El trato con el demonio

Prefacio

"¿Has visto alguna vez algo que te da tanto miedo que se lo quieres mostrar a alguien más?"

"¿Has visto alguna vez algo que te da tanto miedo que se lo quieres mostrar a alguien más?"

El comienzo.

1998 - 13 Years.

Rachelle dormía plácidamente en su cama cuando una voz siniestra y macabra la empezó a llamar repetidas veces.

Ella llevada por la curiosidad se levantó de su cama y se acercó al sitio donde provenía aquella voz. El armario. Tomó la manilla con ambas manos y debatió entre si abrirla o no.

—¡Vamos, Rachelle! ¿qué esperas para abrir? ¡juega conmigo! —gritó una voz varonil.

Adriel se encontraba ansioso a que la abriera. Se estaba muriendo de hambre y aquella alma tan inocente y dulce se le resultaba apetitosa.

Sin pensarlo más, Rachelle lo hizo.

Al instante una horrorosa criatura estuvo frente a ella. Rachelle dejó escapar un pequeño grito, pero no se movió de donde estaba. 

Era gigante. En vez de manos tenía garras, sus cuencas de ojos estaban vacías y negras, su boca estaba llena de colmillos grandes y afilados como un cuchillo. Su cuerpo estaba lleno de cicatrices y quemaduras. Tenía una sonrisa de oreja a oreja y a su rostro le faltaban pedazos de piel, dejando a relucir sus huesos.

Adriel ladeó la cabeza y la miró con atención. Era preciosa. Un bocadillo demasiado dulce para su gusto. Entonces pensó tenerla sólo para él, no quería que nadie la viera, porque será y es sólo suya. Ella era su nueva obsesión.

Adriel se transformó en su forma humana y se acercó a Rachelle. Esta segunda, retrocedió al ver que se acercaba. Él tomó su brazo bruscamente, logrando hacerle daño. 

Rachelle, con la respiración agitada y el miedo a flor de piel, intentaba zafarse de su agarre, pero sus esfuerzos eran en vanos, Adriel era mucho más fuerte que ella.

—¡Oh, vamos, Rachelle! no me digas que me tienes miedo —hizo un mohín—. No tienes porque temer.

Una sonrisa macabra adornaba sus labios. Clavó una de sus garras en el brazo de Rachelle y lo fue hundiendo lentamente.

Rachelle dejó escapar un quejido de dolor y unas cuantas lágrimas bajaron por sus mejillas. El varón sonrió al ver el miedo en los ojos de Rachelle. Simplemente exquisito.

—Bien, Rachelle. Sé que no quieres morir ¿verdad? —ella no dijo nada. Eso le molestó a Adriel y le clavó más profundo la garra—. ¡Responde!

—¡Sí! —respondió junto con un chillido de dolor.

—Así me gusta —dijo, con una sonrisa ladina—, bueno, sigamos. Te propongo un trato. No te mataré, pero me pertenecerás hasta que yo diga que te puedes ir. ¿Quieres volver a ver a tu familia? —ella asintió repetidas veces—, bien, la podrás ver en 10 años, sólo si cumples con todo lo que te pida. ¿Tenemos un trato? 

Desencajó su garra de su brazo y le tendió la mano. Enarcó una ceja al ver que Rachelle no la aceptaba. Ella dudó un poco pero terminó haciéndolo, todo por ver a su familia otra vez.

Adriel sonrió —Te daré un glamour para que nadie pueda verte, mañana tus padres desalojarán la casa y pasado mañana vendrá otra familia a ver la casa. Recuerda, me alimento del miedo y las almas.

Rachelle asintió y tragó el nudo que tenía en su garganta y se limpió sus lágrimas. Antes de que Adriel se fuera, él dijo:

—Oh, también recuerda esto. No cometas ningún error, o tu familia pagará el precio.

Y ahí comenzó su pesadilla.  




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