El último fumador

Capítulo 12

Luego de enviar el mensaje se quedó como cinco minutos mirando la pantalla y nada. Dejó el teléfono en sobre la mesa de noche y después de pasados otros diez minutos escuchó que le había entrado un mensaje en su celular. Tomó con tal desesperación el aparato que se le cayó al suelo. Manoteó en el piso y no lo encontraba. Tuvo que encender la luz y ahí si lo vio y lo agarró. Cuando leyó sus mensajes la desilusión se le hizo carne en la cara. Eran un mensaje de Paty.

- Juan...no puedo dormir...jajajajajajajaja

A pesar de que esperaba la respuesta de Josefina, no podía ocultar la alegría que le daba comunicarse con Paty. Ella era su locura. No podía vivir sin regañarla ni pelarse entre ellos. Pero el amor que se tenían era inconmensurable.

- Pendeja... ¿Qué hiciste? ¿Estás de resaca?

- Ja... ¿Cómo me conocés hermanito del alma? Si...estuve con un pibe en casa, pero la rajé. Muy pelotudo.

- Paty...Paty...para vos son todos pelotudos...siempre decís los mismo. Yo te reconozco que hay mucho pelotudo suelto ¡Pero vos te enganchás todos!

- No seas malo...no es mi culpa...Este boludo que vino anoche se la pasaba hablando de él. Que soy lindo, que voy al gym, que vivo en una torre con pileta y sum... ¡Flor de boludo!

- Y si...si es así como decís te entiendo.

- Hasta en un momento me dijo <<La tengo re grande>> jajajajajajajajajaj ¡Estallé! Y ahí lo eché de casa.

- Jajajajajajaa...¡Qué boludo! ¡Por Dios!

- Y no sabés las ganas que tenía...

- Me imagino... ¿Cuántos hacía que no tenías sexo? ¿Dos horas? Jajajajajajajajaja

- ¡Para cheeeee! Tu hermana no es una puta

- ¿Y qué tiene que ver coger con ser una puta?

- Es verdad, vos siempre tuviste claro eso. ¿Y vos en que andás? Hablando de minas digo...

- Mmmmm...en nada...en nada... ¡Qué poco convincente que sonó eso, hermanito! Estás perdiendo el poder de fuego de tu chamuyo...

- Que chamuyo...Bueno me voy a dormir. Mañana venite tipo una. Te amo hermanito.

- Dale. A la una estoy por ahí. Yo te amo más.

Dejaron de mensajearse y Juan se durmió enseguida. Al otro día se levantó a las once y media de la mañana. Debía bañarse y cambiarse rápido para no llegar tarde al almuerzo con Paty, a ella la impuntualidad la volvía loca. Chequeó su celular y nuevamente tuvo falsa alarma, Paty le había mandado un par de mensajes para pedirle que compre pan y vino. De Josefina nada, ni noticias. Se entristeció un poco. Igualmente pensó que lo mejor era dejar las cosas así. Evidentemente él se había hecho la cabeza con tener una historia con ella y no había sido mutuo. Después de vestirse salió rápidamente del edificio y se tomó el subterráneo que lo tenía a unas tres cuadras. Por la casa de Paty compraría lo que ella le había pedido. Por suerte el subte anduvo bien, así que llegó al barrio de Belgrano en horario como para no caer en la casa de Paty tarde. Fue un súper chino y compro el pan y el vino. En el camino compro helado en una heladería de barrio. Llegó a la casa de Paty, le avisó por WhatsApp y ella bajó enseguida. Tenía muchas ganas de verlo a Juan.

- ¡Pasa, Juancito! ¡Qué facha, eh!

- Mirá quien habla. La fea de la familia.

Paty era realmente preciosa. Lo que más se destacaba en ella eran sus grandes ojos verdes rasgados. Tenía el pelo castaño y tez blanca. No era muy alta y tenía un lindo cuerpo.

Se sentaron a la mesa para almorzar. Paty había hecho unos ravioles.

- ¡Están muy buenos!

- Si, la fábrica de pastas de acá a la vuelta tiene cosas muy ricas. Bah...todo es rico y "engordante"

- Claro, vos estás re gorda ¡Dejate de joder!

- No dije eso...me cuido...nada más.

- Ok. No seas boba y aliméntate.

Siguieron hablando de sus cosas hasta que llegó el tema recurrente. El padre.

- Viste lo que te conté ayer, Juan. Que terrible. Qué tipo boludo.

- La verdad que sí. ¿Pero sabes lo que pasa? Hay muchos tipos así.

- Sí, decímelo a mí. Es que no hay tipos como papá...

- Tiene que haber...

- Sí, vos.

- Nooooo...no exageres. Pero ya vas a encontrar alguien que te merezca y que vos merezcas.

- Bueno...contame de vos...

Juan le contó lo de la muerte de Berta y lo que le habían contado la madre y la abuela. A Juan se le había quebrado un poco la voz.

- ¿Pero vos la amabas?

- Creo que no...pero me gustaba. Lo que pasa que no me daba bola. Y aparte sospechaba y sospecho que tiene algo con Regules.

- ¿Regules? ¿Tu jefe?

- Si...

- ¡Qué cara de garca tiene ese tipo! ¿Cómo una mina como Berta podía estar con un tipo así?

- Y... es inexplicable.

- ¿Ves? Ese es un flor de boludo. Vos decís a veces que un tipo es boldo de pendejo, este es un viejo choto y sigue siendo un boludo.

- Sí...Y ahora contrató otra secretaria.



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En el texto hay: asesinatos

Editado: 11.05.2018

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