Tus hermanos te han dado el dinero para el almuerzo, metes los billetes y monedas en el bolsillo de tus shorts.
Momentos atrás, le revelaste tu mayor secreto a tu confidente, el Rey. Ella tuvo algunas dificultades procesando lo que le dijiste, ¿por qué no se alegró? La respuesta más lógica es que le entristecería alejarse de ti, lo entendiste y decidiste forzar la conversación, te ha felicitado y abrazado, pese a ser más alta que tú, siempre seguirá siendo tu hermana menor, la amas. Los amas.
Aunque, ahora que te alejas de tu hogar, reflexionas acerca de las acciones de tu hermana, debe de sentirse muy sola al estar todos los días dentro del taller, haciendo qué dios sabe qué. Tú no eres una persona pesimista, así que borras esos pensamientos, decides seguir caminando y alejándote de ellos. Tu madre te encargó lavar la ropa, cuando regreses, harás la lavandería y le cocinarás algo, es la primera vez en semanas que ella se queda en casa, quieres hablarle de algo. ¿De qué?
Cruzas el puente, no puedes creer que ya tienes quince años viviendo en una ciudad tan bonita, te maravilla como el agua pasa por debajo del puente, te gustan las palmeras y todo tipo de árboles que ves, años atrás, el árbol de limón que plantaste era pequeño, ahora hace sombra a la orilla del riachuelo, suspiras, solías sentarte ahí junto a tu novia, ella ya no está, se fue hace mucho, lo olvidas y sigues caminando.
Has crecido, ya no tienes una cara redonda, se definió tu rostro y tus pestañas parecieran no dejar de crecer, a veces se te meten al ojo y por eso pareciera que llorases, se reían de ti en el prescolar a causo de ello, ruedas los ojos, otro recuerdo que decides ignorar. Te adentras en los espesos arbustos, saltas de piedra en piedra hasta salir de un brinco a la carretera, te parece genial que tu casa esté tan escondida, la hace más especial. En el horizonte puedes ver los locales y la gasolinera, irás hasta allá a comprar el almuerzo, esperas a que un auto pase y te de un aventón, por qué no, es un día precioso, piensas.
Balsa es hermoso, las personas que pasan en la acera contraria a ti te saludan, los saludas de vuelta con una sonrisa ancha, característica de ti, te sientes extraño, no pasan autos y el cielo se torna gris, te gusta el gris, pero no te gusta la lluvia. Sales corriendo en busca de refugio, hasta una estación de buses, ahí tomas el autobús, vaya, has gastado tu propio dinero en el pasaje, no te importa, porque es el almuerzo de tus hermanos y tienes mucho dinero ahorrado.
Te bajas en la gasolinera y te diriges a la panadería, te recibe el guardia de seguridad con un estrechón de manos, lleva trabajando ahí desde que eras pequeño y tu mamá te llevaba a comer bizcochos, oh, amas los bizcochos, son raros de encontrar, has plantado cacao en tu casa para hacer tus propios budines, en unos años, tanto tú como tus hermanos estarán comiendo budines, piensas, te agrada tanto la idea que te emocionas. Los amas.
Pides las seis porciones separadas y pagas cuando te entregan los envases amontonados dentro de la bolsa de tela que llevaste, te despides. Metes la nariz en la bolsa y suspiras, qué bien huele tu comida, estarán todos tan felices de comer algo rico, lo cual era de vez en cuando. Antes de alejarte, notas que la repostería está abierta, te pegas a la vidriera y tu corazón se derrite, tu pecho se convierte en un contenedor de agua, te va y viene un sentimiento que añoras. Pones tu mano en el cristal, juras que, en tu reflejo, a tu lado hay alguien, te das la vuelta, no es nadie. Tus ojos brillan, la cajera lo nota, tu mirada en los bizcochos, ella te reconoce, te ha visto pasar todos los días al bajar del autobús, cuando caminas hacía tu casa, te vio crecer, te vio llevar a tus hermanos a la escuela todos los días. Es un hilo, una conexión que no sabías que tenías, ella no sabe nada de ti, solo te ha visto, tú no sabes nada de ella, solo la has visto y le has encargado los seis bizcochos, cinco para tus hermanos, uno para tu mamá, no tienes más monedas, usaste todo tu dinero en el postre.
Tienes que caminar hasta tu casa, te olvidas de la idea del autobús, no tienes dinero. Llevas un rato caminando por la carretera de tu ciudad, los campos te parecen geniales, te recuerdan a las veces en que tu mamá tuvo que trabajar en campos de otro Estado, ella solía llevarte en canastas en su espalda y adorabas cuando ella ponía su mano en su espalda solo para que tú la agarrases, oh, es un recuerdo muy lindo, llovió mientras procesaban tu orden y sigue lloviendo ahora, no te importa mojarte, con tal de mantener la comida y los bizcochos calientes, tu cabello se empapa y se te pega a la frente.
Tu vecina más cercana está a kilómetros, te quedas viendo su casa, que alguna vez ayudaste a pintar, ella tiene muchas flores que tú plantaste en su jardín, se ven en buen estado, aunque podrías hacer trabajo de jardinería, para nivelar el césped y quitar los helechos. Sientes frío, has estado bajo la lluvia un buen rato, tus pies duelen porque sientes las piedras en la planta de tus pies al caminar, pese a usar tus sandalias de cuero sintético.
Recuerdas a tu madre, como la brisa hacía que su cabello se moviera y le pegara en el rostro, reías con eso, le quitabas los mechones de la cara y apretabas su nariz con tus diminutas manos, manos que ella arropaba en las suyas y las besaba, en realidad, tú no recuerdas eso, cuando pasaste los cinco años, olvidaste muchas cosas, cuando cumpliste nueve, se repitió, tu cerebro desecho, sin darse cuenta, momentos cruciales para ti. Es una imagen vaga, despedazada, de lo que pasó, solo tienes ese sentimiento, sentimiento a hogar, bajo la lluvia, sentado en una banca, atrás de ti se extiende un bosque. Hueles la tierra mojada y la comida que pierde su calor, la sudadera que llevas puesta no es tuya, te la prestó tu hermano menor, Art. De él sí tienes una imagen, cuando gateaba de pequeño, tanto tú como tu hermana lo cuidaron, recuerdas que cuando entró a la escuela, era muy tímido, no hablaba, hasta que fuiste al día del hermano y todos quedaron tan impresionados contigo que decidieron juntarse con él, luego lo veías metido en escándalos y protestas, rodeado de amigos. Cierras los ojos e imaginas que el cielo ya no es azul o gris, es tornasol, cada destello es una memoria, cada vacío un sentimiento. Te olvidaste de la capucha amarilla, prefieres no usarla y dejar que tu cabeza siga fría.