CAPÍTULO VEINTIDÓS
Alexandra
Baje a la cocina de la casa en donde mis hermanos y yo nos estamos quedando, ni siquiera sabía si mis hermanos estaban despiertos, aunque lo dudo mucho, porque ayer después del evento, solo me acompañaron a la casa, y después se fueron de fiesta con algunos de sus amigos, y no supe hasta que hora regresaron; pero, una duda empezó a rondar por mi cabeza...
¡¡¿EN QUÉ MOMENTO LLEGARON SUS AMIGOS AQUÍ?!!
Tengo muchas dudas, y ninguna tiene respuesta...
Cuando llegué a la cocina, me sorprendí al ver a todos mis hermanos despiertos, a tres de sus amigos y a otra chica de dudosa procedencia
Ya no hay respeto
— No aguanto este dolor de cabeza — se queja Jael, sobando sus sienes — ¡ah! Ya despertaste
— Buenos días — digo, y todos me responden, bueno excepto su amiga, quien me miraba con cierto desagrado
— ¡¿Por qué tú no estás tan mal?! — me pregunta, Zack. Lo miro confundida
— ¡¿Se te olvida que yo no fui con ustedes?! Despierta, Zack
— Esta resaca sí que nos pegó duro
— Bien, pero yo quiero de desayunar; Lexita — me llama Rodrigo, uno de los amigos de mis hermanos, para después darme un beso en la mejilla — ¿puedes preparar algo de comer? Muero de hambre, te lo ruego — dice haciendo puchero y antes de que pueda contestarle mi hermano contesta
— Ni que fuera tu empleada, además deja de darle besos — dice alejándolo de mí, y yo elevó mi ceja
— Que celoso eres, Zack; no que estabas enojado con ella
— Que te importa, además es mi hermana y la tengo que cuidar — dice y siento como me abraza
— Nada más cuando te conviene se te quita lo enojado — dice Josué y yo rio un poco, abrazando a mi hermano
— Pues ya se nos pasó; ahora cállense que me duele la cabeza — exclama Jael
— ¿Sí puedes preparar algo de comer? — me susurra al oído, y yo vuelvo a reír, pero antes de poder decir algo, la otra chica habla
— Zack, ven, bebé — dice con una chillona voz y mi hermano, como buen perro le hace caso; pero en cuanto llega, lo empieza a besar sin vergüenza alguna
Que asco
— ¿Y bien, si nos harás de comer? — pregunta Alan, pero al parecer hoy no están dispuestos a dejarme hablar...
— Claro que lo hará, no tiene nada mejor que hacer — masculla arrogante, y yo miro con una sonrisa incrédula a mis otros hermanos, quienes tenían los ojos fuertemente cerrados
— Cállate — le susurra y en ese momento yo me pongo de pie
— No soy la empleada de nadie y mucho menos tuya, muñequita de cuarta; ustedes tienen manos para poder cocinar — espeto molesto
— No me digas eso... — susurra Rodrigo, algo dolido
— Así que, compermiso; voy a ir a desayunar a otro lado — hablo, pero antes de poder comenzar a subir las escaleras, escucho la voz de Zack
— Nosotros te acompañamos — solamente asiento
Estaba terminando de arreglarme, y mire el collar de corazón que Cris me regalo en una de nuestras citas; me lo coloque y no pude evitar sonreír cuando recordé todo lo que hemos pasado juntos, lo amo con todo mi corazón y mi amor crece al doble cuando recuerdo que él también me ama
Que cursi eres
Cállate conciencia...
Mis segundos en un mundo color rosa, se vieron interrumpidos cuando el toque en la puerta de mi habitación se escuchó un poco fuerte
— Ale... — me dice en cuanto le abro y yo lo miro confundida — ¿me puedes ayudar en algo?
— ¿Qué pasa, Zack?
— ¿Podrías prestarle algo a Mónica? Por qué el vestido que traía puesto, no se lo quiere poner... - dice, y yo no puedo ocultar mi gesto de desagrado
— Mejor pídeme que me tire de un puente, eso sería más fácil
— Alexandra, por favor... — me dice haciendo puchero y yo suspiró antes de rodar los ojos
— ¡Está bien! — digo y me dirijo al armario, para tomar una falda negra y una blusa rosa — toma, y dile que jamás me la devuelva, es más que si quiere la queme, pero no la quiero de vuelta
— Tranquila, solo es una amiga
— ¡Claro! Una amiga que te besa y te dice, bebé — ironizó, imitando la voz de la chica
— Celosa — susurra, y cuando ve que lo escucho, se va rápidamente
Cuando volví a bajar, y ya todos estaban preparados, Mónica ya tenía puesta mi ropa y se veía muy feliz usándola.
Iríamos en dos carros y yo definitivamente no quería ir donde la otra chica iría, que flojera ir aguantando su voz chillona
— Yo voy con estos tres — digo tratando de irme al carro de Rodrigo, pero la voz de Jaden, mi impide seguir mi camino
— Tú irás con nosotros
— Ni que le fuéramos a hacer algo — susurra Rodrigo, rodando los ojos
— Pero no sabemos qué cosas les puedan enseñar
— Pero vamos a ir muy incómodos; y en el carro de Rodri, no se va...
— Entonces yo y Jael nos vamos en su carro, y te dejamos todos los asientos de atrás libres, problema resuelto; vámonos, tengo hambre - dice interrumpiéndome; y yo suspiro derrotada, serán los quince minutos más largos de mi vida...
— Bebé, entonces, ¿sí me puedo ir con ustedes en su avión privado, a Charlotte? - pregunta, y yo inmediatamente veo a Zack