también me molesta.
—En eso tienes razón, quizá es porque se ve tan sumiso ante el director, me hace pensar que hasta yo podría manipularlo.