El secreto en tus labios

Capítulo 26|Sebastian

Hey brother! There's an endless road to rediscover

Hey sister! Do you still believe in love? I wonder

Hey brother/Avicii

 

La mayoría de la gente ama los cumpleaños, pero no es mi caso. No les hallo sentido, solo significan un año menos de vida y uno más de vejez, por eso no suelo celebrar ese día; sin embargo, este tiene un significado gigantesco, son mis, nuestros 3 grandes, mi abuelo diría que oficialmente soy un hombre.

No es como yo esperaba. De pequeño creía que un hombre a los treinta debía tener una linda esposa, una casa y dos hijos. En cambio solo tengo dudas: sobre mi futuro profesional, sobre mis sueños, sobre mi capacidad como escritor, sobre mi relación...

Decidí amar a Dafne, quiero amarla, hago todo lo que puedo todos los días para respetarla, darle su lugar en mi mente, pero mi corazón es muy tozudo, se niega a renunciar a ese maldito sueño de compartir esa casa con mi mujer ideal adentro, debo ver a Matt casi todas las noches cuando cierro los ojos, aún estando Dafne a mi lado.

Mis compañeros del restaurante me compraron un pastel y el dueño, como es costumbre cuando alguien cumple años en el trabajo, invitó a hamburguesas y aguas para todos después del trabajo.

—Helena ¿Qué quieres, niña…? —río, con sus manos encima de los ojos—. ¿Esto es alguna clase de juego erótico…?

—No, tonto. 

Abro los ojos, además de mis compañeros de trabajo, Dafne y todos mis amigos están aquí, incluidos Lex, James… y mi hermana.

Forman un círculo conmigo y mi hermana adentro, como es típico, comienzan a cantarnos el feliz cumpleaños. Luego Violeta entierra mi cara en mi torta, y yo la suya en su torta. Siempre tenemos tortas gemelas en nuestros cumpleaños, una para cada uno, desde pequeños. 

Los congregados aplauden. Les hago una irónica reverencia, mientras que mi hermana se sonroja. Proponen un brindis, yo celebro con ron y ella con Coca-Cola. Somos opuestos en muchos sentidos, yo la avivo, la hago salir de su cascarón y ella me frena, me hace un poco más racional, por eso es mi alma gemela.

Luego del brindis se lanza encima de James y le da un beso. Abro los ojos grandes.  ¡Mierda! Ese desgraciado, primero la mujer que amaba ¡Ahora quiere jugar con mi hermana! 

—¡Vaya, tienes cuñado, Sebastian! —apunta Helena.

—¡Bah! —Bufa Carlos—. Pobrecito, la hermana le bajó al novio. 

Comienzan a reír al verme al punto de estallar con los puños apretados de tanta rabia contenida.

Me lanzo encima de quién consideraba mi mejor amigo. Tenía desde hace tanto ganas de ponerle las manos encima y lo hubiera hecho antes de no ser por el respeto que le tengo a Lorena. Maldito traidor, bien decía mi abuelo que de los callados hay que cuidarse. 

—¡Bastian déjalo! —grita mi hermana.

Los demás sólo se ríen, creen que estoy jugando con él. Todos menos Lex quien sacude la cabeza en señal de desaprobación. Desgraciadamente, antes de que en realidad logre hacerle algo, el maldito me ataja con una llave de lucha alrededor del cuello. James no pelea, tiene principios éticos muy fuertes sobre eso, pero no significa que no sepa defenderse, al parecer. 

—No pienso pelear contigo… —me dice, de una forma que solo yo puedo escucharle. 

Vuelven a reírse en coro. 

—¡Fue la bienvenida la familia Renault, James! —apunta Sergio. 

La fiesta sigue, para todos los que pasó no fue nada, las únicas personas que advirtieron que eso no era una broma fueron Lex y Violeta. Contrario a James con mi hermana, trato de estar lo más cariñoso que puedo con Dafne el resto de la noche, necesito que vea que soy feliz con ella o quizás en el fondo soy yo quien necesita convencerse de ello.

—¿Nos vamos, Dafne…? —susurro en su cuello, mirando a James. 

Dafne hace una mueca. 

—No puedo, me duele la cabeza —murmura—. Lo siento…

No le digo nada, lo entiendo, pero es que en realidad así no es como imaginé este cumpleaños, sin el amor de mi vida, casi a punto de haber golpeado a mi mejor amigo y además con la cabeza a punto de estallarme y no exactamente por el alcohol. 

—¡Al menos todos sabemos que no vas a ser papá! —Se carcajea Helena. 

Tomo la mano de mi hermana. La idea de que ella y James pasen la noche juntos me da grima y evitaré que pase si puedo hacerlo. 

Violeta sacude la cabeza repetidas veces. Ella sabe lo que estoy pensando; puede leer mí mente. 

—¡Oh no! Tu departamento es un huevo, Bastian ¿Donde pretendes que duerma, en el piso? 

De nuevo sueltan la carcajada. 

—No, pero yo sí, Violeta Isabel. Quiero decir, no permitiré que pases la noche con este sujeto. 

Miro a James, quien estira las cejas y me enseña las encías, presiento que está algo ebrio. Mi hermana palmea mi hombro. 

—No te preocupes, Bastian. Tengo una hija, ¿recuerdas? Puedo cuidarme sola ¡Mejor dicho no puedo!




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