El secreto en tus labios

Capítulo 23|Matt

I've been down the darkest alleys

Saw the dark side of the moon

To get to you, to get to you

I've looked for love in every stranger

Took too much to ease the anger

All for you, yeah, all for you

Wolves/Selena Gómez

Mis errores de nuevo ganando la partida. Lily tenía razón, era cuestión de tiempo para que Clara se enterara de lo que le estábamos haciendo y no dudó en que las demás personas se enteraran de la clase de personas que somos su marido y yo. Sebastian no lo está tomando bien. Vino a mi casa a pedirme explicaciones, pero desde el momento que entra es claro que no es lo que busca.

—Mi amor, yo...

Intento obligarlo a verme a los ojos. No tengo excusas para lo que hice, pero tampoco creo justo que me trate así después de lo que vivimos anoche. Intento besarlo,  pero me rechaza, por primera vez en la vida. Me atrevería a decir que hasta está asqueado.

—Matt, me importa un carajo con quiénes diablos lo hayas hecho pero ¡¿Con León?!  ¡Quiero decir,  es un hombre casado! Creo que alguna vez dijiste que era el único límite que no ibas a romper nunca como la zorra por la que…

Cierro los ojos y comienzo a gritar. En el fondo sé que tiene razón, no soy mejor que la mujer por la que mi papá dejó a mi mama.

—¡Cállate! ¡Cállate! Bien, no me importa lo que pienses. No te debo explicaciones.

Rueda los ojos.

—¡¿Fuiste a verlo hoy?! 

No le respondo, pero mis lágrimas me delatan, así fue.  Sebastian no entendería por qué lo hice. Necesitaba ponerle un alto. Seguir huyendo era empeorar las cosas con él.

— ¡¿Con quién más te acostaste, Mattilda, con mi abuelo?!

Su necedad me está reventando el hígado  ¿Por qué no entiende que ninguno de ellos significó nada para mí? 

—¡Carajo! Sí, me acosté con muchos y te busqué en todos ellos, en la piel de cada hombre que encontré ¡Incluso en James!

Hace una mueca. Me doy cuenta de que eso último que dije me terminó de hundir y arrastré a otra persona conmigo.

—¿Sabe algo, Matt? Tienes razón, no me debes explicaciones. Quiero decir, lo de anoche solo fue un polvo, ¿cierto? —Sonríe en burla—. De todos modos, no era como que pensase darte un maldito anillo de bodas esta mañana.

Estiró el brazo señalándole la salida. Me he estado conteniendo demasiado pero ya no, en definitiva este es el colmo.

—¡Haz lo que quieras…!  —le advierto—. Pero si te vas, ¡Ojalá nunca regreses buscando eso que tuviste anoche conmigo!

Con toda la arrogancia que veo, aún conserva, suelta una carcajada. 

—¿Placer? ¿Un orgasmo? ¡Ja! Puedo obtener eso con cualquier mujer y mil veces más que contigo. Pregúntale a Helena. 

Su boca ríe, pero sus ojos como aquella noche del asalto, están a punto de llorar y ahora sé que no finge, esto en realidad le está doliendo  ¡No es justo! Trato de comprenderlo, pero él no a mí ¿Por qué? No entiendo qué se hizo el hombre maravilloso que anoche entre gemidos y gruñidos me llamaba su diosa y me hacía sentir que era la mujer de su vida ¡Por poco y me llama ramera!

—¡Sé que me amas! —le grito apretando los dientes—.  ¡No fue solo sexo para ti!

Y se va, sin cerrar la puerta como es su mala costumbre. Algo dentro de mí me dice que no es el punto final en nuestra historia, pero por hoy sí. No puedo ni quiero seguir llorando por él. No lo vale, lo he estado haciendo todos estos años y lo único que conseguí fue hacerme daño a mí misma.

Con los días lo de Sebastian ya no me duele tanto. Es en realidad el menor de mis problemas luego de que las conversaciones se difundieran. Cuando fue lo de Josué me trataron como a una cualquiera, pero no afectó mi incipiente carrera profesional a pesar de todo, en cambio ahora, con una carrera ya más consolidada y casos importantes, varios de ellos trabajados en conjunto con León, temo por lo que el rubio o el padre de Clara, que es magistrado de la Corte Suprema de Justicia, pueda hacerme como represalia por lo de su hija. 

También me preocupa James, necesito ir a buscarlo para aclarar las cosas. Me abre la puerta una niña como de unos doce años, creo que es su media hermana. No entiendo cómo James la aguanta a ella y a su padrastro ¿No le tiene lealtad a su padre? 

Al verme lanza un bufido. 

—Tenemos que hablar, James. 

—Estamos esperando a la enfermera ¿Cierto Kate? Ya sabes, mamá está allá adentro y yo soy el único adulto y no puedo…

En ese momento la madre de James sale a ver. Contrario a mí amigo, es una señora morena, pequeña y algo gordita, pero muy bella, aunque lleve un camisón y una mascada en la cabeza. Al verme sacude la cabeza, no sin antes haberme escaneado en un parpadeo.

—Buenos días, tú debes ser Max…

—Matt, mamá —se apresura a aclarar James—. Es la chica de la que te hablé. 

¿La chica de la que le habló? Me causa una curiosidad enfermiza saber que fue lo que le dijo de mi. 

—¿Me presta a su hijo? —intento bromear con Lorena. 

Vacila un poco. Tiene los mismos ojos dulces y enormes de James, ahora que lo noto, pero en color negro.

—Me temo que no, señorita. Ya Violeta vino y lo apartó.

Fuerzo una sonrisa. Algo me dice que no le agrado a Lorena.

Cuando al fin llega el padrastro de James junto con la enfermera, mi amigo se queda sin excusas para no salir conmigo. Le pido que salgamos al parque que está frente a su casa a conversar. Creo que es importante que lo hagamos. Nos sentamos a la orilla del camino, conlas manos hacia atrás apoyadas en el muro de cemento como lo hiciéramos en aquel balcón en año nuevo.




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