El secreto en tus labios

Capítulo 31|Sebastian (1°a Parte)

 

Remove this whirling sadness

I'm losing, and bluesing

But you can save me from madness

Secret Smile/Semisonic

—Matt ¿Estás bien? —le pregunto. Para ser una mujer que siempre tiene algo por lo cual discutir, ha estado muy callada esta noche. 

—Sí… —me contesta sin quitar la vista de su plato de tacos.

—Te recuerdo que tu fuiste quien quiso tacos, muñeca. 

—Lo sé… —masculla sin mucho interés mientras hace rodar el plato giratorio en donde están las salsas y los limones.

Esperaba que al menos me soltase  que estos tacos saben a mierda, que está a dieta y soy un desconsiderado por no recordar ese detalle  o algo así, pero no lo hace. Creo que saber qué es lo que le pasa, mierda, y lo peor es que no me deja hacer nada al respecto; o quizá es más bien que no hay nada que pueda hacer sin empeorar las cosas y que, como ya me explicó, León termine poniendo una demanda en mi contra por cualquier ridiculez si muevo un dedo para defenderla. Sé que tiene razón, el rubio es capaz. Así que para distraernos, ya que no podemos estar en paz ni en mi maldito departamento porque se la vive al pendiente de su teléfono dado que el pendejo de Ross no deja de llamarla, decidí invitarla a cenar y luego a dar una vuelta en  coche mientras se le pasa. 

—El próximo sábado dijiste que íbamos a cenar con tu papá ¿Verdad, muñeca? —le pregunto luego de un rato para romper el hielo que se ha formado. 

Asiente con la cabeza, pendiente de su bolso en donde creo que tiene el celular.  De repente sacude la cabeza y pone la cartera bajo la silla, luego me mira y sonríe desafiante. Acaricia mi pierna con su pie descalzo y pestañea. 

—¿Nervioso, lindo?

Sacudo la cabeza, Matt nunca sabrá cuánto disfruto salir con ella como una pareja normal. Quiero decir, adoro estar en la cama haciéndole el amor, pero presumirla en público es algo increíble para mí y en especial cuando jugamos a este tipo de juegos semi prohibidos a los que a veces me incita en público. 

—Noup… 

Me sonríe. Su pie desnudo se frota con más insistencia sobre la tela de mi pantalón hasta que lo aprisiono entre mis piernas y mi novia comienza a reír. El coreano dueño del restaurante ya se dio cuenta de lo que estamos haciendo porque ya nos está mirando raro. Un coreano dueño de un restaurante de tacos, ¿quién lo diría? Y sus tacos son buenos es lo mejor de todo. 

—No me mientas, Sebastian Renault —insiste, apoyando sus manos  sobre la mesa—. Sí lo estás…

Suelta una carcajada. 

—No. Quiero decir ¿Por qué debería...?

Sacude la cabeza otra vez y vuelve la vista a su plato. No puedo mentirle a Matt, la verdad la idea de conocer a su padre me da grima. El Doctor Méndez le dijo hace unos días que quería conocerme a mí, el hombre que pidió la mano de su hija. No soy idiota, creo que sé el porqué, debe pensar que estoy jugando con Matt porque aún no ponemos fecha para el casamiento pero en mi defensa, es su hija quien aún no quiere elegir una fecha y yo debo respetar su decisión ¡Si por mí fuera nos hubiéramos casado en el momento en que le di el anillo! 

—¿Cómo es él…? —le pregunto.  

Toma un sorbo de su soda  y lo engulle despacio, luego suspira. Sé que su papá es un tema difícil para Matt, tampoco es mi tema favorito hablar sobre el mío. Quiero decir, a veces siento que en realidad no conocí bien a mi progenitor; siempre estaba trabajando o encerrado en su habitación o si no bebiendo, después murió repentinamente de un dolor de cabeza, un aneurisma cerebral que aún no le habían diagnosticado, cuando apenas estábamos comenzando  la adolescencia mi hermana y yo, poco antes de que James y su madre se fueran. 

Una vez más vuelvo a pensar en el viejo, prácticamente mi abuelo fue quien nos crió, no mi padre y siempre le estaré agradecido por ello.

—Terco —vacila— y quisquilloso y sarcástico y muy perspicaz. Cree que tiene la razón en todo solo porque sí. 

—¿Tu papá o tú? 

Levanto una ceja y le sonrío de lado. Se forma en sus labios el mismo mohín de cuando se molesta conmigo que me parece tan sexy en ella y me provoca comerle la boca, especialmente porque lo sabe y eso hace que se moleste mas ya que según ella la estoy “tratando como un objeto” y esas cosas tontas  que dicen algunas mujeres, pero que a mí me causan gracia; Matt no es un objeto para mí, sino una bendición, no sé si realmente entiende que mi amor por ella es lo único importante que tengo en la vida. 

Una carcajada sale de mi boca ¡Sueno como un completo mandilón! y lo peor es que nunca he sido tan feliz como ahora.  Está molesta, lo sé va a decir algo pero su teléfono comienza a repicar. Me gustaría decir que con pedirle que no conteste bastaría para que ignore el aparato y hasta lo apague, pero no es así. Solo espero que sea James, quien olvidó que es viernes y debía venir a la capital por sus clases y solo la ha llamado para asegurarse que está bien y no necesita nada, como le pedí que hiciera en mi ausencia. 

 Veo las arrugas en su frente, no es James quien le llama. 

—¿Hola? —repite Matt con insistencia unas cuatro veces, pero al parecer nadie le contesta.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.