El último fumador

Capítulo 14

A la mañana siguiente, Josefina se levantó temprano. Había descansado todo el día domingo aprovechando que era el único día que no trabajaba. Fue a la peluquería a cortarse el pelo, hacerse la manicuría y pedicuría. No tenía necesidad de depilarse ya que se había hecho la depilación definitiva hacía un par de meses. Ella sabía que tenía que estar diez puntos para sus clientes porque sabía que de esa manera no solo volvían sino que también podían recomendarla. Aunque también sabía que había algunos que eran un poco celosos y solo la querían para ellos, al menos eso querían creer. Llegó a la peluquería y no pasó mucho tiempo hasta que uno de los peluqueros la invitó a sentarse para atenderla. Solo quería cortarse un poco las puntas ya que las tenía florecidas. Mientras le cortaban el pelo estaba con su celular boludeando. Leyó el mensaje de Juan por enésima vez. Le hacía bien que un pibe como él estuviera interesado en ella. A ella también le pasaban cosas con él. Pero tenía claro que era muy difícil tener pareja trabajando de prostituta y aparte no creía que Juan fuera capaz de bancarse la situación de ella. Sabía que no era nada fácil para un hombre. Al principio estaría todo bien, pero que pasaría cuando, por ejemplo, tuviera que presentarla a sus amigos, a su familia o a sus compañeros de trabajo ¿Qué les diría? ¿De qué les diría que trabajaba? Había que ser muy hombre para bancárselo, no era que dudara de Juan y de su hombría, pero no lo veía bancándose semejante lastre. Volvió a leer el mensaje y suspiró. No sabía si era amor, pero era algo que la hacía sentir bien, que la hacía sentir en el aire. Tal vez sea amor - pensó -

Estuvo aproximadamente dos horas en la peluquería. Se fue a su casa para descansar. Luego se levantaría para prepararse para la noche, para trabajar. Le había mandado un mensaje Omar. Le pidió mil disculpas. Le dijo que él había estado muy estresado ese día y que le había causado mucha gracia su reacción al irse del salón. Le contó que la gente no salió de su asombro y que fue el comentario generalizado de toda la noche. Entonces le hizo una propuesta muy interesante; la invitaba a Europa y le pagaría por día. Era mucho dinero. Igual pensaba que la había pasado muy mal la noche anterior y de eso no podía olvidarse. Lo pensaría mejor antes de darle una respuesta definitiva. Leyó nuevamente el último mensaje de Juan y se dio cuenta que la seguía estremeciendo. Pensó que lo mejor que le hubiera pasado era no haberlo conocido nunca, pero no fue así. Debería hacerse cargo de lo que el pasaba o no. Estaba muy dubitativa. No quería cagarse la vida ni quería arruinar la vida de él. Tal vez Juan al ver que ella no le había contestado no insistiría, de hecho luego de aquel mensaje en la noche del sábado no había vuelto a ponerse en contacto con ella.

Mientras tanto, Juan había llegado ese día un poco tarde a su trabajo y tuvo que soportar los reclamos de Regules.

- Bien, Méndez. Otra vez tarde. ¿Qué le pasa, Méndez?

- Nada. Me quedé dormido, problemas que uno tiene.

- Acá no nos importan sus problemas. Ya se lo dije una y otra vez, los problemas los deja en la puerta. Acá se viene a laburar y temprano. ¿Ok?

- Ok, Regules. Ya me lo sé de memoria.

- Sí, pero se ve que no lo asimila. Venga a mi oficina.

- Ok.

Juan se levantó de su asiento y fue a la oficina de Regules con cero ganas. Abrió la puerta y Regules lo invitó a tomar asiento.

- Si es por lo de la llegada tarde, ya entendí y tiene razón – se atajó Juan –

- No, Méndez, no es por eso.

- Ok. Soy todo oídos.

- El sábado a la mañana lo vi. Bueno eran tipo once.

- Seguramente por mi casa.

- Más para el lado del sur. Estaba muy bien acompañado...

- Ah...si...si...

- No se haga el boludo, Méndez. Estaba con una mina infernal.

- Si, es una amiga.

- ¿Amiga? Uno no puede ser amigo de una mina así. A ese tipo de minas hay que cogérselas y nada más. ¡Qué amiga ni amiga!

- Bueno, pero es una amiga con la que quiero tener algo serio. ¿Me entiende?

- Ah...viene por ahí la mano. Le pido disculpas entonces.

- Está todo bien.

- Tengo que reconocerle algo, Méndez.

- ¿Qué?

- Usted siempre está muy bien acompañado, está bien, tiene facha eso no lo voy a negar. Pero también tiene un poco de cara de boludo. Se lo digo con todo respeto.

- Sí, imagino su respeto. ¿Me puedo retirar?

- Vaya no más.

Juan Salió de oficina lleno de bronca. Pero la bronca no era tanto con Regules, era más con él por no haberle contestado como debía, con más carácter. Igual sabía que Regules era un mal tipo y si hubiera hecho eso luego le pasaría la factura. Así que se sentó en su silla y comenzó a trabajar. Mientras lo hacía no podía sacarse de la cabeza a Josefina. Y no podía entender como por los menos no le contestaba, al menos para decirle que estaba todo bien aunque no quisiera salir con él. Eso lo entristeció porque él pensaba que ella era diferente a las otras chicas con las que había salido. Tenía toda la intención de enviarle un nuevo mensaje. Sabía que si tenía interés no tenía que tener ningún tipo de orgullo. Aparte se sacaría las ganas en lugar de quedarse con la duda toda su vida. Se prometió a si mismo que le enviaría un mensaje apenas llegara a su casa. Cuando se hicieron las cinco de la tarde lo embargó una gran felicidad porque sabía que en un rato, al llegar a su casa, se comunicaría con Josefina. Salió de la oficina y se fue a su casa corriendo rápidamente. Cuando llegó al departamento se puso cómodo y se hizo un trago, vodka con jugo de naranja. Se sentó en el sillón del living y le envió un mensaje a Josefina.



#49485 en Novela romántica
#13915 en Thriller
#5726 en Suspenso

En el texto hay: asesinatos

Editado: 11.05.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.