La situación difícilmente empeoraría, había atestiguado una masacre inverosímil a manos de su acompañante y encima lo ayudó a esconder los cadáveres.
«mejor que estar muerto» pensó. Además Seth le afirmó que no sólo fue en defensa personal, sino que además nadie divulgará lo que pasó ya que no hay forma de comprobar que hayan ingresado. La vida tenía otro significado, de eso no había duda.
Tras minutos de caminar y de subir por una de las paredes de la montaña se encontraron a la cueva que el libro describía por dentro.
-Es aqui - dijo victorioso Neil
-Perfecto revisemos todo antes de entrar, Inkan me dejó un buen inventario en la mochila
Inkan...la cuirosidad le impedía ignorar sus dudas -¿Y que se supone que enseña tu maestro?
-Lo necesario para mantener el legado de los protectores de la tribu: códigos, el idioma nativo, técnicas de lucha, supervivencia, estrategia... - es la primera vez que se escucha emocionado - ninguna lección es igual a la anterior
-Si te tuvo que enseñar el idioma nativo significa que no eres uno
-No, no nací en la isla. Mis padres murieron cuando tenía 3 años y en su testamento me dejaron bajo la tutela de un respetado hombre que siempre les aconsejó
-Inkan - interrumpió - lo siento no sabía
-Está bien - dijo sereno - lo que importa es poder dejar un legado, yo soy el de mis padres a pesar de no poder conocerlos. Por eso decidí hacer algo bueno con mi vida y me volví su aprendiz - su voz retomó emoción- Suficiente de mí ¿Que te trajo a la isla?
«Si eso bueno te lleva a matar...» como sea, él sabia que no tenían otra opción y eligió distraerse del tema -Mi abuelo vivía aquí desde niño y al retirarse decidió volver. Hacia mucho tiempo desde que lo visité la última vez así que vine después de terminar la secundaria.
-¿Tu abuelo no es el herrero?
-Si, de hecho. Tiene la idea de que quería hacer herrería en su retiro.
-Entonces en realidad sigue trabajando
-Sí - dijo riendo - en tanto le guste que haga lo que quiera
-Totalmente - era curioso: salir de un enfrentamiento a muerte y tener al vencedor conversando con soltura -¿El libro dice donde está el anillo?
-En realidad no. Solo de una entrada que el autor todavía no revisó. Nos serviría tener algún tipo de indicio en este momento.
Seth encendió una linterna - O un milagro
En la entrada el isleño dejo una alarma improvisada y una vez Neil memorizó el camino que debían tomar atravesaron el umbral que los alejaba del bosque. La cueva se extendía indefinidamente a través de la oscuridad que cedía a la luz de la linterna. Al avanzar dejaban detrás de sí que las crecientes tinieblas avancen en donde antes se podía ver, lo que daba incertidumbre sobre lo que estaba a sus espaldas.
Cuando finalmente el espacio entre las paredes se estaba agrandando el sendero se dividió en dos. La duda de qué camino tomar no duró mucho ya que Neil fue por la izquierda sin decir nada. Su silencio daba a entender que también estaba alerta a la aparición de cualquier otro atacante que pueda tomarlos por sorpresa.
La cueva se convirtió en un túnel con la altura suficiente como para poder mantenerse parados sin tocar el techo. Pocos metros después pasaron de estar encerrados en ese incómodo pasaje a encontrarse en medio de la indefinida oscuridad que se extendía hacia adelante, arriba y a los costados dejándolos solamente con la certeza de que estaban tocando el suelo como única guía.
- ¿Tienes algo más para iluminar? - susurró Neil
-Creo que esto servirá - respondió a su guía, quien apagó por momentos la luz mientras dejaba oír sonidos que evidenciaban movimiento. El eco de la cueva amplificada cualquier sonido.
De repente una luz enceguecedora los obligó a taparse los ojos hasta que poco a poco pudieron ver con claridad. La fuente de la luz era la parte de atrás de la linterna la cual se ve que fue hecha para iluminar lugares espaciosos durante la noche... y funcionó demasiado bien. Pero al menos ahora podían ver bien en donde estaban. Parecía un gran salón rocoso que tenía muchos accesos parecidos al que ellos habían atravesado y en las paredes se dejaban ver las sombras de las rocas, apuntando hacia arriba como las que dejas las chimeneas de las casas antiguas.
-Bueno ahora ¿a donde? -Seth reiteró su pregunta ahora con su mirada puesta en las "puertas"
La única respuesta que recibió fue que su amigo abriera nuevamente el libro de notas y revise todo de vuelta.
- Es en esa entrada - su dedo parecía señalar al azar, la puerta a seguir era la última pista que tendrían
Seth lo siguió hacia el túnel aliviado, ese lugar le resultaba sofocante después de un tiempo. Dejaron las mochilas ocultas tras el marco de la puerta pétrea para poder entrar en el estrecho y retorcido pasaje que se encontraba dentro.
-El libro no nos sirve, ¿verdad? - Neil negó con la cabeza dejándolo sobre las dos mochilas.
Ahora realmente estaban por su cuenta tras la única pista que tenían.
El segundo túnel era más extraño que el anterior, con frecuencia subía y bajaba dificultando el paso por. El largo del pasaje exageraba aun más el ya incómodo lugar. Tras la última bajada el sendero se comenzó a ensanchar hasta que la luz de la linterna comenzó a revelar el posible final del camino en el que había un hueco en la pared que no llegaba a mas allá de tres metros antes de terminar y un pequeño salón de piedra con las paredes grabadas en un idioma que Neil no entendía. En el centro de la sala un brillo del suelo captó la atencion de Neil.
- Es una variante antigua del idioma nativo de la isla, me tomará un tiempo leerla -dijo Seth
¿Me prestas tu... tu - «¿Qué cosa era eso?»
-¿Daga?
-Si ¿Me la prestarías?
-Esta bien ¿no quieres las dos?
-Una está bien
Mientras que su compañero trataba de leer Neil se dispuso a averiguar que era ese débil brillo que salía del centro del piso de la sala. El ruido de un fuerte golpe se escucho dentro del salón rocoso, era la daga luchando por excabar en el suelo.
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Editado: 20.04.2020