El ultimo anillo: la travesia de los mundos

Intro

Se suponía que la isla era segura, que era de los pocos extranjeros en la isla. O al menos es lo que le habían dicho a Edwin quién ahora se ocultaba en la cueva oeste de un grupo de posibles invasores. El que según él era su lider o comandante ,no lo había decidido aún, entró a su escondite como si supiera quien se escondía dentro. Esto despertó sus dudas.

¿Qué estará haciendo ese extraño hombre en la cueva? Definitivamente no era un isleño eso ya quedó claro.

Y lo más importante ¿Cómo llego con tantos hombres a la isla sin ser detectado? Ya habia visto de reojo a al menos una docena de ellos y esa duda no desaparecería tan fácilmente. El que estaba en la entrada parecía buscar algo, pero no a alguien, y hacía ademán de dar instrucciones a sus subordinados marcados con quemaduras.

Ya adentro de la cueva el hombre estaba acompañado de dos guardias, el resto acampó afuera.

Todavía no lo podía creer... tantas semanas en la isla y no había visto nunca a alguno de esos hombres, mucho menos con esa apariencia. Parecían bien alimentados pero definitivamente no entraron a la ciudad ni traían provisiones. En medio de su ensimismamiento recordó su encuentro con uno de ellos, no terminó muy bien para el... ¿soldado?

No parecían ser soldados entrenados pero si eran como en aquel entonces eran hostiles... hostiles que burlaron la seguridad de la isla con facilidad. Cada razonamiento lo ponía más tenso por lo que sacó su arma, de ser necesario sería el primero en atacar.

Por suerte el hombre envío a sus guardias afuera los cuales no tenían intenciones de volver, era el momento.

Tras una profunda respiración Edwin salió de su escondite entre las rocas dispuesto a interrogarlo.

-¿Quién eres? - alcanzó a decir mientras lo inspeccionaba desde la distancia -¿Qué quieres en esta cueva?

El extraño volteó en su dirección y se limitó a sonreír a modo de burla mientras observaba detenidamente.

- ¡¡¡¡Responde!!!! - el grito sonó acompañado de un disparo del arma que llevaba consigo, un enemigo malherido podría dar alguna respuesta.

Con una ágil reacción el extraño esquivó el disparo y antes de que su interlocutor pudiera apretar por segunda vez el gatillo una daga le quitó el arma. Ya desarmado Edwin solo podía contemplar al mismo hombre que esquivó su disparo con la mano extendida, dandole a entender que ese mismo habia lanzado la daga para desarmarlo.

Los nervios y la frustración se convirtieron en enojo. Edwin corrió hacia su adversario ,quien se paró desafiante. Al detener su carrera, comenzó a lanzar golpes como si hubiera entrenado para hacerlo.

Sin embargo el comandante no parecía preocupado y evadía los golpes como si le leyera la mente.
Al tercer intento de asestar un golpe, el puño de su furioso interrogador se detuvo aburptamente ante el imponente brazo de su adversario quien mecánicamente golpeó con violencia el abdomen de Edwin dejándolo postrado del dolor.

Todo lo que había sido furia se volvió miedo. Todavía inmóvil sentía que se ahogaba, mientras que comenzaba a vomitar lo que creía que era sangre. El miedo se tornó ahora en desesperación mientras convulsivamente agonizaba. Al final el cuerpo se rindió y aterrizo tieso en el suelo.

Al escuchar el alboroto los guardias llegaron para contemplar a su líder inmutado frente a su víctima quien daba sus últimos respiros. Intercambiaron palabras en un lenguaje desconocido. Edwin en sus últimos momentos se dio cuenta de lo inútil de interrogarlo.

Tras unos segundos el extraño observó con desprecio a su víctima y tras dar una orden ingresó a la cueva abandonando un cadáver sobre un charco de sangre secándose.

 




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