CAPÍTULO DOS
Alexandra
— Directora por favor no nos suspenda - le ruega, pero la directora solo la ve con un semblante serio
— Directora por favor, le prometemos que no volverá a pasar
— Lo dudo mucho Alexandra - y otra vez con ese nombre - no entiendo porque se preocupan, no vendrán a la escuela, se ahorrarán el viaje hasta la universidad; ya que cuando no estaban en esta situación ni se molestaban por entrar a las clases
— Pero usted se está refiriendo a que nunca entramos a clases y esa es una total mentira; sabe que, con otros maestros, cumplimos con todo e incluso cumplimos con el profesor Bernard, tampoco es que nunca entremos a sus clases. Además de que realizamos los trabajos, aun cuando no entramos... - trata de hablar a nuestro favor, pero la directora no cambia de expresión
— Usted jamás ha tenido quejas de nosotros y se me hace un poco injusto, que hay otros alumnos que nunca asisten a clases y a ellos sí que no le dicen nada, ¿no es cierto maestro? - pregunto mirando al antes mencionado, quien miraba con suma atención todo lo que pasaba; el me miró y por un momento creí que negaría eso, o que diría algo en mi contra, pero fue todo lo contrario
— En eso tiene razón la alumna - habla mirándome y una pequeña sonrisa aparece en mi rostro
A veces me cae tan bien ese viejito casi calvo, pero otras veces estoy dispuesta a pagarle de mi dinero su jubilación para que deje de estar molestando
— ¡¡Lo ve!!, por favor, le ruego que no nos suspenda
— Si directora, todo menos una suspensión - le pido y siento una mirada pesada en mí, se perfectamente de quien se trata, pero ahora eso es lo que menos me importa - si quiere castíguenos, pero no nos suspenda
¿Saben algo? A veces es necesario perder la dignidad y el orgullo a perder las clases mas importantes de todo el semestre
— Bien, - habla después de unos minutos en silencio - no serán suspendidos - dice, y un suspiro por parte mío y de mis amigos sale, pero ella continúa hablando - pero, serán castigados y ayudarán a limpiar la cafetería, por tres días después de clases, y si llega a pasar nuevamente esto, serán suspendidos por un mes entero - advierte y nosotros asentimos nerviosos - se supone que ya son lo suficientemente maduros para tomar sus decisiones y saber que está o no está bien, ya no son unos adolescentes, espero que esta sea la única y última vez que los vea a los tres aquí - dice y nosotros asentimos, antes de agradecerle; nuestros padres salieron y aprovechamos para abrazar a él maestro que literalmente nos ayudó a salvarnos
— Muchas gracias, maestro - le digo y él también nos abraza
— Si, si, ya escucharon a la directora, espero que sea la última vez
— Claro que lo será - dice mi mejor amiga, sonriendo
— Pero eso no quiere decir que deje de ser igual de estricto, y tú Alexandra - me llama y yo lo miro cruzada de brazos - nuestra guerra sigue, no lo olvides, te salve de esta, pero no siempre será así
— Bien señor Bernard, no tenía ni la más mínima intención de que nuestro odio mutuo se acabara
— Concuerdo con usted, la clase sería muy aburrida para mí, si usted no está presente, a quien estaría fastidiando cada cinco minutos ... - confiesa y yo me hago la ofendida
— Y yo a quien provocaría tanto hasta que se pusiera rojo del coraje - digo sonriendo con egoísmo
Ya veremos quién gana esta guerra, maestro....
(...)
— ¡¡¿En qué estabas pensando Alexandra?!!, ¡¡¿por qué no entras a clases?!! - me grita mi padre, y yo hago puños mis manos - tu madre y yo trabajamos horas para que puedas tener los lujos que tú quieras, para que puedas disfrutar de todo, y solo queremos que estudies, para que seas alguien en esta vida - me habla molesto y yo solo intento contener todo lo que quiero decirle - tú eras la niña de mis ojos, pero me estas decepcionando mucho Alexandra, creí que no eras esa clase de hijas... - habla nuevamente y yo no soporto más y exploto - pero veo que me equivoque, porque eres la peor hija que pude tener, ni tus hermanos hicieron lo que tu hiciste, eres una gran decepción Alexandra
— ¿Tú me dices que te decepcioné? - pregunto y rio de forma sarcástica
— Ale... - me intenta calmar mi hermano, pero yo lo interrumpo
— No Zack; no voy a permitir que me hable como si hubiera cometido el peor de los pecados; por favor, tú eres el menos indicado de hablar sobre decepción, - digo refiriéndome a mi padre - cuando tú eres la persona que más me ha decepcionado, tampoco tienes derecho a llamarme la peor hija, porque si nos vamos a llamar así, tú eres el peor padre que pude haber tenido - hablo con la mandíbula tensa, y de la nada siento su mano bofetear mi cara
— ¡¡PAPÁ!! - le gritan todos mis hermanos al ver su acción
— ¡¡CARLOS!! - lo reprime mi mamá, pero el, la ignora
— A mí me vas a respetar, tú no eres nadie para decirme si soy o no buen padre
— Tú tampoco eres nadie para decirme que soy una decepción, jamás has estado ahí para mí, y no quieras ahora tratar de ser lo que en diecinueve años jamás fuiste - digo con lágrimas en los ojos
— Sí siempre estoy en el trabajo, es para que tengas todo lo que ahora tienes...
— Pues entonces no quiero nada de tus malditos lujos - digo tomando mi mochila, para después irme escuchando como mi padre me llamaba
Me sorprende que aún después de todo lo sigo llamando padre, y no me refiero a lo que acaba de pasar, si no, que jamás ha estado allí para mí; ni siquiera cuando crecí, literalmente fui educada por una nana que mis padres contrataron, mi madre fue la que, según mi nana, estuvo presente cuando dije mi primera palabra, la que estuvo allí cuando di mis primeros pasos, el jamás estuvo presente, ni siquiera cuando me gradué de la secundaria... Siempre ha estado ausente, incluso cuando era navidad, siempre me pasaba la navidad con mis dos amigos, porque mis hermanos se iban de fiesta con sus amigos por lo que me quedaba con Zaira y Charlie, quien siempre pasaban por lo mismo que yo... Si, aunque suene un poco triste, jamás he vivido una navidad con mi familia....