El secreto en tus labios

Capítulo 35|Sebastian (1°a Parte)

Caught up in sorrow, lost in my soul

But if you don't come back

Come home to me, darling

Emotion/Destiny's Child (Cover)

Los médicos dijeron que sufrí una descompensación debido al desvelo y las emociones fuertes que he estado viviendo las últimas semana, por eso me desmayé cuando estaba con Matt en el hospital. 

Ojalá me hubiera muerto. Quiero decir, me sentí muerto por unos segundos y fue extraño, pero estuvo bien. James dice que me encontró tirado en el regazo de Matt y ella estaba moviendo ligeramente un dedo hacia mí. Aún así, aunque saben que en cualquier momento podría volver, mi hermana, apoyada por el Doctor Méndez y mis dos amigos, me obligó a visitar un terapeuta, como si contarle mis problemas a un extraño no me fuera a hacer sentir peor. Después de escucharme responder monosílabos cuarenta y cinco minutos, el psicólogo sugirió que debía de alejarme unos días de aquí y a Violeta le encantó la idea.

—No eres indispensable aquí, Bastian— me repite por enésima vez rodando los ojos—. Lo hice bien sin ti durante meses; lo haré bien unos días. Además, no me sirves si te la pasas oyendo música deprimente todo el día y soñando despierto en vez de trabajar, para luego largarte en cuanto dan las cinco y media, causas más problemas de los que solucionas estando así.

—Además yo la estoy cuidando bien —interviene Lily quien hasta ese  momento había estado muy callada—. Haré turnos dobles si es necesario para que Matt no…

Rompe en llanto. No sé si a Matt le gustaría ver a su mejor amiga así o más bien le molestaría. Hace días me pregunto si ella pudo ver lo que me pasó esa tarde en el hospital la última vez, si funciona como en las películas y su alma se encuentran flotando entre nosotros y si es así, si aún quiere a su lado a un hombre tan débil como yo. Nunca me vio desmoronarme de ese modo, ni cuando murió mi abuelo o cuando me echó de su departamento esa noche. Yo siempre he sido el fuerte de los dos como debía de ser. 

La enfermera sale de la habitación de la la madre de James, significa que ya podemos entrar. 

—No todos juntos —advierte la mujer—. Necesita paz. 

Lily entorna los ojos, por algún motivo cree que la mujer se refiere a ella, aunque no sé por qué. 

—Que entren ellos dos —espeta indignada la pelirroja—. Yo entraré después. Voy a ver a mi tío y a Kate, si me disculpan. 

Lily ha estado muy irritable desde lo que pasó. Nunca creí que la pelirroja quisiera tanto a Matt. Es mi relevo últimamente, ella acude temprano en la mañana al hospital, a veces con sus niños, los deja en la sala de espera con la madre de Matt y se va hasta muy tarde cuando me ve venir. 

—Tu primero, Bastian… —musita mi hermana al pie de la puerta. 

Creo que Lorena De León fue la primera mujer por la que me sentí atraído. La recuerdo morena, del cabello ondulado y muy largo, con los labios pintados de rosa, muy discreta y elegante. Me gustaba como siempre le hallaba una solución a todo, en mí mente de niño de cinco años ella y la mujer maravilla eran la misma persona. Era amiga de mi papá, la contadora del almacén, los recuerdo sentados frente a frente haciendo cuentas y discutiendo el por qué les faltaba diez centavos para cuadrar un balance. James y yo a veces decíamos en que ellos dos, su mamá y mí papá deberían casarse. 

Entrecierro los ojos. Al acercarme un poco más para besar su frente, esa imagen de la madre de mi mejor amigo con su traje azul y su mascada de seda adornando su cola de caballo desaparece. Se ve tan frágil y pequeña, sus muñecas huesudas, su piel pálida, ya ni se molesta en cubrir su cabeza, James dice que Lorena no ve el ve el sentido a tapar el sol con un dedo. 

—Sebas... —me llama—. ¿Sos vos, papito?

—Sí, soy yo...

Trato de sonreírle pero me tiemblan los labios. 

—¿Estás triste? No me digás que otra vez el Chepe y sus amigos les quitaron sus muñecos. 

Me limpio una lágrima, deseando que en efecto fueran ese tipo de problemas que tenía cuando era niño ¡Maldita sea!

—Así fue… 

—¡Ah! Pero por eso no se llora. Ustedes son hombrecitos y los hombres no lloran.

Sacudo la cabeza. No, los hombres no lloran.

—Me mandó a decirte esa muchacha bonita que está… —jadea—. Que… está

Mi amigo James entra con la enfermera, creo que van a ponerle una inyección de morfina y es mejor que me vaya.

—No estoy tan seguro sobre de qué está hablando, pero dice constantemente cosas como esas —se disculpa James—. El doctor dice que es normal que en estos casos cuando…

Lanza un bufido, con tal de no llorar. Ambos estamos de acuerdo en que Lorena no puede vernos rotos por más que todo esto nos esté matando en vida.

—¿Estás bien, viejo? —me pregunta, sigo sin entender qué esperan las personas que uno les responda en casos como el mío—. Ya sabes, Violeta me dijo que te vas mañana con Lex.

—Sí, quiero decir, voy a cobrar mi último cheque en el restaurante, a cancelar el contrato de alquiler de mí departamento y a hacer mandados que me encargó mi hermana. Quiero decir, hablar con los acreedores, con el gerente del banco, el del seguro y esas cosas. 




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