El ultimo anillo: la travesia de los mundos

Capitulo 7

El cadáver mostraba mucha descomposición, ambos se habían sorprendido; uno por no haber sentido antes su olor, el otro por la prescencia del autor muerto del libro de notas que sostenía.

-Lo encontramos -dijo Seth en tono burlón- vámonos antes de toparnos con el resto si es que hay más

Neil no respondió pero siguió de algún modo sentía ira. Estaba cubierto de rabia furiosa, era la primera vez que contemplaba algo tan injusto. Quitarle la vida a alguien le era muy impensable, pero matar a alguien que no lo merecía era imperdonable. Ellos, los intrusos, merecian morir.

Las esferas de energía en su mano se intensificaron un poco hasta que su creador se dio cuenta de su existencia y las desapareció. Sentía que con ese poder podría vencer a los que quedaran si no son muchos. Como si los invocara con la mente aparecieron frente a ellos Se sacaría al fin esa duda de encima.

-Volvamos por la cueva

-Dentro no podré usar las espadas, pero ellos si las lanzas, tendremos que permanecer afuera - su lógica era rápida y precisa como su estilo de pelea.

Las palabras desperdiciaron valiosos segundos en los que los invasores cargaron, exepto uno o dos que habrán corrido a dar aviso.

Neil se cubrió con sus manos instintivamente, pero eso no es lo unico que hizo por instinto. Rayos salieron disparados desde su cuerpo hiriendo a al menos un tercio de ellos y deteniendo la carrera del resto. Habia quemado algunos árboles ya que los rayos parecían golpear al azar.

- Bien hecho - dijo Seth mientras lanzaba una daga que dió en una cabeza - hazlo de vuelta

No parecía posible replicar el ataque, pero al extender la mano la electricidad salió disparada con más fuerza que la vez anterior. Cayeron otro par, pero la mayoría de los ataques dieron en la daga que Seth lanzó.

-Dale a los vivos -ordenó el isleño con tono exigiente

-No controlo a donde van -«o no lo suficiente»

De repente Seth lanzó su segunda daga al suelo entre los enemigos que quedaban- ¡Ataca ahora!- gritó a la par que la daga se clavaba.

Los rayos volvieron a salir pero esta vez había dado en casi todos, a la mayoría los había alcanzado en la cintura. Quedó uno solo en pié que huyo siguiendo a los que daban aviso. No lo logró, la espada pequeña del isleño se incrustó en su espalda matándolo.

Habían ganado un combate que les resultaría muy mal de no tener el anillo en cuestión de unos segundos. Lo que le recordó a Neil la duerte que tenía de estar vivo. «y la suerte que tendrán los isleños de no encontrarse nunca con alguno de estos sujetos»

Mientras recogia su espada Seth agregó -No los toques, si los tocas es peor -sabía la culpa que traía la primera vez

 


 




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