El Tiempo Que Sea Necesario

CAPÍTULO CUATRO.

 

CAPÍTULO CUATRO

 

 

Alexandra

 

 

— Muchas felicidades papás — digo abrazándolos, una vez que ambos, están abajo

 

— Muchas gracias, hija — nos dice mi mamá, y, a los pocos segundos mis hermanos se unen a nuestro abrazo

 

— Ustedes cuatro son nuestro mayor tesoro, y daríamos cualquier cosa por ustedes - habla esta vez mi padre, y nosotros les sonreímos

 

— Gracias, papá – habla, abrazándolo

 

— ¿Qué fue lo que te pasó Alexa? — me pregunta viendo mi vestido ensuciado

 

— Ocurrió un pequeño accidente, pero ya se está solucionado esto

 

— ¿Pequeño accidente? — pregunta mi padre, algo confundido

 

— Uno de los meseros chocó con ella, y la ensucio con las bebidas que traía — dice Zack, y mi padre arruga su entrecejo

 

— ¿Quién fue? — pregunta serio y mi amado hermano no me permite hablar

 

— El mesero que esta atendido a él señor Stan — dice y era verdad, allí se encontraba

 

— Ahora mismo ordenare que lo despidan — dice y antes de irse yo lo tomo del brazo

 

— Fue un accidente papá, todo está bien — digo tratando de remediar las cosas, pero el niega

 

— No hija, no voy a permitir que alguien como él, dañe tu imagen

 

— Mamá, por favor ayúdame — digo, pero cuando estaba por hablar, una de sus invitadas la distrae, perdiendo por completo su ayuda

 

Se me fue imposible detener a mi padre, y, cuando me di cuenta, él ya se encontraba hablando con Cristopher, quien dirigió su vista hacia mí, yo me acerqué a ellos, pero ya era muy tarde

 

— Estás despedido — dice fríamente, y Cristopher, lo ve seriamente

 

— Entendido – dice en el mismo tono con el que mi padre se dirigió hacia él, pero Valentina apareció en ese instante

 

— ¿Entendido?, Cristopher necesitamos el trabajo, y tú dices, ¿entendido?

 

— Es mi trabajo, no el tuyo — dice y se quita el delantal

 

— Señor por favor, no lo despida, necesitamos mucho el trabajo...

 

— Entonces su hermano debió tener cuidado con lo que hacía, señorita Díaz, y mejor deje de protestar si no quiere que también falte el trabajo de usted, en su casa — cuando ella estaba a punto de hablar, la voz de molestia de Cristopher se hace presente

 

— Valentina ya basta, vete a hacer tu trabajo, ya veré como me las arreglo yo — dice y esta lo obedece

 

— Papá no es necesario que hagas esto

 

— Ya lo dije Alexandra y no cambiare de opinión; cuando contrate el servicio deje muy en claro que no quería ni un solo error, y él no lo cumplió, además de que tengo la autorización de despedir a quien me dé la gana; — me dice y después se dirige hacia el otro chico — mañana pase a recoger su liquidación, compermiso — dice y se va, dejándome con el castaño

 

— Lo siento, yo no quería que te corrie...

 

— Eso no importa, me largo de aquí — habla, interrumpiéndome, antes de irse

 

La culpa no me dejaba y decidí irme tras él, pero Cristopher, salió por un pequeño callejón de la puerta trasera, el cual estaba muy desolado

 

— Oye, — lo llamo, y este se detiene, para después darse una media vuelta, quedando frente a mi — lo siento

 

— Te dije que no importa, vuelve a dentro, a donde perteneces — dice señalando con su cabeza hacia el restaurante, pero yo niego y me acerco a el

 

— No hasta que me perdones — digo parándome frente a él, quien frunce su ceño, con una pequeña sonrisa en sus labios

 

— ¿Qué cosa?

 

— Que, por mi culpa te hayan despedido

 

— Disculpa aceptada, vuelve adentro — dice y yo vuelvo a negar — señorita Anderson...

 

— No me llames de esa forma, no me gusta... — digo con cara de disgusto y él sonríe — soy Alexandra, ni si te ocurra decir alguna palabra mala sob...

 

— Es hermoso — habla interrumpiéndome, y yo, por alguna extraña razón, dejo de respirar

 

Sentí mi cara empezar a arder y él sonríe más al darse cuenta de eso

 

— Bien, Lexa, — me llama y yo sonrió un poco, se escucha precioso esa palabra dicha por su voz — vuelve adentro

 

— No quiero, odio ese tipo de eventos, me trajeron en contra de mi voluntad — digo y el, suelta una carcajada

 

— ¿En contra de tu voluntad? — pregunta con una ceja arqueada, y yo asiento

 

— Aunque no lo creas...

 

— Bien, entonces yo me voy, tengo que ir a buscar un nuevo trabajo; adiós, Alex

 

— No me llames así Cristopher — digo en voz alta, enojada, y el detiene sus pasos al escucharme hablar, después, me mira dándose la vuelta, con una sonrisa en su rostro

 

— Adiós, Anderson — habla antes de irse, sin detenerse esta vez

 

 

Meses después

 

 

— Jamás me había disfrutado tanto la clase de mercadotecnia y publicidad — dice asombrada y yo rio

 

— Yo igual, estaba muy interesante esta vez

 

— El señor Bernard sí que se lució esta vez

 

— Y también se esforzó en hacerle la clase insoportable a Ale — dice Charlie, y yo hago una mueca

 

— No lo negare, viejo fastidioso

 

— No seas grosera Alexandra — me reprime y yo ruedo los ojos

 

— Ni mi mamá me regaña como tú lo haces...

 

— Como sea, recuerda que hoy llegan los vestidos que pedimos para cuando tus padres renueven votos

 

— Es cierto — susurro con fastidio

 

— Ale, ya habíamos quedado en algo

 

— Es qué, no entiendo el afán de que ese día esté vestida con un vestido...

 

— Eso es lo adecuado, ¿qué? ¿Querías irte vestida en pijama?

 

Si se puede sí, por favor... 




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