- ¡Qué bien! Y cómo te llamas...como es tu nombre...name...
- Si...si...comprendo. Me llamou Erna. ¿Y vos?
- ¡Qué lindo nombre! Yo me llamo Juan. Un nombre bien simple, viste.
A Juan a esa hora de la noche, cualquier cosa que le dijera esa rubia hermosa le parecería genial, era música para sus oídos.
- Si, es bonito nombre también.
- ¿Qué hacés acá? ¿Turista? ¿Viniste a vivir? ¿Algún novio? ¿Qué haces?
Juan preguntaba con tal aceleración que la chica no le entendía y solo reía.
- Habla más lento, por favor – le pidió Erna con todo respeto –
- Tenés razón, discúlpame. Empecemos de nuevo...
- Ok. Me parece muy bien.
- ¿Sos turista?
- Si, vinimos con una amiga a conocer Latinoamérica. Somos de Bergen.
- ¿qué?
- Somos de la ciudad de Bergen, en Noruega.
- Ah...no te había entendido.
- ¿Y tu amiga?
- Está hablando con un chico. Está ahí en esa mesa – Erna señalo una mesa que tenía a unos cinco metros a su derecha –
Juan miró hacia donde le había señalado Erna. La amiga era tan o más linda que Erna. A su lado tenía a un típico cavernícola del siglo veintiuno que hacía todo lo posible para besarla, tocarla. La chica lo esquivaba con elegancia y educación. Juan miró para otro lado haciéndose el boludo. No quería líos, y veía que ese pibe estaba muy borracho y agresivo. A pesar de su propia borrachera, Juan podía ver que ese tipo estaba peor que él. En un momento la amiga de Erna se levantó y se sentó al lado de ellos.
- Juan, te presento a mi amiga: Rona. Rona, él es Juan.
Extendí mi mano para dársela y ella se levantó – era altísima - y me dio un beso en la mejilla casi rozando la comisura de mis labios. También estaba bebida.
- Hola Juan. Vinimos a perfeccionar nuestro español. Nos gusta mucho Buenos Aires. La gente es muy amable y los chicos son muy lindos, vos sos lindo. Pero hay algunos atrevidos como el que estaba sentado conmigo hace un rato. Quería tener sexo a toda costa, sin paciencia. Yo tengo más ganas que el de tener sexo, pero tiempo al tiempo – dijo Rona. Se mandó casi un discurso. Se notaba su borrachera pero también que hablaba mejor que Erna –