El Tiempo Que Sea Necesario

CAPÍTULO TREINTA Y TRES.

 

 

CAPÍTULO TREINTA Y TRES

 

 

Alexandra

 

 

Un suspiro salió de mi cuando vi a ese animal llegar a la cafetería donde lo cité. Intentaré hacer el plan que estuvimos organizando Alonso y yo durante un tiempo para que él caiga. Obviamente no estoy sola, él está aquí conmigo, y este lugar está rodeado de personas de seguridad, además de que dudo que me quiera hacer algo

 

 

O eso es lo que quiero creer...

 

 

— Creí que no vendrías — digo, cuando se sienta frente a mi

 

— Jamás me perdería esta oportunidad. — asegura con un tono neutro —. Entonces, ¿pensaste en lo que te dije? — me pregunta. Solamente hago una mueca

 

— Claro — habló, para después poner un sobre de papel sobre la mesa —. Pero lo haremos a mí modo. Firma este documento, solamente es una orden de restricción, nada que te comprometa. Y aquí está el dinero — murmuro señalando el maletín, pero no se lo doy

 

— Quiero verlo

 

— No hasta que firmes

 

— Más te vale que no trames algo — advierte mientras lo firma sin siquiera leerlo

 

 

Grave error cariño

 

 

— Dámelo

 

— Aquí esta — digo para después entregárselo, con una sonrisa en el rostro

 

— Creí que no me darías ni un peso más. ¿Qué es lo que te pone tan feliz ahora? — pregunta curiosa

 

— Que ya no tendré que soportar verte — exclamó, y tomo el sobre —. Adiós, Luis

 

Salí de allí lo más rápido que pude, y sentí mi corazón latir fuertemente

 

— Sube ya — ordena Alonso, e inmediatamente hago caso

 

— ¿Crees que se dé cuenta? — preguntó, y el muerde su labio inferior

 

— No lo sé; pero nosotros ya no tenemos nada que ver con el

 

— Tengo miedo

 

— Todo estará bien. Él ya no nos puede hacer daño

 

Ruego por no haber cometido un error que no solo me perjudique a mí...

 

 

Cristopher

 

 

Días después

 

 

— Cris, debes de hablar con Alexandra — dice mi esposa, y yo niego —. Ella es la encargada de tu libro, y no sabes nada desde que discutiste con ella

 

— ¿Para qué? Ya no me interesa ese maldito libro, que hagan lo que quieran con el... 

 

— ¡Deja de comportarte como un niño pequeño! Ese libro significa mucho para ti, y lo sabes perfectamente

 

— ¡Pues por mí que se vaya a la basura! 

 

— ¡¿Por qué estas tan enojado con ella?! ¡¿Qué fue lo que te hizo?! — exclama confundida

 

— ¡¡Porque me traicionó!! — grito alterándome —. ¡¡Después de todo lo que nos hizo ese señor, aun así, tiene tratos con el!

 

— ¡¿De quién hablas?!

 

— De mi papá — exclamó molesto. Su cara era de sorpresa pura, y la comprendía completamente —. Cuando fue la rueda de prensa, la vi con mi padre. No sé de qué hablaban, pero menciono algo del dinero, ¡yo que se! Pero lo que me duele es que ella me traicionó, no le importó todo lo que él me causó, o, mejor dicho, lo que él nos causó. 

 

— Tal vez todo tiene una explicación, Cris — murmuro, pero yo suspiro, negando —. Dime algo Cristopher; ¿qué es lo que te pone de ese modo, ¿qué tenga tratos con él o que ella esté con alguien más? — me pregunta con los ojos llorosos. Solamente suspiró por enésima vez

 

Yo creía que no sentía nada por ella. Mejor dicho, estaba seguro de eso, pero, ahora no sé qué pensar, porque Mariana tenía razón, si yo digo no sentir más por ella, ¿por qué me molesta tanto verla con alguien más? ¿Por qué me siento tan traicionado? ¿Qué es lo que realmente siento por ti Alexandra?

 

— Ya veo — susurra con la voz quebrada, para después tomar su teléfono y salir de la habitación

 

— ¡¿Cristopher, que es lo que te pasa?! — me susurro frustrado 

 

 

Horas después

 

 

Llegué a la editorial, y me dirigí hacia su oficina, necesito aclarar esto de una buena vez, no puedo perder más tiempo...

 

Cuando su secretaria me dio el pase, entre y la vi con Alonso, él tenía una cara seria mientras que ella, parecía haber estado llorando

 

 

¿Qué fue lo que pasó?

 

 

— ¿Qué necesitas Cristopher? — me pregunta, y su voz confirma mis teorías, estaba llorando

 

— Necesito hablar contigo. En privado — enfatizó la última palabra 

 

— Él no se irá de aquí. Así que, lo que quieras decir, dilo ahora

 

— ¿Qué tratos tienes con mi padre? — preguntó directamente

 

Ella suspira

 

— No te lo diré

 

— Me lo vas a decir quieras o no

 

— ¡¿Y qué harás si no lo hago?! ¡¿Me vas a demandar por tener una vida privada?!

 

— ¡¡Por qué me quieres ocultar?!

 

— No grites — advierte un Alonso, muy molesto. Yo lo miro igual o más molesto 

 

— Tú no te metas. Ni siquiera hay razón para que tú estés aquí escuchando conversaciones privadas — espetó furioso 

 

— Mira, mejor cállate. Que no estoy de humor para tus absurdos comentarios — habla poniéndose de pie y yo lo empujó

 

— Tú no eres nadie para darme órdenes — le grito, colmando su paciencia, porque me da un puñetazo el cual yo le regreso

 

— ¡Ya basta! — grita Alexandra colocándose entre los dos —. No quiero peleas aquí

 

— ¡¡Entonces dime la verdad de todo!! — exclamó molesto




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