El secreto del Bosque Rojo

Capítulo Uno

Capítulo 1

 

   El día comienza con la voz a través del parlante.

-Todos presentarse en el comedor, la hora del almuerzo ha comenzado-

    Alice se encuentra en la habitación número 204, área 12, piso 6. En aquel desértico lugar la comunidad está formada por científicos, soldados, diez al mando y un sin fin de mórbidos experimentos.

    La joven se levantó de malas y dirigiéndose al baño, comenzó su pequeño ritual, como le gustaba llamarlo.Era algo simple, tan sólo consiste en utilizar aquellos óleos perfumados junto a todas las cosas que él siempre le regalaba y usar ese perfume tan especial para ellos. Al terminar estos preparativos, se recostó nuevamente en la cama soñando vivazmente con un mundo diferente.

-Ni en broma voy a esperar a ese idiota parada en la puerta como una inútil- protestó la muchacha.

   La rutina es la misma de siempre, ella debe esperar a su oficial a cargo y luego ser acompañada por él en todas sus actividades y entrenamientos, tanto psicológicos como  físicos, los cuales mutilan lentamente la poca humanidad que tiene.

    Alice divaga perdida en las celosías de su mente, hasta ser interrumpida por Zyan, quien entra bruscamente a la habitación. Él es su oficial al mando y tutor dentro de las bases, todas sus obligaciones deben pasar por sus manos, desde cómo vestirse, moverse, hablar e incluso como pensar, todo, absolutamente todo debe pasar por él. Eso es realmente molesto para Alice, quien dependía de un ser humano, o eso es lo que cree, para poder ser.

  Su relación no es para nada protocolar, ya que constantemente rompen las reglas, como saber el nombre del otro, cosa terminantemente prohibida por las normas del establecimiento.

   Zyan tiene una cierta popularidad entre la población femenina, algo que Alice no puede comprender al verlo siempre con su cabello negro despeinado, esa mirada de hielo y una actitud casi territorial, la pone de mal humor.

-Zyan ¡golpea la puerta antes de entrar!- dijo molesta.

-Apurate que se nos hace tarde-

-Te voy a sacar los ojos mientras duermes…- dijo la joven con una mueca de odio.

-Suerte con eso, enana- alega él.

-Pelotudo-

-Estúpida-

Zyan se abalanzó sobre Alice y así comienzan a pelear como todos los días. Aquello es algo sumamente habitual para ellos, las peleas y discusiones, conforme el tiempo pasó, se fueron arraigando más y más a sus rígidas vidas.

 -¿¡Qué mierda está pasando acá!?-

Un oficial de alto rango se presentó de improviso, en un momento poco apropiado, la joven estaba en el suelo con Zyan sobre ella, tomándola de las muñecas.

-¡Oh, mierda! ¡No es lo que parece!- dijeron al unísono mientras se paraban rápidamente.

-Saben perfectamente que no pueden tener ningún tipo de relación!-

El oficial los regañó y mientras esto sucedía Alice observaba a Zyan, quien se mantenía en silencio, razón por la cual lo miraba. Es decir, no tenía sentido, si él era uno de los diez al mando ¿por qué se dejaba regañar así por un oficial cualquiera?. Finalmente decidieron poner una tregua temporal para dirigirse al comedor escoltados por el oficial. Cuando llegaron al lugar, el hombre se fue dejándolos solos.

-Bueno, supongo que acá nos separamos- dijo la muchacha sonriendo.

La verdad es que no puede tener contacto alguno con nada ni nadie por ser un experimento de alto riesgo, por lo que siempre se encuentra comiendo, o haciendo el intento, en un área apartada de todo y todos.

Zyan no contestó a sus palabras y se dirigió a su mesa.

-¿Qué mierda le pasa?- pensó.

Corrió hacia él y se puso a su lado.

-¡Zyan, te estoy hablando!-

-¿Qué?-

-¿Cómo que ‘qué’?. ¡Esto es contra las reglas!-

-Soy uno de los Diez al mando, así que hago lo que quiero-

-¿¡Y qué se supone que queres hacer!?-

Llegado a este punto Alice estaba temblando de nervios, sólo podía pensar ‘esto está mal’, una y otra vez.

-Vigilarte, ese es mi trabajo, vos sos mi responsabilidad....además, no será que tenés miedo a romper las reglas, ¿verdad?...- dijo con una sonrisa pícara en su rostro, mientras que sus profundos ojos se clavaban en ella.

-...por supuesto que no, ¡tonto!-

-La hora del almuerzo ha concluido, todos a sus puestos. Arma Biològica 624 presentarse junto con número seis en la Sala de Juntas-

El mensaje era claro, Zyan y Alice debíamos reunirse con los otros nueve al mando.

La hora del almuerzo había terminado y ninguno de los dos había probado bocado alguno.

 




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