El Sultán de Mi Corazón

Capítulo 2: Depredador y presa

Sus pasos eran casi inaudibles cuando entró en la oficina, donde las paredes estaban revestidas por una casa oscura y el aire estaba lleno del aroma de los puros caros. Exteriormente, mantenía la calma, pero por dentro todo temblaba. Sabía que hoy sería un momento decisivo. Él ya estaba aquí.

Mirándolo, apenas podía ocultar su emoción. El poder que exudaba era tan tangible como el filo de una navaja, y parecía imposible escapar de su mirada, llena de promesas y amenazas. Su rostro era severo y peligroso, pero había otro mundo detrás, un mundo en el que él era su amo y nadie se atrevía a contradecirlo.

—Has venido —su voz era tan profunda como el estruendo de un trueno, sonando como si hubiera sido pre-sintonizado con su presencia—. Se levantó de su silla y se acercó a ella, su figura parecía aún más masiva que antes. No había el menor atisbo de duda en su mirada. Estaba acostumbrado a lograr todo lo que quería.

Sintió que le fallaba la respiración, que su corazón empezaba a latir más rápido. Ella era otra presa para él, a la que iba a esclavizar. Y aunque pudiera llevar a un choque inevitable, no se fue.

—Siempre sabes cómo asustar —dijo, manteniendo la alarma en su voz—.

Rashid se acercó aún más, con la mirada fija en su rostro. Su mano se posó en su hombro y ella sintió un escalofrío que le recorría la espalda.

–¿Asustar? Él estaba casi susurrando, su aliento tocando su piel. "Simplemente no estás acostumbrado al gobierno actual. Te dejaré sentirlo si quieres.

Lily no supo qué decir. Había algo en sus palabras que la hacía dudar, pero al mismo tiempo algo que la conmovía hasta la médula. Su poder no solo estaba en sus palabras, sino también en la forma en que se movía, en la forma en que se comportaba, en la forma en que la miraba. Todo en él decía que no tenía miedo y que nadie tenía miedo, y este miedo, que ella pensaba ocultar, era solo otro juguete en sus manos.

—Me estás asustando —dijo al fin, pero su voz sonaba débil, como si ya hubiera admitido su daño—.

Él sonrió, esa sonrisa apenas se notaba, pero había algo especial en ella que la hizo sentir que su cuerpo volvía a ser vulnerable a su presencia.

—Está bien —le pasó suavemente el dedo por la mano—, aún no te has dado cuenta de con quién estás tratando. Pero estoy seguro de que aprenderás pronto.

Su corazón se apretó y, en ese momento, se dio cuenta de que realmente no importaba si quería pelear con él o no. Era inevitable. En este mundo, ella ya era su presa.



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En el texto hay: intriga, pasion, amar

Editado: 11.03.2025

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