El Senador

Capítulo 1

Veo como su mano temblorosa hace un garabato en la línea de la firma.  


—Bien, allí está— Pero te juro Farid Harper, que esto que acabas de hacer, jamás te lo voy a perdonar, esas fotos no son reales y tú lo sabes, también sé que hay algo más detrás de esto,  pero haz preferido, hacer esto a tu manera—Espeta furiosa.


— La veo girarse y salir de mi despacho a paso apresurado, seguida de Lucius.  


Está hecho, Alana Duarte y yo estamos divorciados, aunque a pesar de que no esté junto a mí, no dejaré de velar por su bienestar.  


Me sirvo un trago y me asomo por la ventana, que da hacia la entrada. La veo salir de la casa y subirse al auto, que la estaba esperando, se detiene por un segundo y levanta su mirada hacia donde me encuentro, nuestras miradas se conectan y por primera vez desde que la conozco, veo el odio reflejado en sus ojos. 

Sé perfectamente bien, en lo que me estoy metiendo, tener Alana Duarte de enemiga, puede costarme muy caro, pero tenía que hacerlo, esta era la única solución o al menos la única que yo encontré. 

Solo espero que mi madre esté equivocada, en eso que siempre repite: “Los hombres, en medio de situaciones difíciles, siempre toman las decisiones más prácticas, pero también las más erráticas”

                                           *******  

 


Las lágrimas corren por mis mejillas y no puedo evitarlo, tengo el corazón roto y el alma herida, mi esposo y el que creí era el amor de mi vida, acaba de echarme de su lado, sin ninguna explicación, tal cual si fuera un animal rabioso. No entiendo nada, esta mañana todo estaba bien y ahora, mi mundo se vino abajo, mi matrimonio se acabó, mi vida se puso patas arriba y ni siquiera sé la razón, pero tarde o temprano voy a averiguarlo y cuando lo haga, Farid Harper va a pagar, haberme echado así. 
Las lágrimas que habían cesado, empiezan nuevamente a brotar y sin poder evitarlo, el llanto que inicia calmado se convierte en uno desgarrador, ni siquiera me cohíbe el hecho de que Lucius y Karl, mi chofer, me vean así, estoy rota y me duele, no intervienen, solo guardan silencio, mientras el auto sigue su avance y mi alma continúa desahogándose. 
Media hora después he dejado de llorar, supongo que seque mis glándulas lagrimales, bajo del auto frente al hangar privado de los Harper, parezco una autómata que se mueve por programación. 
Lucius, me entrega unos lentes oscuros, gesto que agradezco, así como mi bolso, con mis documentos personales, el chofer arrastra dos inmensas maletas, que supongo contienen mi ropa, en otro momento me hubiese rehusado a marcharme de aquí, he hecho una vida en New York, tengo un nombre, soy una mujer reconocida en este lugar y no solamente por ser la esposa del político más joven y destacado del año, según la revista Forbes, sino por mis propios méritos. Pero en estos precisos momentos soy un despojo humano, no tengo mis pensamientos claros y mucho menos mis sentimientos. 
Necesito alejarme, tal vez así sea más fácil, organizar mi vida y saber qué hacer con ella, de ahora en adelante.  
—Señora— Dice Lucius, sacándome de mis pensamientos. 
—Si— Respondo mirando al chico joven, de ojos negros, que siempre me acompañaba a todos lados, porque era mi guardaespaldas.  
—Ya es hora de abordar— dice con la mirada triste— Yo lo siento mucho, señora, no…  
—Está bien Lucius, no es tu culpa— Respondo— Cuídate mucho y dale un beso de mi parte a tu madre, dile que extrañaré su rica sazón, también despídeme del resto, ya que no tuve oportunidad de hacerlo— Termino diciendo, para luego darle un abrazo.  
Me giro hacía Karl, mi chofer, quién está con la cabeza baja. 
—Cuídate Karl y también a tu familia, mándame fotos de tu bebé en cuanto nazca— Digo dándole un beso en la mejilla al hombre que, tantas veces, escucho mis risas, mi llanto y mi frustración. 
—Hasta pronto, digo intentando un amago de sonrisa, subo la escalera del jet y me coloco en el asiento, que siempre ocupaba, cuando viajaba con Farid.

  
—Desea algo, señora— Dice Mey, la azafata de planta del avión.  
—Nada Mey, gracias— Respondo en tono amable. Abrocho mi cinturón, recuesto la cabeza en el asiento, que reclino un poco, mientras la aeronave, inicia el despegue, rumbo a mi país, a mi tierra, a ese lugar que abandoné hace unos años, con muchos sueños e ilusiones, pero al que hoy regreso destruida y desolada.

 Duele, duele como si me hubieran enterrado un puñal en el pecho, hemos sido un equipo, hemos trabajado juntos, Farid debió hablarme claro, contarme que sucede, pero en lugar de eso prefirió usar como pantalla esas estúpidas fotos y escudarse en una supuesta infidelidad, de mi parte. Pero bueno él así lo decidió y aunque sé que nos movemos en un mundo corrupto y sucio, no puedo olvidar que Farid y yo hicimos un trato de nunca fallarnos, pero hoy Farid Harper me falló o mejor dicho nos falló a ambos. 
Puedo ver por la ventana de avión, como queda atrás, el lugar que conocía como hogar, pero esta bien, a veces es bueno retirarse para restructurar las estrategias y contratacar, pero eso solo sucederá, cuando me sienta lista, por ahora me ocuparé de recoger los pedazos de mi vida y de mi roto corazón.  


 




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