El Senador

Capítulo 8

Anoche recibí una llamada de los guardaespaldas de Alana, para informarme que había tomado un vuelo con destino a New York, mis hombres estuvieron aguardando en el aeropuerto, me informaron que un lujoso auto la recogió y la llevó, hasta su antiguo apartamento, aquel en el cuál vivía, antes de casarnos. Tuve que suprimir mis inmensas ganas de ir a buscarla y hacerla mía, como tanto deseo y protegerla, con mi propia vida si fuera necesario.  


Pedí que mis hombres se quedaran vigilándola, esta mujer es mas terca cada día, nada tenía que regresar a hacer a New York, debió quedarse en Bogotá, no me extraña que algún magnate le haya ofrecido trabajo y por eso regresó, Alana es muy buena en lo que hace, es publicista y asesora de imagen, además sabe manejar a los periodistas y su sola presencia los hace, entrar en cintura. Saberla tan cerca y no poder tenerla, solo hace mayor mi agonía, pero toca Farid.  


De mala gana termino de arreglarme para la dichosa cena, que planificó Taylor. Doña Juliana ordenó y como prefiero evitar la ira de la reina madre obedezco, porque ella sabe ponerse intensa a niveles inimaginables. 


—Evita beber, Farid— El licor no es tu mejor aliado, en los últimos días— Dice mi padre. 


–¿En serio, papá? — Tú también te pondrás intenso— Digo mientras arrebata de mi mano un trago de Whisky que acababa de servirme, justo antes de salir, para la dichosa cena. 


—Si, en serio— Tu madre, nos espera abajo, así que en marcha— Dice mi padre, mientras camina hacía la puerta de la entrada, de mi casa.  


Sigo los pasos de mi padre, de mala gana. De todas las cosas que me interesan hacer, ir a esa dichosa cena es la última en mi lista, si no es que ni siquiera forma parte de ella.  


—¡Que guapo estás, cariño! — Dice mi madre, una vez subo a la limusina y me siento, justamente en frente de ella — Nos quedo lindo, mi amor. Te dije que debimos haber tenido unos cinco más— Dice mi madre, mirando con coquetería a mi padre. 


—Estoy aquí, por si no lo han notado—Digo observando el ritual de cortejo de mi madre, hacía mi padre. 


—¿Y tú que crees, Farid? — Que te trajo la cigueña, no mi amor tu padre y yo somos dos adultos sexualmente activos. ¿Verdad mi amor?— Dice mi madre, mirando a papá. 


—Activos y gustosos,  querida— Responde mi padre. 


—Ok, Ok, demasiada información, innecesaria— Digo moviendo mis manos haciendo gestos, para que cesen de hablar del tema, mientras mis progenitores ríen divertidos.  


Por un momento me olvido de mi patética vida, mientras disfruto de las bromas y comentarios subidos de tono de mis padres, que no pierden la oportunidad de demostrarse su amor.  


Treinta minutos después vamos llegando al Four Seasons Hotel, lugar donde va a realizarse la dichosa cena de gala.  


La alfombra roja esta dispuesta para recibir a las personalidades de la política y de la farándula, que seguramente asistirán esta noche. Los periodistas y  fotógrafos están apostados a ambos lados de la alfombra, compitiendo entre ellos a fin de lograr, la mejor foto o la mejor entrevista.  


El primero en bajar de la limusina es mi padre, para luego de manera muy galante, extenderle la mano a mi madre para que proceda ella a bajar del auto, espero que los fotógrafos tomen, las mejores fotos de mis progenitores, para luego descender del auto. En este momento la atención se posa en mí, dando lugar a un número incontable de flashes.  

Empiezo a avanzar en medio de los periodistas, que no pierden la oportunidad para hacer sus preguntas indiscretas, supongo que con la intención de justificar su salario, hacen un círculo alrededor mío, pero de repente eso cambia de forma repentina, cuando estaciona un nuevo auto y baja de ella una persona, que atrae la atención de todos los presentes, cuando alguien grita su nombre. 


—¡Es Alana Duarte! — Grita una periodista emocionada, haciendo que todos corran hacía donde acaban de decir, que se encuentra mi muñeca.  


Mi mirada la busca de forma desesperada, hasta toparme con un preciosa  y sexy figura femenina, enfundada en un traje rojo, que le queda como guante, con un  provocativo escote en la parte frontal que resalta sus pechos y una abertura, sobre su pierna izquierda que deja al descubierto, su blanca y tersa piel. Es una malvada, provocadora e incitadora, justo tenía que vestirse de rojo, ese color que tanto me fascina verle puesto.  

Decir que esta hermosa, es quedarse corto, esta espectacular, hermosa, sexy y provocativa.

 

 Intento avanzar hacía ella, para meterla de vuelta a ese auto y llevármela de aquí, para que todos esos imbéciles dejen de comérsela con la mirada, pero el agarre de mi madre me detiene, para luego acercarse, discretamente a mi oído y decirme: 


—Contrólate Farid—Alana, ya no es tu esposa, cariño o es que acaso lo olvidaste— Dice mi madre en un tono discreto.  

Miro nuevamente hacía donde se encuentra mi muñeca, posando como toda una diva, para los flashes de las cámaras, que parecen adorarla. Pero, ¿Cómo no?— Si estoy seguro, que por  mucho es la mujer más hermosa, de este lugar.

 

—Entremos hijo— Dice mi padre—Al darse cuenta del esfuerzo sobrehumano que estoy haciendo, para no agarrar a Alana y llevármela de aquí, así sea en contra de su voluntad.  Dios Santo y pensar que la noche apenas, empieza. 



 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.