El susurro en las sombras

La Fachada

La luz que entraba por la consulta del Dr. Liam Evans era dorada y generosa, bañando los libros ordenados y la planta colgante en un velo de normalidad irreal. Para Elara, sentarse en aquel sillón mullido era como ser teletransportada a un planeta alienígena, un lugar donde las reglas eran simples, las emociones eran nombrables y los monstruos eran metáforas. El contraste con la realidad nocturna de su apartamento era tan brutal que resultaba físico, una náusea sutil que había aprendido a suprimir.

Liam la recibió con su sonrisa habitual, pero sus ojos, siempre atentos, chispearon con una preocupación renovada. "Elara. Te ves... diferente."

Se había preparado para esto. Meticulosamente. Una capa gruesa de base cubría la palidez cadavérica que la acechaba desde su rendición, y un corrector hábil disimulaba las ojeras moradas que antes contaban historias de noches en vela. Sin embargo, su sonrisa era la pieza más importante de la actuación. La había practicado en el espejo—un movimiento suave y controlado de los labios que no llegaba a los ojos.

"Estoy mejor, Liam. Mucho mejor," dijo, su voz un modelo de calma estudiada. "Las pesadillas... simplemente han disminuido. Casi han desaparecido. Creo que por fin estoy aprendiendo a manejar la ansiedad." La mentira salió con una fluidez que la asustó. Era como si una parte de ella, la parte que había aceptado a Kael, ahora actuara un papel con una perfección diabólica.

Liam se inclinó hacia adelante, con los codos apoyados en las rodillas. "Es excelente oír eso, Elara. De verdad. Pero 'mejor' puede ser un término relativo. Cuénteme sobre ese 'manejar'. ¿Qué ha cambiado en su rutina?"

Contuvo una sonrisa amarga. Todo ha cambiado, pensó. Ahora abrazo la fuente de mi terror, y me llena con un poder que ni siquiera puedes concebir.

"Rutina,sí," dijo en voz alta. "He estado durmiendo más. Y pintando mucho. La inspiración ha vuelto." Esta última parte no era una mentira completa. Era solo la verdad más oscura y distorsionada posible.

Mientras hablaba, su mente vagó hacia la noche anterior. Kael ya no se manifestaba como una intrusión violenta o una aparición espectral. Su presencia era ahora una constante, un amante oscuro que tomaba forma desde las sombras con una facilidad aterradora. Esa noche, no la había tocado con furia, sino con una posesión tranquila. Sentados en el suelo del estudio, rodeados de lienzos nuevos, él había puesto una mano helada en su sien.

"Mira," susurró, y su mente fue lanzada más allá de los límites del mundo conocido.

Vio ciudades de espirales de hueso bajo un cielo de plasma verde, donde criaturas de sombra y luz danzaban rituales eternos. Vio bosques de hongos bioluminiscentes que susurraban secretos cósmicos, y abismos donde el tiempo se doblaba como una tela mojada. Eran dimensiones retorcidas, pesadillas de una belleza obscena y magnífica, y Elara se embriagó con esas visiones. Era más que una espectadora; era una participante, una canalizadora. Al despertar de esos trances, sus manos, moviéndose con una velocidad frenética, transferían esas visiones al lienzo. Sus nuevas obras eran un salto cuántico en poder y perturbación. Ya no sugerían el terror; lo emitían, una frecuencia baja de angustia y maravilla pervertida que hipnotizaba a cualquiera que mirara durante mucho tiempo. La galería, por supuesto, estaba en un frenesí. Adrian llamaba todos los días, su voz una mezcla de euforia y miedo, informando que los coleccionistas se estaban peleando por sus nuevas piezas.

De vuelta en la consulta, Liam observaba su silencio prolongado. "¿Elara?" llamó, suavemente. "¿Dónde estabas ahora?"

Ella parpadeó, volviendo a la habitación iluminada. "Perdón. Solo... estaba pensando en mi próxima pintura."

La sesión continuó, con Elara tejiendo su red de medias verdades y falsas esperanzas. Cuando se acabó el tiempo, se levantó, aliviada de escapar de ese ambiente que ahora la sofocaba con su normalidad. Liam la acompañó hasta la puerta, su expresión aún cargada de una inquietud que la fachada perfecta de Elara no lograba disipar por completo.

"Cuídate, Elara," dijo, y en un movimiento impulsivo y paternal, se inclinó para darle un beso rápido en la mejilla.

Fue entonces cuando todo se detuvo.

Liam dudó, su rostro a centímetros del de ella. No se apartó de inmediato. Sus ojos se entrecerraron, y olfateó el aire ligeramente, una expresión de profunda confusión naufragando en sus rasgos.

"Elara... tu... tu beso," susurró, retrocediendo. "Sabe raro. Es... es como..." Pareció luchar por encontrar la palabra, su rostro palideciendo ligeramente. "Cenizas. Sabe a cenizas frías."

La conmoción hizo que Elara se congelara por una fracción de segundo. Antes de que pudiera responder, el movimiento de Liam al retroceder hizo que la solapa de su chaqueta se deslizara ligeramente, exponiendo una franja de piel en el cuello. Allí, una de las marcas que Kael le había dejado—una efígie púrpura oscuro en forma de espiral—palpitaba suavemente, como un gusano dormido bajo la epidermis, captando la luz de la consulta de una manera que parecía absorberla.

Los ojos de Liam se abrieron de par en par. El profesionalismo cedió ante la pura y simple alarma humana. Su dedo tembló ligeramente al señalar la marca.

"Elara," su voz era un hilo de horror contenido, "Dios mío. ¿Qué es eso? ¿Quién te hizo eso?"

La reacción de Elara fue instantánea y visceral. Como un molusco tocado por un depredador, se retrajo. Todo su cuerpo se puso rígido, y su rostro, antes una máscara de tranquilidad, se cerró por completo. Los ojos, que momentos antes brillaban con el recuerdo de otras dimensiones, se volvieron opacos, planos y distantes, como los ojos vacíos de sus primeras pinturas. La conexión que Liam había intentado establecer fue cortada brutalmente.

"Nadie," respondió, la voz tan plana y muerta como el sabor que él había sentido. "Me caí. Me golpeé el cuello con la esquina de la mesa del estudio. Es solo un moretón."




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.