El Senador

Capítulo 6

—¿Alguien me puede explicar porque eso allá afuera, se volvió todo un caos?— Espeto molesto, luego de terminar la rueda de prensa. 


—Lo siento, señor— Pero fue imposible evitar que los periodistas hicieran, esas preguntas incómodas— Contesta Marie, quien hasta hace poco era la asistente de Alana y hoy ha asumido su puesto— Ellos respetaban las directrices de Alana, pero las mías parece que no— Responde la chica apenada.  


—Pues que no se repita Marie— Digo serio. 


—Si señor— Contesta la chica atemorizada. 


Las preguntas de los periodistas fueron insidiosas, tanto que estuve a punto de pararme e irme, pero eso en nada hubiese beneficiado, mi ya bastante afectada imagen pública.  


Entro a mi oficina y voy directo al mini bar, abro la botella de Wiskhy que bebo, sin usar un vaso. Son demasiadas cosas con las que tengo que lidiar, Alana lejos de mi, mis números de las encuestas cayendo, el asedio de la prensa, las amenazas que no paran de llegar, si esto no para voy a volverme loco. Solo mi mujer, mi muñeca era capaz de sacarme de este caos, al tenerla en mis brazos, pero ahora tampoco eso puedo tener.  


Estoy sentado en el piso, con la botella vacía junto a mi, intento pararme pero no lo logro, el efecto del alcohol ya hizo estragos en mi sistema. De pronto la puerta de la oficina de abre de golpe, para dejar entrar a mis amados progenitores.  


—¿Qué diablos significa esto? — Espeta mi madre enojada. 


—Significa que estoy ebrio,  madre— Respondo con sorna. 


Siento como los brazos de mi padre, me ayudan a incorporarme, para llevarme hasta el sofá, que esta frente al escritorio.  


—¿Y no te parece que es muy temprano para beber, Farid? — Responde ella molesta. 


—Y no te parece, que ya estoy algo grande para tus regaños, Juliana. — Digo arrastrando las palabras.  


El calor de la palma de la mano de mi madre en mi cara, me saca de golpe de mi borrachera. 


—Mire señor Harper, usted podrá ser uno de los hombres mas influyentes  y tener la posibilidad de ser el senador más joven de este país, pero yo soy tu madre y eso no lo cambiará ni la silla del senado, ni la opinión de la revista Forbes, así que fíjate bien, como carajo me hablas, porque si no te juro que termino haciéndote la endodoncia a cachetadas— Termina diciendo mi madre.  


—Lo siento, mamá— Es todo lo que alcanzo a decir. 


—¿Farid que está pasando? — Pregunta mi padre— pareciera que estuvieras auto destruyéndote, pero entendemos la razón.  


—No puedo decirles, papá— Respondo, con la voz entrecortada por el llanto. 


—Si puedes hijo, tal vez podamos ayudarte— Dice mi madre, arrodillándose frente a mi. 


Solo muevo la cabeza a manera de negación y escondo mi rostro entre mis manos, para evitar que vean las lágrimas que ruedan por mis mejillas. 


—Solo  espero, que esto tenga arreglo, dice mi padre— Porque si no, Alana y tú sufrirán mucho hijo. 


—Ya lo están haciendo  cariño— Responde mi madre— pero mientras el testarudo de tu hijo, no hable, nada podremos hacer para ayudarlos. 


—Vamos necesitas un baño— Dice mi padre, mientras prácticamente me arrastra, hacía el baño de la oficina, para darme una ducha, que me ayude a bajar la borrachera. 


                                        ******* 

Tal como lo planeó mi madre, salimos de casa. Al abrir la puerta de la entrada, me encontré con un elegante auto con chofer, que deduzco mi madre rentó.  


—¿Por qué mi miras así, Alana?— No modo que llamara un taxi, para  que nos llevará cariño, eso no combinaría con tu atuendo hija mía, además tampoco, me convertiría en la envidia de mis vecinas. 


—¿Y este auto si? — Pregunto intrigada. 


—Claro, hija— Dice mi madre sonriendo, mientras mi padre hace un ademán de despedida, desde la entrada de la casa. 


—¿Quién te llamó, mi niña? — Pregunta mi madre, una vez ya estamos, cómodamente sentadas en el lujoso auto. 


—Jhon Taylor, madre— El principal adversario de Farid, para la silla del senado— Respondo, mientras miro por la ventana. 


—¿Y qué quería, mi amor? — Interroga mi mamá. 


—Ofrecerme trabajo—respondo seria. 


—Umm, interesante y ¿Qué piensas hacer? —Pregunta mi progenitora. 


—Voy a aceptar, mamá— Respondo— Nací bella, pero no millonaria, debo trabajar para solventar mis gastos, madre y para poder ayudarlos. 


—Nosotros estamos bien mi amor, aquí lo principal eres tú—¿Estás segura que quieres volver, tan pronto? — Pregunta mi madre. 


—No estoy segura, pero voy a volver, mi carrera es reconocida allá, aquí nadie me conoce, tendría que empezar de cero madre y eso no sería fácil.  


—Tienes razón mi amor, es solo que pensé, que estarías un tiempo más largo con nosotros, pero está bien toca darle la cara al mundo, mi amor y si tu regreso es por la puerta grande, pues mejor—Seguro a mi ex yerno se le revienta el hígado, cuando sepa que vas a trabajar con su adversario— termina diciendo mi madre.  


Llegamos a uno de los más concurridos, centros comerciales de Bogotá y tal como lo predijo mi madre, los periodistas y fotógrafos se hicieron presente, intentando obtener de mi parte algún tipo de declaración, pero afortunafamente logré evitarlos.  


Esta decidido regreso a New York, para ser parte del equipo de campaña de Jhon Taylor, así que Farid Harper, resignate a perder esa silla en el senado, yo misma me encargaré de que así sea. 








































 




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