El último fumador

Capítulo 9

Juan llegó a su casa con una sensación de sentimientos encontrados, sentimientos que se peleaban dentro de su cabeza y dentro de su corazón. Entró al departamento y lo primero que hizo fue abrir el cajón de la mesita de luz donde Josefina le había dicho que había colocado el dinero que se le había caído del pantalón. Lo abrió y ahí vio el fajo de billetes. Lo agarró y lo contó. Era dinero suficiente para comprar cinco mil dólares. Era mucha plata. Lo había retirado del banco en donde tenía un plazo fijo pero había decido con esa plata comprar dólares para preservar más sus ahorros. Al terminar de contarlos se percató de que no faltaba un solo peso. Le pareció extraño que una chica como Josefina que llevaba una vida llena de tentaciones de las buenas y de las otras no le haya sacado un solo peso. Sonrió recordando una frase que ella le había dicho durante el desayuno << No nos topamos todos los días con gente buena >> Y sonrió asintiendo con la cabeza una y otra vez. No aguantó y le mandó un mensaje.

- Gracias, Jose. Encontré el dinero. Está todo. Gracias por ser una mina honesta.

Y ella me contestó:

- De nada, Juan. Me hubiera sentido una mierda si le afanaba a un tipo como vos, pero no te voy a negar que lo pensé, fue muy tentador. Igual me hago la loca y creo que tampoco le robaría a un hijo de puta. Besos y gracias por todo.

Al leer el mensaje pensó que Josefina era una buena chica que estaba viviendo una vida errada. Y que vaya uno a saber cómo llegó a trabajar de lo que trabajaba. A él también le había llamado la forma de ser de ella. No era como las otras prostitutas con las cuales él estaba acostumbrado a tratar. Josefina se expresaba muy bien. No era ordinaria y tenía un muy buen trato, era muy amable y cálida. Él no le dijo nada porque no sabía cómo expresarlo sin herir sus sentimientos y, por otro lado, no sabía si ese trato era igual para todos los clientes o solo con él. Se rio con su pensamiento y se preguntó ¿Qué lo haría el diferente del resto como para que una prostituta los trate de manera "preferencial"? Sonrío por la ocurrencia y se dispuso a limpiar el departamento. Tardó no más de hora y media y se tiró a dormir la siesta. Había dormido poco la noche anterior y se había cansado por su placentera actividad compartida con Josefina. Se despertó medio hecho un zombi como a las ocho. Ya era de noche. Se bañó y se pidió una pizza para comerla mientras veía una película en la tv. Se abrió una cerveza mientras esperaba el pedido. Luego de más de media hora llegó la pizza. Abrió otra cerveza. Miró una película y empezó a hacer zaping. Ya se habían hecho las doce y media de la noche y no tenía nada de sueño. Se puso un pantalón y un par de zapatos y salió del departamento con rumbo desconocido. Caminó un par de cuadras con destino al casco histórico que era donde había más movimientos. Realmente no tenía ganas de tener sexo pero si de ver algunas mujeres y tal vez, por qué no, levantarse alguna para arreglar para otro día o, mejor dicho, para otra noche. Se metió en una callecita que simulaba ser un pequeño rincón de París, era tan linda como la ciudad luz. Se sentó en un bar y se pidió un whisky. Sentado en esa silla que estaba en la calle podía ver dentro del bar y la gente que caminaba por la calle que de por sí era mucha. Había muchos extranjeros, muchas rubias como le gustaban a él. Habló con un par pero estaba incómodo y no sabía porque razón. Se pidió otro whisky sabiendo que ese era el trago que lo iba a liquidar, que lo iba a poner realmente borracho. No le importó. Se tomó la mitad de un sorbo, dejó el vaso descansando un momento sobre la mesa y se terminó lo que quedaba de otro sorbo. Pagó y se dispuso a caminar un poco, hacía mucho calor. Como muchas veces caminó sin ningún rumbo en su cabeza. En un momento reconoció la fachada de un edificio, pero no recordaba quien vivía ahí o porque la recordaba. Siguió caminando hasta que le cayó la ficha: era el edificio donde vivía Josefina. No podía entender como había llegado hasta ahí, pero a pesar de la borrachera, reconoció que había rumbeado para esos lares por alguna razón. Su inconsciente lo llevó hasta ahí y alguna razón tenía que haber para eso. Volvió sobre sus pasos y se dirigió nuevamente para lo de Josefina. A una cuadra del departamento de ella vio un auto importado esperando justo enfrente de la puerta. El cruzó para ir por otra vereda y se sentó en unos escalones de la entrada de un departamento que daba justo a la entrada del edificio de Jose un poco tapado por el auto que estaba parado. Se sintió un adolescente que espía a su novia o a su ex novia. Miro dentro del auto y vio a un hombre de unos sesenta años vestido elegantemente y con ropa de cara y de mucha calidad. El hombre estaba fumando y esperando a alguien. Juan también se encendió un cigarrillo, estaba nervioso. Terminó el cigarrillo y se estaba durmiendo, cabeceaba. En un momento se abrió la puerta del edificio de Jose y ella salió. Estaba vestida como para ir a una fiesta. Vestido largo color negro, sandalias de taco alto y muy maquillada. Se había alisado el pelo. Los labios pintados de un rojo furioso. Entró al auto, le dio un beso al hombre y se fueron raudamente. Juan se quedó mirando la puerta del edificio de Jose sin saber qué hacía ahí y sin saber qué hacer. Se levantó y se fue caminando y estaba vez sabía con qué rumbo; iría para su casa. Dentro de su borrachera todavía podía pensar, podía discernir. Estaba con rabia, con bronca. No tenía ninguna duda de lo que le pasaba, estaba muerto de celos.



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En el texto hay: asesinatos

Editado: 11.05.2018

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