El secreto en tus labios

Capítulo 29|Sebastian

There's a boy, lost his way, looking for someone to play

There's a girl in the window tears rolling down her face

We're only lost children, trying to find a friend

Trying to find our way back home

Two Pieces/Demi Lovato

—Mi amor… —suspira entre mis brazos—. ¿No crees que ya es algo tarde para estar aquí en la obscuridad?

Sonrío. Parte importante de nuestra relación es eso, hacernos el amor con locura cada que podemos y está bien. Además hemos estado separados muchos meses, su cuerpo me está pidiendo a gritos y el mío a ella, puedo sentirlo. Mañana será otro día, tendré que enfrentarme al hecho de que técnicamente aún no termino mi relación con Dafne y  que está más que decidido que me iré en unos meses, pero no esta noche. 

Esta noche ella es todo mi universo.

La llevo a ese departamento donde nunca quise traer a vivir a Marilú. Tal vez solo estaba esperando a la verdadera dueña de mi vida para compartir este lugar con ella.

Mientras conduzco pienso en tantas cosas. Aún traigo el anillo conmigo, podría, quisiera pedirle matrimonio ahora mismo porque lo sé, lo siento, ella es la indicada y esta es su sortija. Noto que saca el celular tiene en los ojos esa misma ilusión que mi sobrina cuando dibuja. Algo me dice que está escribiéndole a su amiga Lily para contarle todo lo que ha pasado entre nosotros. 

Al entrar en el almacén la cargo en voladas escaleras arriba hacia el departamento. No tiene objeciones en esta ocasión, siento que los pero se agotaron entre nosotros. 

—Su palacio, monchéri…

Rueda los ojos. 

—Me gusta más que me llames muñeca.

—Ok, ¿Segura? 

—Totalmente, lindo. Por cierto, me da gusto que ahora tus brazos sean más fuerte. 

Sube con los perros a la azotea. Max puede quedarse en la casa del perro que hay arriba esta noche junto con Yoda. me le quedo viendo embobado mientras baja la escalera. Está bellísima, quizás en unos años ni recuerde exactamente por qué o cómo iba vestida como para causar en mí tal impresión, cual estrella de cine, pero nunca olvidaré sus ojos enormes y relucientes de amor viniendo hacia mí para luego rodear mi cuello en un abrazo. 

—Matt, yo… —balbuceo, preso de ella, de sus deseos eternamente.

Se quita el abrigo. y comienza a besarme. Escucho sus gemidos, sus te amo entremezclados con frases a medias suplicando que no la deje y a la vez guiándome hacia la habitación. Con  cada caricia, con cada beso, nos acercamos otra vez al abismo.

 —Hazme el amor, lindo —me pide—. Mi cuerpo te extraña…

Al pie de de la cama, comienzo a acariciar su cuerpo con delicadeza. Mi niña. De ahora en adelante tengo que cuidar a esta mujer con mi vida, así como ella aunque no es consciente de eso me ha salvado a mí de la locura. 

—¡Paaaaara! —gime de repente. 

Levanta los hombros, su cuerpo se vuelve rígido y me aleja con ambas manos. 

—No. No puedo hacer esto ahora —dice mientras se arregla la ropa con una mano y el cabello con la otra.

—Matt ¿Estás bien?

Se sienta al borde de la cama con la vista gacha hacia sus pies. Cierra los ojos y se tapa los oídos. Comienza a murmurar algo que no entiendo. Le hablo pero no me hace caso. Esto es ridículo. Quiero decir, actúa como una niña haciendo berrinche. 

—No, mi amor…

Me siento a su lado. Hay algo muy extraño en su comportamiento, algo que me da mala espina. Tomo su mano entre las mías para darle valor, creo que se trata de lo que mencionó mi hermana respecto a León. 

Matt se pone de pie, tira de mi brazo, me guía hasta en medio de la azotea y acaricia mi rostro. Comienza a preocuparme en serio. 

—Te amo, te amo, te amo, te amo, tanto Sebastian ¿Me amarás tú pase lo que pase? 

—Sí, ya te lo dije una vez, Matt. 

—¿Lo prometes? 

—Claro, tranquila, muñeca. 

La atraigo hacia mí, rodeando su cintura con mis brazos. Acaricia mi rostro, recorriendo las líneas de mi cara, delineando la forma de mis labios, como queriendo memorizar esas sensaciones por el resto de su vida. Luego encapsula mis manos entre las suyas y se pone a llorar. 

—Te amo, te amo tanto, tanto, Sebastian Renault. Desde que era una muchacha y te observaba en secreto. Me encanta que seas tú mismo, que te haya valido un carajo todo con tal de seguir tus sueños. Eres tan terco, mi vida, solo un poco más que yo. Me gusta cómo piensas y lo que escribes, de nada me servirían esos hermosos ojos avellana si no hubiera nada en tu cabeza. 

Hace una pausa, se está ahogando con sus propias lágrimas. Cada una de sus palabras y de sus caricias, hacen que la maldita estampida de búfalos galope sobre mi pecho con más furia, pero a la vez me parten el alma y no sé por qué. 

—Promete que no olvidarás pase lo que pase, no importa si estoy lejos, o lo que diga después de esto, que mientras esté viva te amaré con toda mi alma incluso si tú ya no sientes lo mismo. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.