El último fumador

Capítulo 27

uan no salía de su asombro, no reaccionaba.


- Méndez, acompañamé.
- ¿Cómo que preso?
- Sí. Queda detenido. Llame a su abogado, hágame caso.


Juan se puso a pensar a que abogado llamar. No tenía abogado ni conocía a ninguno. Siempre le causaba gracia cuando la gente hablaba de "mi abogado" Él nunca había necesitado a uno.


- Bueno voy a hacer una llamada. Voy a llamar a mi novia para que se comunique con mi abogado - mintió 
- ok. Llame no más. Lo dejo solo. No me la haga difícil, no cometa ninguna boludez. Voy a esperar afuera custodiando la puerta.
- no voy a hacer nada. Soy inocente no me la voy a complicar al pedo.
- ok.


Juan marcó el teléfono de Josefina. Le temblaban las manos. Todavía no podía reaccionar ante la idea de estar preso, justo el que siempre decía que no se bancaría ni un minuto en una celda.


- ¡¡¡Hola amor!!! Qué raro vos llamando. No te funciona el whatsapp? ¡Je!
- Hola Jose...
- Mmmm que voz. De ultratumba parece... 
- ¡¡¡Escúchame, Jose!!! - nervioso y ofuscado.
- Bueno...dale...fue un chiste... 
- No estoy para chistes. Estoy preso. 
- ¿Qué?
- Lo que escuchaste. Soy sospechoso por la muerte de Berta, mi compañera de laburo, la que era secretaria de Regules 

Josefina se quedó muda por unos eternos segundos. No dudaba de Juan pero tampoco sabía si pondría las manos en el fuego por él 

- Juan...no sé qué decirte...- sollozando -
- No me digas nada. Necesito un abogado. No conozco a ninguno...
- Ok. Eso dejámelo a mí... ¿Dónde estás? Quiero ir a verte. ¿Que necesitas? Que te puedo llevar - preguntaba de forma acelerada y con la voz temblorosa -
- Espérame...no me cortes -

Juan se levantó y abrió la puerta

- Sargento. ¿Puede venir a verme mi novia?
- Sí. Por supuesto. No está incomunicado.

Juan cerró la puerta y tomó nuevamente el teléfono 

- Si, Jose podés venir. Vení cuanto antes, por favor. Estoy desesperado.

Jose se tomó un taxi y fue a la comisaría a verlo a Juan. En el trayecto hizo un par de llamadas para buscar un abogado.

Llegó a destino. Entró a la comisaría y se anunció con el agente que estaba en la puerta. La recibió el sargento Miltez.

- Buenas tardes, vengo a ver a Juan Méndez. Soy la novia.

- Ok. Tomé, anoté acá sus datos, por favor – le dijo Miltez acercándole un cuaderno negro con la tapa raída -

Jose anotó sus datos: nombre y apellido; fecha de nacimiento, domicilio. En profesión puso "promotora". Le devolvió el cuaderno a Miltez.

- Bueno señorita, vamos a tener que revisarla.

- Imagino que tienen policías mujeres para eso.

- Tenemos pero no en este momento. La entiendo, si quiere puede venir mañana.

- No, no se preocupe.

Josefina comenzó a desnudarse. Le iba entregando su ropa al sargento, una vez que quedo totalmente despojada de ropas, se dio la vuelta para que Miltez corrobore que nada llevaba. En un momento se puso la mano en la vagina y comenzó a escarbar para que vea que no llevaba nada. Lo mismo hizo con su orificio anal.

- Ve...no tengo nada...

-

A Miltez le costó disimular su erección. Más allá de que estaba acostumbrado por su trabajo a ver a mujeres desnudas cuando tenía que revisarlas y no había personal femenino, nunca le había tocado revisar a una mujer tan linda como Josefina, con ese cuerpo casi perfecto. A parte le excito mucho la forma en que se tocó.

- Ok. Lo siento mucho, señorita. Pero son las reglas.

- Está bien. Al menos usted no me puso una mano encima, no lo hubiera soportado.

- Entiendo. Sígame.

Miltez la llevo donde estaban las celdas. A pesar del calor de la tarde que se iba convirtiendo en noche, al entrar en ese ambiente donde había cuatro grandes celdas se sentía un frío que iba más allá del clima general. Era un lugar lúgubre, oscuro y triste. Jose lo vio a Juan que estaba en una celda que por suerte no compartía. Noto en su expresión todo su dolor y toda su tristeza.

- Juan...

- Hola amor, gracias por venir. Estoy desesperado.

- Bueno, Juan. Se entiende. Pero tranquilo, ya te vamos a sacar.

- ¿Conseguiste abogado?

- Sí.

- ¿Quién es? ¿De dónde lo sacaste?

- Es el doctor Pérez Bauman.

- ¿El de la tele? Debe salir carísimo... ¿Cómo lo vamos a pagar?

- Es un ex cliente mío...

- No, Jose...no quiero que vuelvas a eso.

- Tranquilo. No voy a hacer nada con él. Es un buen tipo. Siempre me dijo que si tenía problemas con la justicia me iba a ayudar. Ahora lo único que importa es que vos salgas de acá. Igualmente sos inocente, Juan. Eso es lo que importa.

- Si, pero viste como es la justicia acá.

- ¿Estuviste fumando?

- Sí...

- Pero como se puede fumar acá, si el gobierno dice que está prohibido. Uno solo puede fumar en su casa, por ahora.



#48653 en Novela romántica
#13594 en Thriller
#5558 en Suspenso

En el texto hay: asesinatos

Editado: 11.05.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.